La Guerra Civil Española fue el primer conflicto bélico que mereció una cobertura importante por parte de los periódicos y las revistas de todo el mundo, y por tanto de los fotógrafos que acudieron a la llamada. Si bien es cierto que apenas contamos con imágenes de enfrentamientos en el campo de batalla, la memoria gráfica de la vida cotidiana en la retaguardia, la propaganda y exaltación de los bandos combatientes y los devastadores efectos del conflicto en la población civil, fueron documentados con profusión e intensidad. En España, con el nuevo uso de la cámara fotográfica –de la mítica Leica–, nació el fotoperiodismo moderno y Robert Capa fue su profeta. La nómina de grandes fotógrafos, españoles y extranjeros, sigue creciendo con la aparición de imágenes desconocidas y siempre impactantes.
Lo que este libro propone es una nueva mirada de la Guerra Civil Española a través de 180 fotografías que se han coloreado con un minucioso proceso técnico y documental. La serie sigue un relato cronológico, con algunas excepciones, y las imágenes se acompañan de una cronología y de unos textos que contextualizan cada una de ellas. Muchas son conocidas y otras casi inéditas, extraídas de archivos, agencias y centros documentales españoles y extranjeros. El resultado es sorprendente y nos acerca al conflicto con una nueva mirada. “Con la suma de textos y fotografías tratadas como una herramienta narrativa más, como es el color”, escriben los autores, el fotógrafo Jordi Bru y el historiador Jesús Jiménez: “pretendemos, en definitiva sugerir ideas y sensaciones e invitar a una reflexión acerca de las circunstancias y las consecuencias del fenómeno de la guerra, como son la violencia, la deshumanización, la superación de la adversidad y, por encima de ellas, la muerte”.
Los autores se han basado para estas recreaciones coloreadas del registro original en blanco y negro en criterios históricos, ambientales, en combinaciones cromáticas que pueden documentarse en diversos testimonios, pero su trabajo contiene también una interpretación subjetiva de algunos aspectos con el que tratan de trasmitir sensaciones y emociones. El resultado arroja un recorrido armónico, muy sugerente, que muestra la Guerra Civil al lector de una forma novedosa. La joven miliciana Marina Ginestà, fotografiada por Juan Guzmán con Barcelona a sus pies; Franco y Queipo en Sevilla en agosto de 1936, rodeados de todos los oropeles, en la instantánea de José Serrano; la tripulación puño en alto del crucero Libertad con el mar y el cielo de fondo, inmortalizada por Constantino Suárez; la imagen de Unamuno y Millán Astray despidiéndose a la salida del Paraninfo de la Universidad de Salamanca, que apareció hace no mucho tiempo en la Biblioteca Nacional y completa –y matiza– la fotografía clásica de un inexistente acoso al rector salmantino, al menos en ese momento; personajes como Vicente Rojo, José Antonio Primo de Rivera, García Oliver, Miguel Hernández, El Campesino, Azaña, Pasionaria… la fotografía de Modesto en Brunete con la melena al viento como primer icono revolucionario…
Es posible que haya quien opine que no es ético ni estético retocar y completar digitalmente imágenes que fueron concebidas y dadas a conocer en blanco y negro, aunque conozcamos con precisión la tonalidad de uniformes, banderas, edificaciones y paisajes, aunque nuestro mundo sea en color y no en una escala de grises. Como otras veces pienso que lo fundamental es atender al resultado y en este caso estamos ante un minucioso y honesto proceso de reinterpretación de un universo gráfico con el que los fotógrafos, de haber tenido los medios técnicos a su alcance, habrían contado.
Sangre en la frente. La Guerra Civil en color. Jordi Bru y el historiador Jesús Jiménez. Desperta Ferro Ediciones.
