El espíritu es lo que se espira. Al espirar palabras entregamos al silencio el espíritu que contienen.
Los griegos, que transcribieron muchas verdades, hicieron visibles los espíritus de las palabras que empezaban por vocal. Así, la ortografía acogió al espíritu áspero, el más intenso y profundo, y al espíritu suave, que era sigiloso y apenas se notaba.
Existe una palabra que se escribe con mayúscula y admite el plural enfático: las Navidades. Por razones de significado, esta palabra nace cada vez que se pronuncia. Al escuchar la vieja canción del espíritu navideño, que habla de generosidad, paz, alegría, solidaridad, amor… el espíritu nace y podemos verlo nacer; al verdadero espíritu de las palabras, más allá de los soplos de viento, de los susurros y las grafías. Deseo que este año podamos verlo todos.
Felicidades.