«¡No pienses, mira!». L. W.
Curriculum vitae interruptus . La autoridad civil competente considera en la práctica que el perfil adecuado para dirigir el Instituto Cervantes (una academia de idiomas a lo bestia) no es el de un filólogo ni el de un gestor (el español como negocio), sino el de un crítico de arte contemporáneo sin carrera académica, que no es doctor ni tampoco licenciado, aunque se haya bañado en las aguas del Sena; y quizá hayan acertado más frente a otros posibles candidatos, doctores y licenciados que practican el analfabetismo funcional, o frente a los llamados «humanistas digitales», esa nueva especie invasora. Es lo que tienen los cargos muy codiciados. En el cursus honorum oficial del sr. JMB, el apartado de formación académica, dice únicamente: «escritor y crítico de arte y literatura», y exactamente la misma frase encabeza el extenso apartado de experiencia profesional. Se nos hurta así cuál es la formación académica de tan ilustre crítico de arte. Es decir, la ausencia de formación y de curriculum académico se intenta camuflar con la experiencia como comisario de exposiciones artísticas y museológicas. Para qué estudiar, si piensas que tus profesores nada te tienen que enseñar. O educación o herencia, en qué quedamos. Todo queda en familia, cosa de amiguetes y parientes. Ejemplar de todo punto. ¡Virgen Negra Taumatúrgica, qué principio! Algo similar a lo ocurrido con el máximo responsable de la SS (¡oh, las pensiones!), todo un Secretario, un orondo y honorable señor que quiso pasar por médico, y ahora su currículum en el Portal de la Transparencia gubernamental dice: “formación universitaria en Medicina”. ¿Y esto qué es, especifique, por favor, concrete en qué curso se quedó? Un saludo aquí para Lupi, que no nos estará escuchando, aquel ministro de Carreteras y Gasolineras procedente del Noroeste que, para mi conceto, estaba en segundo de derecho, hasta el Lute se aplicó más con los codos. Ya ni las élites supuestamente afrancesadas y europeizadas se autoexigen ni imitan a la Administración gala, con la que cualquier parecido es pura coincidencia. Se dice con razón que cuanto menor es el puesto más requisitos se piden. Qué duro es ser joven, qué duros son los viejos. Para una plaza de ujier, bedel, conserje, celador, ascensorista, portero automático, mozo de cuerda o de cuadra, vigilante o auxiliar, la competencia es durísima, y los currículum de los aspirantes impresionan, hay que saber latín. El mundo al revés: para asentarse en la vida, se ponen una silla en la cabeza, como satirizó el de Bulbuente (otras fuentes dicen que nació en Fuendetodos). Sin clasismos de ninguna clase, en España hemos tenido los asuntos de seguridad, orden público y patada en la puerta en manos de un ministro con chispa. Y durante la última Gran Discordia civil, hubo un Presidente del Consejo de M. estuquista, y un Ministro de Justicia regicida y ex convicto (¿se consideró mérito laboral?). Ya hasta hay una cierta tradición atávica que hay que respetar. El que a los suyos se parece, honra merece, de casta le viene al galgo y bendita sea la rama que al tronco sale. ¡Qué les voy a contar a Vds. que no sepan, baqueteados amigos desengañados! Los subversivos y malditos, los estetas revolucionarios de los 70, viraron a neoliberales en los 90, echaron papa-da, peregrinaron a Génova (calle, no golfo), y han de sostener su tren de vida y de deudas, y de aquellos polvos vienen estos lodos, que hay que maquillar. Con el disimulo… «Todo está tapado, todo está tapado», clamaba Rull. Y los archivos de los movimientos izquierdistas, mejor lejos, en el IISH de Amsterdam, si no en el contenedor. Antaño apocalípticos con trenca, hogaño exquisitos integrados. Hay que guardar las apariencias, los protocolos de los sabios y la estética, ya que no la ética. Hasta en la vileza, decía don Eugenio d’O., hay que mantener las formas. Ni el tártaro alopécico Lenin, que saltó el Atlas, pero no asaltó los cielos, se creería que la ética sería la estética del futuro. Amplio es el culto idolátrico de lo egipcio y del dios sol Ra que más calienta. Honrémosle con el título de bachiller, como a Sansón Carrasco y otros ilustres personajes de los siglos áureos, señor infante don Juan Manuel, bachiller no en Artes. Cunde por desgracia el modelo Pueyomonte o Putchdemont, al que se le augura poco recorrido. Aunque al fin y al cabo una buena madre y un buen bachillerato era lo importante en la vida, según decía don Fabián E., arbitrista gironino. Y siga Vd. rastreando, compilando (muy bueno, es lo suyo, muy vanguardista) y criticando el arte blufcontemporáneo polaco-ucraniano tal cual. Ya ni la Administración utiliza a sus propios y buenos gestores y administradores profesionales, y quizá ya haya pasado el tiempo de los filólogos, gentes recias desde el humanismo (como el terrible Filelfo) y que desde siempre han gastado pero que muy mala leche. En ese aludido y penoso Portal de Transparencia (ejemplo de oxímoron, dada su opacidad) hasta figura la directora de una añeja institución cultural como licenciada en historia del arte por la Universidad Complutense de Cesaraugusta (¿?), y nadie se rasga las partituras, ni corrige ni enmienda. Estamos buenos con semejante tropa o troupe. Hacer el paripé. Mirar hacia otro lado. Ponerse de perfil. Melones fuera. Y nunca pasa nada.
