El otro día vi un vídeo en el que una presentadora de Televisión Española le preguntaba a Santiago Abascal si no creía en la democracia. Al parecer lo decía porque el líder de Vox había dicho que el actual es el peor Gobierno español en ochenta años. La presentadora (a quién reconocí después con sorpresa como la exmeteoróloga del telediario de la 1) trataba de colar la dictadura de Franco en el imaginario de los televidentes con la imagen de Abascal en antena. Me acordé de los dobermans en aquel antiguo vídeo electoral del PSOE. Es un viejo truco el de la (falsa) metáfora visual. Me interesó el asunto y me tomé un momento para buscar lo que parecía una entrevista memorable en ese sentido. Y lo era. Hubo momentos de gravedad, casi estupefaciente, en la intención y forma de las preguntas al político, sobre todo en comparación a las preguntas que se les podrían hacer a otros políticos con mayores talentos para recibir semejante cuestionario que nunca recibirán, pero la pregunta que más me llamó la atención es la que se hizo a propósito de unas imágenes donde aparecen varios diputados de Vox fumando en la calle a las puertas del Congreso sin guardar, en teoría, la distancia de seguridad. La periodista le pregunta si piensa tomar medidas al respecto, mientras parece que Abascal trata de contener la risa casi como los pretorianos de La Vida de Brian a propósito del Emperador y de Pijus Magníficus. Pensé que la consigna contra Vox comienza a tomar tintes no ya recargados, que lo eran, sino delirantes. Esta cuestión de los medios mayoritarios contra Vox (con la televisión pública a la cabeza) desprende un olor fuerte más allá de las ideologías, convicciones, opiniones o incluso los gustos de cada uno. Da la impresión de que se han pasado con creces de las mil repeticiones que convierten una mentira en verdad, como decía el psicópata asesino Goebbels (es tremendo cómo el demócrata sigue al pie de la letra las teorías del fascista), y lo que han conseguido es la involución de la treta: volver a hacer mentira de la mentira casi por medio del humor en los tiempos del cólera.