Dice la escritora Verónica García-Peña que Enjambres le recordó «cosas de las letras y el arte, a algunos trabajos de David Lynch y a un genio tan polémico como único: Lars von Trier». Por su parte, el escritor y académico de la RAE José María Merino considera que “estamos ante una novela con nuevas dimensiones expresivas». Ahora, la escritora y periodista argentina Luciana Prodan ofrece su lectura de Enjambres (Altamarea Ediciones, 2020), la nueva novela del narrador venezolano Edgar Borges.
La ciudad, el bosque y el grupo se convierten en representaciones del desasosiego para los personajes de esta obra, cinco jóvenes enfermos de soledad que huyen del modelo adulto que los convoca. Armada con maestría, en esta novela el tiempo y los detalles crean una atmósfera que pasa con la misma facilidad de la angustia a la quietud.
En esta historia ocurren cosas que asemejan los cambios de la naturaleza a las emociones de las personas. Difícil decir tanto en tan pocas páginas.“La vida es igual en todas partes, lo que se necesita es gente que sea gente”, dijo Clarice Lispector alguna vez. Y esta afirmación o, mejor dicho, esta sentencia, se transformó en un eco. En un mantra que fue el encargado de hacer resonar cada uno de los capítulos de Enjambres, la última novela de Edgar Borges, publicada por Altamarea Ediciones, en medio de una pandemia que la transforma en obra literaria y presagio al mismo tiempo.
En una historia que nos obliga a preguntarnos cuál es el precio que pagamos por nuestra ¿libertad?, y si es cierto que ser libres dentro de nuestras propias jaulas, nos mantienen a salvo de algo. O de alguien.Cinco jóvenes aislados, obligados por sus padres a refugiarse en un bosque que termina transformándose en la peor de las amenazas, es el escenario elegido para adentrarnos en un enjambre (mitad refugio, mitad nido) que interpela cada uno de nuestros sentidos sin permiso ni piedad.
Bichos, plantas, árboles, insectos. Alucinaciones y pesadillas. Deseos y miedos escondidos bajo la alfombra del abuso que esconden algunas (o todas) las relaciones parentales no resueltas (y que siempre nos transforman en rehenes de los otros y de nosotros mismos) son algunos de los hilos conductores que hacen de telaraña y de filo. De bisturíes y de lupa. De sogas que comienzan a atravesar la vida, los sentimientos, los deseos y las miserias de cada uno de los personajes manteniéndolos en vilo. En espectadores de un mundo que, mientras los cobija, los expulsa robándoles el deseo. El sentido. Las ganas y cualquier vestigio de verdad.
¿En quién confiar? ¿Somos capaces de traicionarnos a nosotros mismos? ¿Cuál es el valor de la vida, de la muerte y la amistad? ¿Quiénes nos mienten? ¿Alguien puede ser capaz de cuidarnos y querernos más allá de sus propios miedos?Nostalgia, recuerdos y especulaciones. Suicidios inducidos en el nombre de la incondicionalidad. La vida y la muerte jugando a las escondidas en medio de un bosque encantado. Apestado por las mismas contradicciones que, muchas veces, son las encargadas de hundirnos en el barro de nuestro pantano con la única intención de embarrarnos los sueños. Esta es la esencia de Enjambres. Una novela de y para estos tiempos.
Enjambres (Altamarea Ediciones, 2020), de Edgar Borges.