Hay dos clases de empleados, los que sacan el trabajo adelante y los que sólo se afanan (intrigan, medran, trepan, no trabajan) para sí mismos, para su propio provecho personal. Estos últimos, producto de una selección negativa, terminan considerándose (espejismo, autoengaño) que forman parte de una casta o élite, extractiva, lamentable, ruin y miserable, pues sólo los peores individuos llegan a la cima del carro de heno, al carguete y a la cuenteta. La brigada del canapé, de la 1 o de las 8, del club de chupópteros lamedores de almendritas saladas: do ut des. Son los cucañistas. Aquí lo que no ha hecho o pagado el pueblo se ha quedado sin hacer, las élites han sido mayormente parasitarias. En el Antiguo Régimen se ponía el blasón sobre la puerta para advertir a los alcabaleros y recaudadores de contribucionesa que no entrasen a cobrar impuestos, que en esa casona ni pagaban ni se contribuía, que no eran pecheros ni gente del común, sino hidalgos. Y la especialidad de la casa es el trepe con escalo. Treppen, pero no con el significado de la metáfora ludwigwittgensteniana. Y se terminan creyendo sus propias mentiras y viviendo como fantasmones fuera de la realidad y natural orden de las cosas, siempre lejos del mundo vulgar de los tozudos hechos reales y mesocráticos. En lo antiguo, a los cargos se les llamaba dignidades. Todo un ministro muy Hacendado y Hacendoso es condenado en los tribunales por apropiación indebida continuada. Engañar y robar a los viejos y a lo pensionistas sin pudor y sin mala conciencia. A por los cargos, mercedes y prebendas y a diferenciarnos del plebeyo populacho (bien que se están encargando de transformar al pueblo en plebe o populacho) con nuestro nivel de vida, sólo les falta en el séquito el paje portacola. Y la juventud y los que vengan detrás que arreen, que viajen y emigren, que ilustra y da cultura. Y así el pueblo ciudadano anda consumido por el consumo, abotargado por la contaminación, atontado por la teletonta, contaminado por la comida basura cancerosa, malentretenido en su ocio ocioso por los viajes, el turismo masivo y la ciberbasura, la peor de todas las mareas de mierda que baten, amenazantes, contra los muros de nuestras torres de marfil. Y nos defendemos, resistimos y evadimos individualmente como podemos, con herramientas como la permacultura, el yoga o la técnica de Alexander. Y aumentan los creyentes en las supersticiones zodiacales, en la autoayuda y en todo tipo de paraciencias y milagrerías, contradiciendo los supuestos avances en educación. Pero la ciudadanía, el pueblo soberano, al que mal-tratan como plebe o chusma, asopado, apenas si reacciona o emite las señales propias de un ser vivo. ¿Somos ya ciberganado estabulado en granjas, apesebrado, subvencionado, pre y postjubilado? Uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza o exclusión social, y el índice de pobreza infantil es uno los más altos de Europa. No pasa nada, todo es igual. Y los jubilados y prejubilados turisteando, cual rentistas, a costa de sus propias pensiones y de las de sus hijos y nietos. ¿En qué se va a entretener Vd. durante los próximos 30 años, además de paseando el perrito, tocando el bombardino? ¿En qué van a ocupar su tiempo los jubilados sino en hacer turismo, que a su vez está empezando a ser autodestructivo? ¿Ninguna «eminencia» económica (de las que antes no supieron ver la crisis del año 8 ni ahora analizan con rigor el ciclo completo de la industria turística), sabrá transformar este círculo vicioso en virtuoso? ¿Para qué sirve un economista? Más dignidad s. v. p. En la ciudad utópica, todos los cajeros automáticos escupirán simultáneamente dinero (antes que sea prohibido y dependamos de la tarjeta de crédito), a espuertas, porque la plebeya felicidad, en este tinglado de la antigua farsa de este viejo y caduco sistema, acaba siempre en una tienda. ¡Y viva la inteligencia!, aunque sea artificial, pero por estos pagos la palabra corrupción sigue y seguirá siendo la palabra-clave. Esta es la historia, desde el hemmano de Guerra hasta el amigo de Ánzar. Y al neg-ocio y a vivir y a seguir chupando del bote, del botín acumulado, que son dos carpe diem. La sociedad está pidiendo a gritos que todos los altos cargos públicos y los directores de las grandes empresas sean personas ejemplares, fuera de toda sospecha, sin la menor sombra de duda: pero sólo se oyen los gritos del silencio. Los callaos levantan sordos muros y paredes de silencio.
