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El experimento

No solamente estuvo Ábalos en Ibiza saltándose el confinamiento sino expropiando o, mejor dicho, defendiendo la expropiación. Ese sí que es motivo para saltarse lo que haga falta, porque la expropiación, mayormente, es saltarse lo que haga falta (“justiprecio”, como si fuera una broma, se le llama a la contraprestación), caminando como por la playa por un cable sobre el vacío de la legalidad. ¿Cómo no va a ir Ábalos a donde haga falta si es para apoyar la expropiación? Es como organizar un concierto para cinco mil personas en plena pandemia por ser un “experimento”. Tiene toda la lógica del socialismo que nos contempla. No podemos meter a nadie en casa, pero sí se puede meter a cinco mil personas en un concierto. La justi-ficación, como el justi-precio, es el “experimento”. Como si “experimento” contuviera un poder semántico expansivo, sobrevenido e inmediato: “Ah, que es un experimento. Vale, vale. Perdón”. Un “experimento” con garantías y medidas tales como el test de antígenos y la mascarilla FFP2, que no servían en Madrid hace meses para buena parte de los defensores del mismo “experimento”. El “experimento” tiene mucho de expropiación. Expropiación de todo lo que haga falta, como de la validez de los test y de las mascarillas, o como saltarse el confinamiento para ir a Ibiza, si invertimos los términos. El “experimento” es en realidad el socialismo al completo. El “experimento” es el “progreso” que fundamenta el “progresismo”, donde el circunloquio es la herramienta principal, aunque no fundamental. Porque la penúltima y al mismo tiempo atávica lógica socialista es el descaro. Ya ni siquiera van siendo necesarias las ambigüedades. En eso hemos perdido también (“hemos ganado” diría el “experimento” socialista). Ábalos, por no abandonar tan enjundiosa figura, dio el aval decisivo a Plus Ultra a pesar de negarlo, y ahí sigue “experimentando”. El “experimento” permite casi cualquier cosa, siempre que lo practique un experto socialista, claro. Esto no se puede dejar en manos de cualquiera. Por eso Ábalos se fue a Ibiza, aunque no es el único, porque no es el único socialista con facultades “experimentales”. Dicen que Sánchez está en Doñana y Celaá en Bilbao y Yolanda Díaz en Mallorca, lo cual, de ser verdad, no depende de la realidad sino de si están realizando o no un “experimento” que no todo el mundo puede realizar, ni mucho menos, como ya se ha dicho y como usted puede en sí mismo comprobar.

 

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