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Mientras tantoEl informático y el sexo

El informático y el sexo


Esta semana ha sido la semana de Houellebecq anunciando su propio corto pornográfico: Kirac 27. Bajo la excusa de la “performance” artística, el escritor galo ha decidido demostrar su poderío sexual en su luna de miel. En esta, en lugar de amar a su pareja, se acostó con una meretriz holandesa; parte de un “gremio” dispuesto a conocer bíblicamente a un señor de 64 años que ha hecho de popularizar 4chan una forma de vida. La noticia es escabrosa, sórdida, pero lleva inevitablemente a la carcajada poco culposa. Es decir, este acto poético – lúbrico  parece tan importante para la Francia cultureta como una elegía de Dante escrita en alejandrinos .

«Tú, yo, una alfombra de velcro, piénsalo…»

Las feministas más descocadas atacarán el evidente carácter misógino del autor francés, no tanto en su última obra, pero olvidarán el dato clave: Houellebecq no es otra que un informático que sabe escribir bien. Esto lleva inevitablemente a la extraña conexión entre esta especialidad y las sexualidades perturbadas. Así, muchos de estos expertos aprenden a montar un ordenador antes de saber cómo dar placer a una mujer.

https://www.youtube.com/watch?v=o1gfB-l1Qt8

ATENCIÓN, SEXO CON CALCETINES. PRECAUCIÓN ESTÉTICA PREVIA.

La búsqueda de los términos “computer it sex pervert” es, entonces, un festival de gente detenida por pornografía infantil , los más escabrosos, o delirantes enciclopedias donde llaman a tomar “la píldora científica” y actuar como machos alfa salidos de huevos en la espalda de Bertín Osborne. Mucho socialdemócrata buenista invocará “la necesidad de educación sexual” de estos tipos, pero es la propia interacción dócil con una máquina la que acostumbra a todos estos “incel” a considerar al otro como un súbdito de sus decisiones. El código binario que da como respuesta un comando, en una decisión jamás arbitraria, es totalmente adverso a la ambigüedad de una relación sentimental: ningún ser vivo jamás será un robot en cuestiones sexuales.

El inicio de Serotonina de Houellebecq presenta uno de los pocos personajes “incel” bien trabajados: Florent-Claude Labrouste como frustrado funcionario agrícola con novia japonesa, otra vez 4chan, adicta al sexo sórdido con todo tipo de patologías. Un conocimiento medianamente laxo de la literatura femenina, sin entrar ya en las autoras literalmente supremacistas y contrarias al varón, rompe la verosimilitud de una tipa sacada, claro, de la “crisis de la Pichula” del escritor galo.

«Exijo mi derecho a que Scarlett Johansson me quite bolitas entre los dedos del pie»

Novelas de hombres megalómanos solos en la oscuridad -con las manos ocupadas y apenas iluminados por una pantalla centelleante- son la manifestación de un futuro distópico: aquel de los tipos enamorados de sí mismos. Tan parecidos, claro, a las escritoras más egocéntricas.

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