El Embajador de Israel en España deja su puesto molesto después de cuatro años en nuestro país y lo manifiesta en voz alta. No es excesivamente frecuente que esto lo haga un diplomático. Hay, en consecuencia, que preguntarse cual sería la razón de este claro descontento.
El Embajador declara que “ha sufrido en sus propias carnes el odio y el antisemitismo que existen en la sociedad española”. Este aumento del antisemitismo en nuestro país ha efectivamente aparecido en un par de encuestas recientes que han circulado por la prensa internacional. Recibí parecida queja de diversas Asociaciones judías estadounidenses en mis últimos años diplomáticos en Estados Unidos.
No comulgo mucho con esa idea del antisemitismo español. No creo que en España haya resquemor hacia el trato con una persona de esa etnia o religión, rechazo al matrimonio con uno o una de ellas etc…No generalizado pero más ostensible, e igualmente nefasto, sería el antiislamismo actual de una parte de nuestra población. Estimo que el Embajador y mis interlocutores yanquis están confundiendo antisemitismo con rechazo hacia la política del gobierno de Israel y, más aún, de la del actual.
No conozco mucha gente que tenga sentimientos antisemitas pero sí millares de individuos a los que le produce rechazo la política del gobierno de Tel Aviv. Dos ejemplos que cita el Embajador saliente, la incursión israelí en Gaza y la detención de la flotilla humanitaria, iluminan lo que digo. En ambos casos hubo aquí abundantes críticas al gobierno de Israel
Los dirigentes israelíes pueden argumentar que entraron en Gaza porque estaban sufriendo un indiscriminado ataque con proyectiles desde ese territorio.No les falta razón. Pero el hecho es que causaron unos 1,300 muertos palestinos y eso hace titulares dañinos para su imagen. Vamos a la flotilla. Personalmente no he vacilado en escribir que la organización de la flotilla era una provocación, infantil o propagandística, de sus organizadores, que era impensable que Israel la dejara pasar por el precedente que crearía y que los organizadores, si no eran tontos, deberían saberlo. Ahora bien, El Ejercito israelí, normalmente muy eficiente, hizo una exhibición de impericia para detenerla, hubo varios muertos y volvieron los titulares negativos para Israel.
Una cosa es que un buen número de españoles piense que en el atascamiento que se encuentra el penoso tema de Oriente Medio haya más responsabilidad de las autoridades judías que de los dirigentes palestinos. Otra cosa es que eso signifique ser antisemita