Las plantas convertían las sustancias pobres en energía en otras ricas en energía. Con los animales era distinto. Simplemente, no éramos autótrofos. En cada pequeña hoja, en cada minúsculo cloroplasto ocurría cada día el milagro que nos mantenía con vida. Epidermis, cutícula, parénquima. Si fuéramos verdes no necesitaríamos comer, ni hacer la compra, ni trabajar. Bastaría con tumbarse un rato al sol, beber agua, aspirar dióxido de carbono y todo, absolutamente todo, estaría solucionado. Cloroplastos debajo de la piel. ¡Sería maravilloso!
En profundo desacuerdo con la tesis de la autora. No quiero cloroplastos bajo la piel, no sería maravilloso. Vida vegetal tiene una connotación negativa, y con razón. ¡Viva la heterotrofía! Sin ella desaparecerían todas las actividades placenteras.
No obstante es este un asunto con el que siempre se ha fantaseado, hay otra novela, Solar, de Ian McEwan, que no trata exactamente de lo mismo pero que tiene como MacGuffin algo parecido