Pues resultó que el dia que murió Arteche – un central alto, de pierna fuerte y poblado bigote, un central de los de antes del Facebook- nos dimos una doble ración de esa España bajita y con talento, que después de pasar por un diván durante medio siglo, está dando que hablar en las academias del balompié. El mismo día que los ultras abuchearon al presidente y vitorearon a la cabra de la Legión, Villa, un minero del área, igualó el récord de Raúl, que juega en un equipo minero del Ruhr, para mayor gloria de esas gargantas escocesas que siempre infunden el respeto debido a Hampdem Park. Mientras en Glasgow hubo fiesta nacional con anuncios de jamones y embutidos, en la sobremesa y en tierras croatas nos dimos otro festín. La sub 21, la mejor selección históricamente de las nacionales, dio un paso al frente con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Londres. El mundial de Sudáfrica ha despertado un apetito desconocido aquí y los más jóvenes también quieren colgarse una medalla. Razones no faltan a tenor de una formación dónde hay talentos para el futuro de la especie, empezando por el fenomenal De Gea en el arco, siguiendo por el extraordinario Thiago Alcántara en el centro del campo y culminando con un intermitente pero ya contrastado en empresas mayores Bojan Krkic. Un pedazo de proyecto el que parece alumbrar Milla y en el que se encuentra el futuro inmediato de los grandes: al menos cuatro o cinco de estos muchachos vestirán la roja en Brasil. Con lagunas incluidas, esa falta de concentración defensiva imperdonable, la grande corre el riesgo de olvidarse de la humildad que predica como un párroco de pueblo Vicente Del Bosque aunque lo mejor que puede pasar es la competencia que se adivina en el frente del ataque: un Llorente enorme que ha empezado a hacernos olvidar de Torres y no digamos en el centro del campo, donde las soluciones españolas crecen como champiñones a la espera del retorno de los deseados Xavi y Cesc. Dónde, repito, aparece un problema generacional es en la zaga. No se adivinan recambios a corto plazo para Capdevila y Puyol, y si Ramos va al centro de la defensa, que es dónde debe estar, el problema aparece en los laterales: hacemos agua por ahí. Si podemos ir cuidando este talón de Aquiles (todas las selecciones tienen uno empezando en muchos casos por sus entrenadores) estaremos en la buena senda para reanudar laureles.