Estando fuera de Madrid me preguntaba cuáles serían las obras que vería una vez allá. Ahora que estoy aquí, en Madrid, sé que son las que algún amigo me invita a ver o aquellas a las que me lleva Desdémona.
Desdémona es mi hermosa bicicleta de color rojo, es de ruta y acepta, con “el manillar” muy en alto, el peso del nombre con el que la he bautizado. La tengo desde hace poco más de un año y sé que nuestra relación durará por muchos más. La quiero con el corazón, y por eso este fin de semana le daré el regalo que tanto desea y que repite constantemente con ese ruidito que viene del “pedalier”.
—Entrar a ver una obra de teatro.
Acabo de comprar dos entradas para ver La cumbre, dirigida y escrita por Fernando Sansegundo. Pienso que, de toda la cartelera madrileña, ésta es la obra más indicada para Desdémona. El montaje habla de las mujeres en el poder, de cómo lo afrontan y de cómo se les contempla por ejercerlo. Un enfrentamiento entre dos grandes lobas, un cara a cara entre Isabel de Inglaterra y María de Escocia. El texto de Sansegundo hace una relectura de María Estuardo de Schiller, colocando a esas dos mujeres como unas empresarias de gran poder económico.
Estará en cartel todos los fines de semana de octubre y el primero de noviembre, y no me habría perdonado faltar, así que he asegurado nuestras entradas comprándolas por anticipado. Con los tickets en el bolsillo, veo a lo lejos mi bicicleta. Cuando estoy lo suficientemente cerca se los enseño.
Sus ruedas se sonrojan.
Confirmado: este fin de semana iremos a ver La cumbre. La obra la dan los sábados y domingos (el 2 de noviembre es su última función). El sábado pedalearemos para allá desde el piso donde vivimos. Espero que el día esté agradable… en realidad, eso es lo que menos me importa. Llegaremos a la Nave 73 a las 19.45, la función de los sábados comienza a las 20:00h. (La del domingo a las 19:00h.) Siempre es bueno llegar con algo de tiempo.
No creo que haya problemas para entrar. Los dos tenemos tickets y Desdémona sabe comportarse. Apenas deja alguna que otra mancha de grasa; no más que cualquiera de esas señoronas tan frecuentes en los teatro de la capital. Lo único que espero es no perder las entradas. La mía la guardé en la cartera, la de Desdémona está entre sus radios.
—¡Nunca en mi vida había visto una bicicleta tan feliz!
Manuel Rodríguez