¿Quién representa a la Kultura? El problema es que ahora la idea de cultura no se asocia con la educación, sino con el ocio, y sobre todo con el mundo del espectáculo y del entretenimiento audio-visual, y con la cultura y folclore popular degradados. Es un sutil e inconsútil engaño semántico, sin costuras. La gente asocia la palabra cultura no con la universidad o el mundo de la enseñanza, sino con la televisión y el cine o el teatro, antes la relaciona con un actor que con un maestro, antes con un sarao que con el estudio. Un tango, lo mismo es un burro que un gran profesor. Hasta se ningunea la misma palabra de “teatro”, que terminará motejada de incorrecta, baldada, hecha un baldón, de balde. Es cultura Ramoncet antes que Lope de Vega, o cualquier actor de una serie televisiva antes que el claustro completo de la universidad de Salamanca o todo un centro de investigación como el CSIC. El modelo para la juventud es antes Ronaldo Messi que un profesional de la cardiología, de la nanotecnología, de las impresoras 3D o de la IA, el deporte es ya sólo un espectáculo de masas, comercializado, corrupto y corruptor. ¡Incredíbile! Por eso la única cultura que aquí triunfa es la del espectáculo, o el espectáculo como forma de cultura «superior». Pan y circo y prostitución. Hasta en el mismo periodismo el vacío dejado por las ahora casi inexistentes colaboraciones culturales de escritores y articulistas lo okupan nunc las noticias de este mundillo del entretenimiento, ocio, espectáculo y cotilleo. Y venga a autopremiarse, y venga, aunque a veces no sepamos quién paga esos premios ni de dónde han salido. Son los ciudadanos más premiados, pero el bufón Boadella es el proscrito del reino. Todos los espectáculos van a más, menos el más nacional, los toros. Y si hay algún problema, elevamos la cocina (oficio de esclavos en Roma), el flamenco, la berenjena de Almagro, las mantecadas de Astorga, el encaje de bolillos o lo que se tercie a estudio universitario y santas pascuas. Así, no sé adónde vamos a ir a parar. Hasta el director (ponga Vd. mismo los quilos de @rrobas que le apetezca) de la Gliptoteca e Hipnoteca Nacional osó decir que la suya era la institución cultural más antigua de España, ya con tres siglos de historia. ¿Y cuántos siglos tienen las universidades de España y América, sra. mía, o es que no son instituciones culturales? La de Salamanca nos contempla desde hace ¡ocho siglos!, cinco más que la real biblioteca pública que fundó el bobónico Felipe V, regentada hoy por un licenciado en historia del arte. ¡Eso sí que es arte! ¡Hasta palidecen los manuscritos salmantinos! No es necesario recordar la fama que tuvo la especialidad de historia del arte en nuestras facultades, así como el perfil de sus licenciados/das, no al nivel de una ingeniería de ccp precisamente. La titulación que no tiene el director del IC es la que le sobra al director de la supuesta institución cultural más antigua de España. El teatro, sus máscaras y sus mascarones. ¿Quiénes pues representan hoy al mundo de la cultura? En el franquismo, la representaban actuando ante el Invicto Dictador en los jardines del Palacio de Verano de la Granja de San Ildefonso, con Guardia Mora incluida: o tempora, o mores. Histórica desmemoria. Somos la memoria incómoda.
Libros (y exposiciones, actos, eventos…) para lectores semicultos. ¿Qué es un best seller? No debemos traducir directamente esta fea palabra, no es un libro que se haya vendido mucho, un superventas. La Biblia o el Quijote no son best sellers. El best seller o bestia seller es un libro fácil dirigido a un público semiculto, es un producto prefabricado, puro márquetin editorial. El best seller o libro hamburguesa o salchicha es un producto perecedero, es el equivalente librario de la comida rápida o comida basura. Libro basura: así deberíamos llamarlo. Decir en castellano long sellers son tonteras; salvo los eruditos nadie recuerda este tipo de superventas del pasado. Los clásicos (Homero, Platón, Aristóteles, Virgilio, Dante, Cervantes, Darwin, Joyce) no se leen porque exigen esfuerzo, formación y aspirinas para digerirlos y asimilarlos, exigen cultura, son y crean la cultura. No hay más, esto es lo que hay.
