Enfrascada en las aventuras del joven Dominique Lapierre, como ya anunciaba en el anterior post y después de recibir el libro Un dólar cada mil kilómetros, paso a reproducir un fragmento que puede leerse en el capítulo 23. Si no deduzco mal es un simpático guiño a la austinita Universidad de Tejas (UT), titulado ‘Con las vírgenes de la Universidad’, donde Lapierre narra una anécdota de la UT cuando se encuentra con dos jóvenes estudiantes en Austin. Es, además, la Universidad a la que llevo vinculada desde el pasado mes de agosto como visiting scholar, que bien podría describirse como un paraíso académico. Según la Wikipedia, consta de 7 museos, 17 bibliotecas y de más de 8 millones de libros, sin contar con la enorme estructura de edificios de la que está compuesta.
Cuando llegamos a Austin me propusieron visitar la universidad. Era muy grande y ultramoderna. Los estudiantes jóvenes, hermosos y ruidosos, se divertían en la piscina o en el restaurante. Algunas parejas paseaban por el campus cubierto de césped y bordeado de robles. Alrededor del campus había numerosos pilares. Pregunté para qué servían. La respueste fue maravillosa:
– En lo alto de los pilares hay unos focos que iluminan todo el campus desde el anochecer e imitan, con sus reflejos, el claro de luna. Sirven para impedir cualquier actividad amorosa nocturna. Los instalaron después de que se produjeran unos cuantos escándalos – concluyó mi interlocutor, entre risas.
Un poco más allá pasamos ante la estatua del fundador de la universidad, que estaba sentado en un sillón.
– ¿Ve esta estatua? – prosiguió mi amigo -. Según un proverbio de la universidad, cuando una chica, después de cuatro años de estudios y de vida en el campus sigue virgen y pasa ante esta estatua, la estatua se levanta.
* En la imagen, la UT Tower, símbolo y centro administrativo de la University of Texas, un faro austinita, ubicado en el corazón de la universidad que dispone, en su segunda planta, de su propia biblioteca artesonada.