“El verano es pa rezar, pero pa rezar mucho, pa que pase pronto,” pronunciaba con su proverbial sabiduría mi querido y admirado Pepe Moreno, excepcional cantante granadino y filósofo popular; además de padre de una de mis mejores amigas, también de alto genio canoro.
El verano es para estar de vacaciones, no para trabajar. Debería estar prohibido hacerlo con semejante calor.
Los pueblos de Marruecos colindantes con el Sahara, construyeron las calles de sus pueblos como sótanos y pasadizos por debajo de sus casas, para poder pasear y trabajar por ellas a pesar de la sobrecarga de calor. El sol retoca su maquillaje de eunuco sobre la ardiente arena del desierto.
¿Por qué en países meridionales como España, no se trabaja de noche, en lugar de en plena solana? ¿No sería mucho más soportable una vida laboral y un horario comercial nocturnos en plena canícula veraniega?
¿Ha calculado alguien si el consumo eléctrico de lámparas y bombillas, sería inferior al de los aires acondicionados y ventiladores, que se necesitan para poder resistir durante el día el calor?
El también granadino José Tamayo ensayaba sus espectáculos en el Teatro Romano de Mérida durante la noche. La jornada laboral de su compañía concluía con la salida del sol. En una ocasión le dieron las tantas a Pepico Tamayo, dirigiendo sobre las santas piedras romanas. Con toda la compañía en escena, se le escuchó decir a plena voz:
-¡Qué me apaguen ese foco, que me apaguen ese maldito foco!,
y era que había salido el sol.