Público semiculto. La cultura del no esfuerzo y del acceso inmediato a todo. Ya estamos invadidos por los bárbaros. El turismo de masas, el homo turisticus, ya que no sapiens, que todo lo arrasa. La turistofobia terminarán declarándola delito de odio, aunque odiar sea más un sentimiento odioso que un delito doloso. Actual y anónima definición de la industria turística: negocio que consiste en transportar gentes que estarían mejor en su casa a lugares que estarían mejor sin ellos. No hay viaje sin encuentro con lo otro. Adiós al centro austríaco turistificado de Madrid, adiós a la Puerta del Sol, adiós a Sevilla. Nos hace falta otro Boccherini, quien podría haber sido el autor del himno nacional. Nos están parquetematizando. Ahora toda la oferta cultural va dirigida y enfocada hacia ese sector y tipo de personas. La clase ociosa, desde los tiempos de Veblen, ha crecido exponencialmente. Y toda la cultura oficial subvencionada en primer lugar, porque es la forma más segura de tener éxito, de atraer a grandes muchedumbres acríticas pero satisfechas, a una descomunal clase ociosa. Esta es la cultura oficial que se promociona. Eventos y exposiciones llenas de niños, escolares, estudiantes, ociosos, jubilados y turistas que no se enteran de nada ni necesitan lo que se les muestra. Demagogía, demagogia, democracía, democracia, superstición, magia. La idea-fuerza de cultura es como la gracia de la teología católica, algo sobrenatural, decía el Bueno de don Gustavo: se trata de un toque, de un touch. Y estas masas semicultas lo agradecen, porque así piensan que saltan automáticamente a un nivel cultural superior sin el esfuerzo del estudio, sin el trabajo laborioso, como tocados por la gracia divina. Ya no hace falta estudiar largos años, sobra el bachillerato y la universidad y el ora et labora. No hay atajos, o el atajo es siempre más largo. Ya no hay codos, sólo pulgares. Basta con que un semi-ignorante enseñe un museo, exposición o monumento, y mano de santo milagroso. Con eso y con Google (¿el cuartel general de los bárbaros, alguien se lo sigue creyendo?) tenemos suficiente, en internet está todo (todo lo poco que necesito), sobran bibliotecas, librerías y quioscos de prensa, que ya ni se traspasan. Capitalismo digital o numérico, que suena mejor, hasta más chic, y clientelar. La no rebelión de las masas semicultas, que diría el primer filósofo de España y quinto de Alemania. ¡Qué lejana queda la cultura del esfuerzo! Todo a un clic, a un dedillo, a un dedazo, al alcance de la mano, a un gesto. Estamos apañados y apuñalados traperamente, en la tripa. ¿Habrán servido para algo Erasmo y Galileus? Regiones devastadas. Volvemos a don Eugenio: Roma o Babel.
La cultura oficial y funcionarial. Los ministerios y secretarías están en manos de competentes (tienen que arreglar los desaguisados de los políticos de paso), empáticos y probos funcionarios, algunos incluso con pujos y pretensiones literarias, y hasta incluso sean de los que han ganado por méritos propios el reñido concurso de relato breve convocado por cuenta del Excelentísimo Ayuntamiento de Bulbuente del Moncayo o del de Fresnedillas de la Oliva, o la flor natural de los juegos florales de Sabiñánigo: coronados venzedores triunfantes. Gente ilustre e ilustrada, muy respetable, de grande mérito. Para estos mandarines eficaces y productivos, y para los políticos a los que sirven, servilmente muchas veces, con este público semiculto ven el cielo abierto y lo cuidan como a la niña de sus ojos, se desviven, a él le dedican todos sus esfuerzos, con él siempre triunfan, demagógica y popularmente. Y por otra parte, están los lobis o lobbies, que son como lobos, lobos carniceros, lobizones, depredadores natos; o mejor grupos de presión o de cabildeo. Cuando estos presionan, los cargos los ocupan, no políticos, sino lobistas, en América cabilderos. Por mucho que se haya deteriorado, y muy justa y merecídamente, la imagen de los políticos, entre un lobista y un político hay un abismo. El cine y el mundo del espectáculo, el mundo del libro y los grupos mediáticos y sus apéndices sufragáneos, los editores, lo saben de sobra sobradamente desde tiempo inmemorial. Y en el campo de la cultura se han hecho verdaderos milagros y milagritos, por eso deberíamos retomar viejos y eficientes hábitos burocráticos: cargos colegiados, con caducidad y juicios de residencia. ¿Se controlan suficientemente esas fundaciones de apariencias tan amistosas, justas y benéficas? ¿Humanitaristas de poner la otra mejilla gratis, instituciones similares a aquellas asignaturas que llamaban Marías? Hay que romper el hielo de esta ley del silencio que nos envuelve y oprime.
