“Que te guste porque no cometa faltas de ortografía al escribir. Así está el mercao”. Pongo esta frase en Twitter y no puedo dejar de pensar que mira que es triste que te tenga que acabar gustando un muchacho, que dirían en mi tierra de adopción, solo porque no cometa faltas de ortografía. Perdonad, pero estoy un poco en estado de shock desde que la semana pasada un bomboncito me escribió un mensaje y me puso: saver. Sí, del saber del conocimiento pero con v. Y yo me quedé muñeco, que diría mi amigo Jordi. Porque luego añadió un subir, también con v… Jesús, con lo bueno que estaba el chico, qué brazos, qué cara, pero… ¡y esas faltas! Que al final tengas que fijarte en que no comete errores al escribir, que tengas que obviar que tiene mucho pelo en el pecho (o poco en la cabeza), o que le huelen los pies o que sea tan galán como Chuck Norris… Qué lástima que tu listón lo tengas que rebajar a la pura ortografía, sin otras exigencias, qué mal está el mercado.
Al pensar en esta frase me acuerdo del libro que ha publicado Alena KH, titulado El mercado está fatal. La guerra de las relaciones (Roca Editorial) ¿Cuántas veces hemos oído o dicho esta frase? Porque las mujeres la decimos mucho pero seguro que ellos, ay los hombres, esos grandes desconocidos, a lo mejor también la dicen. Menos, seguro, pero también…
Hoy no voy a hablaros de la idea que me carcome últimamente el cerebro, que es la de si yo podría acostarme con un tipo que se llamase Borja (ya veis, una se despierta por la noche y le entran estas dudas existenciales). No. Eso lo dejaremos para otro post. Hoy hablaremos de las verdades como puños que encontraréis en este libro. A mi, que soy de libro de papel, me gusta subrayar y hacer anotaciones y doy fe de que mi ejemplar del libro de Alena lo tengo bien currado. Porque además me pilló justo saliendo de una de las relaciones más bonitas que he tenido (y breves, oigan, porque lo breve si bueno, dos veces bueno) y recuerdo que la primera que me impactó fue la de “un hombre que no te da lo que necesitas no es un cabrón, es una experiencia”. Muy cierto. Lo hablé con Alena y le dije que era una gran verdad, y así debiéramos verlo siempre (ídem para ellos).
Os dejo una serie de frases que creo deberíamos tatuarnos, no sé si en el pellejo, pero al menos anotarlas, con intención de no olvidarlas. Y es que tras el mercado está fatal se esconde mucho más que una mera lucha de géneros, que en muchas ocasiones tiene más de pose, espero, que de otra cosa. En realidad lo que hay detrás de esa frase es mucho miedo, por parte de unos y de otros. Pasen y lean. Y no preocuparse, en mi próximo post volveré a mi rol de femme fatale maltratadora de hombres que no tiene corazón o no lo lleva encima, por si se lo quitan (como canta el gran Robe).
—Estamos perdiendo la capacidad de entregarnos a alguien. (Si no estás de acuerdo, dilo).
—Que te lleven el desayuno a la cama no es signo de que sea nada serio. Si quieres algo serio y ves que él (o ella) no parece quererlo, corre.
—No te enfades conmigo por no haber cumplido tus expectativas, porque eran tus expectativas, no las mías.
—Es mejor cortar por lo sano que cortar por lo enfermo. (Esto va especialmente dedicado a los amantes de las relaciones tóxicas).
—Las personas cambian. De ropa. Y algunas, ni eso. (Oor lo de aquella frase tan femenina de “ya cambiará”).
—El tiempo lo cura todo es una frase que ha hecho mucho daño. El tiempo atenúa las cosas pero nunca hace un borrón y cuenta nueva en tu subconsciente. El daño que te hizo seguirá estando ahí y aparecerá quizás en forma de miedo con otra persona que tal vez nunca te haría daño.
—Según vamos cumpliendo años vamos reteniendo líquidos y tristezas. Y cuesta mucho eliminarlos.
Gracias, Alena, y a seguir escribiendo.