El sueño es la vida secreta que realizamos a espaldas de nosotros mismos.
Todos los seres vivos vienen respirando y durmiendo desde hace miles de años;
el sueño es tan viejo como el destino. Aunque salgamos de él rejuvenecidos,
el sueño es la tarjeta de visita que nos envía la muerte a diario.
Observar a alguien que duerme, es robarle un secreto muy íntimo,
poder contemplar lo que él nunca verá ni sabrá de sí mismo.
Dicen que se sueña en blanco y negro, pero nadie se atreve a ratificarlo.
A LA SOMBRA DEL BLANCO
Este dibujo fue realizado a primeros de mayo, tras una larga temporada de estudio en los dibujos de Leonardo. De los grandes pintores se aprende más copiando los bocetos y las inseguridades de sus estudios previos, (tan vivos e imperfectos), que intentando emular sin éxito la contundencia pictórica que provocan sus grandes cuadros.
Gran parte del encanto de los dibujos del Renacimiento, (además del talento de sus autores), radica en que están realizados sobre papeles tan artesanos, que nunca llegaban a ser blancos. Por eso estos grandes dibujantes clásicos, tenían que aplicar la luz con sus lápices sobre aquellas oscuras y rugosas superficies. Las figuras adquirían así un realce luminoso, que las hacían sobresalir de aquellas brumosas tinieblas, como si fueran espectros flotantes.
Si a eso le añadimos lo que ha pintado el tiempo sobre esos dibujos durante quinientos años, podremos entender muchas de las calidades y veladuras de su misterio artístico.
A diferencia del primero, este segundo Gran Soñador de Faba está realizado con lápiz de punta de plomo y pastel blanco, sobre papel de estraza de frutería plegado. En menos de 5 años, el tiempo y la luz se han encargado de envejecer este sueño masculino de media tarde, haciéndolo más difuso e inhumano.
El Gran soñador. 2.
Lápiz de punta de plomo y pastel blanco,
sobre papel usado de frutería.
54 X 37 cms.
Gabriel Faba. 2007