Nacido en Chuquisaca, Charcas, alto Perú, don Luis de Usoz y Río (1805-1865) fue bibliófilo cuáquero, apasionado filólogo, notable contribuyente y contrabandista de Biblias. Su viuda, doña María Sandalia del Acebal y Arratia donó los heréticos libros del protestante a la Nacional. Él no estaba tan seguro, porque pensaba, con razón, que igual los quemaban, había tradición. Don Marcelino escribió su fabulosa Historia de los heterodoxos españoles (1880) basándose al parecer en la lectura de los libros de la colección Usoz. Uno se pregunta escamado si Quevedo o la Biblia terminarán siendo declarados políticamente incorrectos y hacia 2030 tendrán que editarse convenientemente expurgados, si es que no son prohibidos e inscritos en el Índice Secreto de Libros y Autores Incorrectos Políticamente. Nueva caza de brujas, ahora de patriarcales brujos. Hasta tenemos suerte en que lean tan poco los que podrían tomar estas decisiones. Qué listo fue Cervantes, qué raro y distinto a los demás, qué bien conocía el paño. Inquisiciones que no saben ya ni latín. Nada, que volveremos a contrabandear Biblias y a leer de tapadillo como Usoz, cuyo verdadero rostro y cara efigie desconocemos. También anda de centenarios en la Mitteleuropa la Protesta (1517) del hermano Martín, el fraile, el Martín Luder o Luther o Lutero o Luthero, hijo del diabólico invento de Gutenberg. Bien lo conocía el desconocido Usoz. Agustino hambriento de Dios y hendido por el rayo que no cesa en la boscosa y fragosa Germania, ante quien el mismísimo emperador Carlos no era sino un cordero entre lobos, según decía Juan Benet el Bueno. Negra cohorte de salvajes príncipes y obispos electores selváticos. El oscuro Usoz, que padecía de un cierto furor luterino, sólo quería traducir la Biblia, imitar al pegapasquines de Wittenberg y arrojatinteros de Wartburg, pero la Biblia no tenía eco en España, ni aún ahora. ¿Es que sabemos qué son los sinópticos o los apócrifos o qué significan kerygma o anatema? Ni a los republicanos cantonalistas, y menos aún a los católicos integristas, les interesaba lo más mínimo las escrituras sagradas. El bueno y meritorio de Usoz no tenía la pluma ni el tintero de Lutero, ni tampoco el apoyo de imperiales príncipes avariciosos. Las leyendas áureas, rosas o negras, dejémoslas para cuando le toque el turno al centenario de Julián Juderías, truchimán, el año que viene. Cultura y conmemoración son ya palabras sinónimas. No sé si esto tendrá alguna relación en cómo malacabe el reinado apocalíptico de un Mr. President Trompa, donoso pato patoso y espichado, Imperator desnudo y sin majestad: amé:rca fee:st, con la bocaza llena. Pero también fue protestón de la secta de los cuáqueros el jurista Lynch, un «justiniano» en la corte yanqui.
Hay muchos más personajes de nuestra historia cultural injustamente olvidados o cuasi desconocidos, carentes del albarán o albalá oficial de los sabios del lugar, como W. E. Retana (1862-1924), crítico implacable y gran bibliógrafo y periodista filipinista, autor de un memorable Aparato bibliográfico de la historia general de Filipinas… (1906, 3 v.), magna obra que ningún editor se ha dignado reeditar, y de otras como: Fiestas de toros en Filipinas (1896), Reformas y otros excesos (1890), Diccionario de filipinismos (1921), y 40 obras más; y a este propósito, en Filipinas se usó el sufijo –illo sin valor diminutivo, como siempre, en palabras como gobernadorcillo, “jefe o alcalde de un pueblo”; maestrillo, “maestro de escuela nativo”; vacunadorcillo, “nativo que ayuda a poner las vacunas”; mediquillo, “médico indígena, curandero”; y así construimos un directorcillo, que es a donde queríamos llegar; tenemos aquí a mucho directorcillo y directorcilla, mucho jefecillo y jefecilla, minisTrillo o ministrilla (como la que lo fue por un quítame allá esas pajas), y hasta un jefecillo de gobiernillo, etc., etc. Pillos que pillan pero no les pillan in fraganti. País de pícaros, género que siempre triunfa, como el espíritu inquisitorial. Al gran Wenceslao Emilio Retana y Gamboa quizá se le recordará no más que como padre de Álvaro Retana (1890-1970), escritor sicalíptico y libertino, dibujante y modisto, letrista y compositor, un Petronio emplumado nacido allá en Bango, un punto f., hijo no merecedor de tal padre, si esto se puede decir. Durante la guerra del 36 se manifestaba en mono de seda y en la postguerra fue condenado a muerte, como la mitad de los españoles, que murieron de la otra media y de miedo. El hijo ha tenido, me parece, quien le reivindique orgullosamente, el padre todavía no, y no lo tendrá: Retana no tiene quien le vindique, seguirá purgando sus pecados de criticón. Otro olvidado periodista huérfano de su raza. El que usa el adjetivo decimonónico despectivamente lo hace impropiamente. Item más, para Rusia el siglo XIX fue su siglo de oro, como cúpula cebollina.
