
El comboi es la sección de El Gallinero dedicada a la cartelera valenciana. Viene de la expresión “fer comboi” (“hacer convoy”), que significa ‘juntarse con amigos para organizar un evento, normalmente una comida o una fiesta, con el simple motivo de celebrar la alegría’. La AVL (Acadèmia Valenciana de la Llengua) lo define como “Actividad festiva, diversión colectiva”, porque así entendemos el teatro, una excusa para que un grupo de gente, en la butaca y a pie de escenario, se junten para celebrar la vida.
Yo, Clarita– foto de Elvi Minato
Yo, Clarita
Autoría y dirección: Antonia Bueno
Con: Pilar Rochina, Antonia Bueno, Arantzazu Pastor
Producción: Pilar Rochina Producciones, Antonia Bueno
Del 21 al 23 de marzo en Teatre Patraix
¿Qué nos hace ver, sentir, pensar el teatro de un modo al que otros medios de expresión y comunicación no llegan? ¿Qué interés tendría el engalanarse, desplazarse, comprar una entrada, reunirse con gente a la que no conoces y permanecer sentada y en silencio durante más de una hora para ver a otros haciendo otra cosa? Sobre el teatro histórico o biográfico, ¿por qué no agarrar un buen documental sobre el tema —hay muchos y muy buenos en tu plataforma de contenidos favorita— y quedarte en casa acariciando a tu gato? La respuesta es meridiana y no admite matices: es teatro y nos da algo que ninguna otra cosa tiene, gente como nosotros haciendo lo que sea menester a la vez que nosotros estamos ahí, compartiendo un espacio y un tiempo en común, jugando a ser en el escenario e invitándonos a jugar a mirar y ser con ellos también.
En Yo, Clarita, la magia, poder o potencia del teatro permite que a través de una actriz, se vea y escuche a Clara Campoamor, no como infografía, no como modelado de IA, no como lienzo o pantalla, sino a viva voz, en carne y hueso (dada aquí por una Pilar Rochina sensorial y porosa).
El espectáculo aprovecha y exprime sus cualidades y condiciones como hecho teatral y solo teatral, por eso da lo que ningún documental o biografía sobre Clara Campoamor podría dar. Encuentra su especificidad teatral y aborda los recursos de la escena y la relación con el público con oficio, saber e infinita dignidad humana: desde el carácter fantasmático natural al teatro, que permite que una Victoria Kent adulta “conozca” a una Campoamor niña y dialoguen brevemente, a la reminiscencia del teatro de farsa de los siglos XVII y XVIII con los personajes caricaturizados con máscaras de animales, o la interacción final del público depositando simbólicamente su voto en una urna en nombre de las artistas e intelectuales del siglo XX que defendieron y pudieron ejercer su voto por vez primera (María Teresa León, María de la O Lejárraga, María Moliner, Maruja Mallo, María Zambrano).
Yo, Clarita– foto de Elvi Minato
El texto refuerza también muchas marcas de la literatura de género, de mujeres y feminista. Aunque este sea un debate de difícil solución (el de la “escritura femenina” de Virginia Woolf o la pragmática de Isobel Murray, para quien la buena ficción no entiende de género autoral), es cierto que las obras que han querido dar voz y poder a la vivencia de las mujeres se han distinguido con elementos parecidos. Muchos de ellos están en Yo, Clarita: las actividades de género que las mujeres practicaban fuera de horas de trabajo: enflorar, coser, tejer, acolchar (una tradición en la literatura, desde el hilado de Penélope en el mito griego, a la dama de Shalott, Woolf o El color púrpura, coser es una metáfora de la actividad femenina que opera en distintos niveles simultáneos); los espacios privados y públicos (reales e imaginarios) separados por ventanas, puertas y espejos (en la literatura infantil como en la adulta, conviene ver en qué espacios les está permitido a las mujeres —y a las niñas— entrar, y de cuáles salir); el uso del lenguaje está también vinculado a asuntos de género/clase y conecta con modos orales de narración: fábulas, relatos populares, anécdotas, parábolas, chistes, confesiones y, particularmente en la escritura de mujeres, cotilleos. Al ser una obra teatral, puede verse a otro nivel: una guía para la escenificación. La niña Clarita reconoce su rol como actriz representando un papel (y es sabido que el teatro es una herramienta muy útil para tratar asuntos de género). Todo ello ha abierto desde hace décadas vías a la creatividad y a la instalación de cánones alternativos, las herstories que son ya la tradición a la que se afilia esta Yo, Clarita.
UN CAFÉ CON… ANTONIA BUENO
Aquí nos habla Antonia, mujer de teatro y creadora completa de Yo, Clarita (escribe el texto, actúa, dirige y coproduce) desde su amplia experiencia sobre la arena teatral. Además, desde la asociación Clásicas y Modernas, mantuvo hace escasos meses una conversación donde repasaba con detalle su carrera, disponible en este enlace.
Empezaste con el grupo de teatro T.B.O. (Teatro de Barrio Obrero), la compañía Guirigai, y la formación con maestros y maestras de la escena del Odin Teatret y otras como Aspasija Papatanasiu, Julio Castronuovo, Elvira Sanz o Alberto Celarié. Pregunta de rigor: ¿qué tres básicos recomendarías hoy a ese joven, esa joven, que está formándose en una escuela de arte dramático?
Lo primero, conocer nuestra tradición escénica. Han existido grandes creadores, con magníficas aportaciones al teatro. No caigamos en el adanismo de creer que antes no ha habido nada y que nosotros vamos a descubrirlo. Estudiemos, indaguemos, empapémonos. Todo ello será un fértil abono para nuestras creaciones.
Lo segundo, conectar con nuestra época en cuanto a temáticas, lenguajes…
Y también, tener siempre bien presente que el teatro es un acto de comunicación, que los espectadores son interlocutores que forman parte activa del hecho escénico.
Yo, Clarita recoge y actualiza la tradición del teatro hagiográfico y de la literatura feminista, como ejercicio para la memoria democrática y humanista. Para contar esta historia, ¿qué tiene el teatro que no pueda ofrecer otro medio?
El teatro es una ceremonia viva, interpeladora. Como dice el final de mi texto en boca de Clara Campoamor: “El teatro es como la política: ágoras donde enfrentarnos a nuestras dudas, a nuestros miedos… Asambleas para debatir nuestras diferencias e intentar entendernos.”
Una pregunta que hacemos a todas nuestras entrevistadas: ¿cómo ves el panorama teatral valenciano actual? No hay respuestas incorrectas.
Creo que es un momento interesante. A nivel de autoría somos una pléyade de dramaturgos y dramaturgas en activo, de diferentes generaciones y estéticas, lo cual es muy enriquecedor. A mí me hace muy feliz la proporción de mujeres, que en nuestra asociación AVEET (Associació Valenciana d’Escriptores i Escriptors Teatrals) alcanza casi el 50%. Por otro lado, la relación con la administración, que antes era muy fluida, parece que anda un tanto estancada, lo cual entorpece la difusión de nuestro trabajo. Esperemos que vengan tiempos mejores.
Samaruc