Coleccionistas y bibliófilos. Es la pasión, y no el dinero, la que forma las grandes colecciones, de libros o de arte. Véase lo casos de los bibliófilos como Comín Colomer, García Figueras, Usoz o Gayangos. J. Richardson, en su monumental biografía de Picasso (cuyo tercer volumen Alianza Editorial tuvo la extravagante ocurrencia de no publicar), dejaba claro que los mejores coleccionistas de sus obras eran empleados apasionados y modestos y no príncipes rusos ni inversores horteras nuevos ricos, ni siquiera esnobobos pseudoexpertos. Sólo con el vil metal no se hace nada, nada que merezca la pena, el dinero es sólo dinero, no es talento. Nombrar a un bibliófilo, y no a un Moñino o a un Gallardo precisamente, para custodiar una biblioteca pública es como poner al lobo a guardar el rebaño o al gandano el gallinero. Extremo insólito en los predios extremos de don Bartolo Moñino y del antes vilipendiado y ahora vindicado Princeps Irene Mandarín, aprovechando que el Manzanares pasa bajo la puente romana de Mérida. De la provincia pasamos a la Corte, donde pilota dom Béla Lajos Palinuro, gran testa grande de España, y su biblioteca selecta y salmantina de ediciones principescas: riqueza privada, miseria pública, vicios públicos, virtudes privadas. Hasta en la Biblioteca Nacional faltan algunas primeras ediciones de Galdós, quien debería ser su buque insignia y tener ya programado su centenario para el bienio 2019-2020. A veces la Administración es como una clase media galdosiana de quiero y no puedo. En la Cuesta de Moyano (Riudavets) y en el popular Rastro los domingos por la mañana se congrega la secta de los bibliófilos, donde hacen sus conciliábulos y sínodos, secretos francmasones del papel. Hay que verlos en el Campillo del Mundo Nuevo, bonito nombre para una plaza, desparramados y arrastrados por el suelo, en torno a los bibliopolas callejeros, a los AGT, JMB, JMGM, EAM, INB, FMG, MABP, AGM, JADI (el anotador)… a la busca de gangas, al rastreo y caza de piezas. La digitalización, la bajada del nivel cultural y la arquitectura minimalista han devaluado el precio de los libros, y los viejos y antiguos andan por los suelos, desolados.
HUL = ¡Hostia un libro! Asociación que promueve eventos culturales, editan libros algo macarras, comisarían y policían exposiciones y organizan duelos de espadas láser. Priapismos de makokis festivaleros, gallinas ciegas, titereros del alambre y de perro muerto de. Aseguran saber leer y escribir (en castellano, no en latín), lo que no es desde luego ninguna garantía. Uno de sus miembros se define diciendo que “no le gusta la violencia, pero no dudará en usarla si lo cree necesario”. Vale. Este es el nivel de la cultura edilicia madrileña en 2017, centenario de una revolución fallida, como todas hasta ahora, salvo una. ¿Hacer a estas alturas un balance de la revolución de octubre, que fue en noviembre? Y esta es de nuevo la actual Kulturkampf o lucha cultural. Matadero 5. A Max Aub lo exilian de nuevo. Palabritas clave y cursis: anticapi, anticulturi, antisistemi, multiculturi. Y han subido o aupado hasta la Cuesta de Moyano, donde han sentado sus reales, la cuesta que menos cuesta, la más dulce de nuestra ciudad. En muchos edificios y lugares públicos de las Españas, para memoria y recordatorio de las generaciones por venir, habría que marcar una gruesa raya roja con la leyenda epigráfica: en el año del Señor de tal y tal hasta aquí llegó la.
Pretender una recuperación nostálgica de la tierna y chamorra Movida madrileña de la transición roza el ridículo. No tiene sentido recrear la bazBofia, revitalizar algo casi inane y tan sin sustancia como sopa boba. Quitando algún neozelandés antártico oriundo de Madrigalejo, con tiempo y dinero para hacer una gratuita y supérflua tesis doctoral subsidiada, la movida no le interesa ya a nadie con sentido, Estado Mental estable y con el bachillerato o graduado escolar al menos. Nostálgicos de su juventud divino tesoro, abstenerse, no confundamos otra vez los tiempos y los espacios. Está muerta y bien muerta y más enterrada que la sardina, no hay quien la resucite, no existe, no hay, no ha. Miento, sólo ha quedado una cosa, un bar, El Palentino, aunque ya estuviera de antes. El tiempo es el que ha movido a la Movida y ha recolocado las cosas en su sitio. Como negocio, eso sí, fue Redondo para algunos, a pesar de que la inversión de los hermanos se hiciese en Madoff en vez de en doña Manolita: por falta de nivel y consecuencia de haber tirado los domingos el salmón a la papelera. Un buen analista de la transición, Gregorio Morán, ignoró, en el «El cura y los mandarines», 1962-1996, este supuesto movimiento cultural. Analistas serios, aquí, pocos, casi ninguno; aduladores, propagandistas, «negros» y pelotas, para exportar, a patás. Así rectificamos y le quitamos a la movida su mayúcula. Cuenta la historia que el bonetiano Ramón no quería recibir en su casa a JRJ (el malvado capicúo) hasta que el poeta no le devolviese a Dios su mayúscula. Lugar: hueco de la escalera en el n.º 1974 de la calle Hipólito Yrigoyen, Buenos Aires. Protagonista: Ramón Gómez de la Serna (multiforme humorista de los madriles). Antagonista: Juan Ramón Jiménez (onubense neurótico premio Nobel y reformador ortotipográfico).
Letanía y liturgia de los farsantes. Hoy, como siempre, la lucha cultural, la Kulturkampf es un combate sordo contra impostores fraudulentos, suplantadores, trepadores, sanguijuelas, saqueadores, embaucadores y aduladores. Pelea dura, batalla perdida: se han entrenado desde la cuna, están agremiados y compinchados, son taimados, arteros y artistas, actores consumados, hipócritas, habilidosos manipuladores, seductores y simpáticos, encantadores de. Y tienen todos los altavoves a su disposición, todos los medios de comunicación e imponen la ley del silencio calladamente, sin que se note. Corrupción, redes clientelares y mafia van siempre de la mano en el capitalismo clientelar. Y eso que sólo vemos la superficie, las sombras al fondo de la caverna platónica, perenne enseñanza de un mito creativo. Debajo de la corrupción sólo hay más corrupción, como detrás de las montañas hay más montañas. La corrupción va por círculos, como el infierno del Dante. Una de sus grandes armas es la amenaza, por eso se delatan, sottovoce, cuando la usan. Y además son siempre buenos comunicadores y simpáticos, pues todo buen estafador tiene por fuerza que ser simpático, es una cualidad profesional curricular obligatoria. Pero, ¿quién teme a V. Wolf, quién le mete mano a semejante tropa, Truppen, quién le pone el cascabel o los grilletes al rato? Imposible. El Viejo de la Montaña. Pilato, Pilatos, fiel funcionario políticamente correcto, higiénico pero no aséptico, siempre triunfa con los de su casta, los poncios. Lo importante es poder mirarse al espejo por la mañana y poder ver al otro lado nuestro humano rostro: los dráculas chupasangres sólo ven el espejo. Juegos de máscaras. Pero hay máscaras que ocultan jetas, mascarones piráticos, pirados calígulas de tres al cuarto.
No es lo mismo privacidad que intimidad. No podemos poner al mismo nivel ni tienen los mismos derechos y obligaciones un personaje público y un ciudadano particular corriente, moliente, molido y contribuyente. Las guerras (y los delitos) del futuro (o sea, las de ahora mismo, las de 2017, las que podemos seguir en línea en el mapa de ataques informáticos de Norse) son y serán ciberguerras. Los negocios del presente y del futuro se hacen y se harán con nuestros propios datos, aportados por nosotros mismos gratuitamente, como ciberganado ordeñado en granjas de datos que somos, tecnoganado en la terminología de Javier Echeverría, el autor de la hipótesis de Telépolis, los Señores del Aire y el Tercer Entorno. Tiramos piedras contra nuestro vidrioso tejado solar. ¡Pallete, no ordeñes gratis los ordeñadores de tus granjas de datos! Y volverá el cartismo, que no el carlismo, por sus fueros. ¡Ya llega, ya, la IA! Y vendrá, después de un período de transición y de decrecimiento energético, el gran apagón y una nueva edad oscura, quizá. Apocalipsis ad portas. ¿A dónde nos llevará este tecnoliberalismo rampante? ¿Nos podrá «regenerar» de alguna manera la permacultura, el movimiento sobre el diseño de entornos sostenibles, que iniciaron Bill Mollison (1928-) y David Holmgren (1955-) en los 70, u otros similares, llegaremos a tiempo? ¡Noohhoh! Queda Vd. encargado de averiguarlo.
Hágase Vd. la autocrítica sin derramar demasiada sangre o semen, por favor. ¡Si seré idiota, que critico a quienes tienen, oh parcas, en sus manos mi, nuestro destino! Esto no se le ocurre ni a quién asó la manteca. ¡Seré gilipollas! Nunca se escarmienta, en ninguna cabeza. No es lo mismo idiota o tonto que gilipollas, como los del foro saben. Quizá algún día el hijo de Ángel Álvarez de Miranda, lexicógrafo, apostille esto con erudición. Los personajes de la historia y los que salen en los manuales y en los papeles, en las televisiones y redes sociales, son los figurones y los figurantes. Tanto tanto les debemos a los que son como Usoz que da vergüenza ajena que casi nadie haya oído ni siquiera hablar de ellos o le suene vagamente, es decir, no tenga ni la más remota idea, ni p. idea. Decía Durán, galaico Mairena, que los libros de memorias y recuerdos de la gente importante suelen carecer de interés porque nada cuentan, sólo se justifican. Las únicas memorias que tienen interés son las de personajes humildes y modestos: ordenanza, portero, ujier, bedel, criado, lacayo. Nadie es grande para su ayuda de cámara: el cocinero y secretario infiel
Escribir es implorar, es llorar (Larra, el padre de Doña Baldomera, la inventora del esquema de estafa piramidal de Ponzi antes que Ponzi y Madoff), escribir para que tus amigos te quieran (García Márquez, autor infantil) o para sorprender a tus parientes, escribir para hacerse millonario (como todos los halcones y demás satélites del planeta de los superventas), escribir para ayudar a los que sufren la historia y no a quienes la escriben (Camus el menorquín), escribir para ordenar las ideas en nuestras redes neuronales, inteligencia plástica y natural, escribir, en definitiva, como método de autoanálisis. Y siempre, para contradecir o contrafacer lo que biendicen en Cuba como «no coger pelea». ¿Craso error? Propósito de la enmienda: no coger pelea y volver a leer mañana, sin tópicos, al maestre don Mariano José de: flores de plomo, calle de Sta. Clara n.º 3, 2º piso, 6 de la tarde, un 13 de febrero, lunes de carnaval, pum. «Todo el año es carnaval.»
El mundo, desde agosto de 2008, está para callejear o flanear por la urbe portando un limosnero, como personaje anacrónico y extrapolado del Cunqueiro ¡Qué se puede esperar de un país en el que la minoría que lee, o leía, a diario el diario, los domingos, lo primero que hacen, es tirar el salmón a la papelera! Sin un semanario reflexivo de referencia, sin élites, sin clase dirigente, sin disciplina, sin ética ni civismo, ¿a dónde vamos?, ¿hacia dónde nos arrastra el rebaño y la turbamulta de la marabunta? Crisis, globalización, digitalización, decrecimiento: rebelión y revelación. Menos neg-ocio, más cultura, más permacultura. Ocio con dignidad.
No sabemos a dónde vamos, pero sí de dónde venimos y lo que somos. Y para consolarnos y hacer tiempo, todo este estado de cosas podemos y debemos desvelarlo y glosarlo, explicarlo, desahogarlo, comentarlo, anotarlo, como escolásticos escoliastas, sentados en el ciberscriptorium (¡oh asesino silencioso!), soportando el bochornoso estío y maldiciendo y renegando del mal llamado y mal hayado pero bien cierto cambio climático.
Otium cum dignitate.
Apéndice con el Apólogo de los monos sobre el uso de la tecnología: «…y después de muchos días con sus noches andando descaminados y perdidos por la viciosa selva tropical del altiplano, los maltrechos viajeros oyeron, gozosos y creyéndose ya a salvo, campanas; mas eran, para su desconsuelo, las de la iglesia de una abandonada ciudad invadida por la maliciosa maleza y okupada por una colonia de micos, que repicaban ufanos y alegres».
DRAMATIS PERSONAE por orden de intervención. Ludwig Wittgenstein 1889-1951; Eleuterio Sánchez 1942-; Francisco de Goya 1746-1828; Francisco Largo Caballero 1869-1946; Juan García Oliver 1901-1980; Alberto Rull Sabater m.en 2006; Lenin, Vladimir Ilich 1870-1924; Eugenio d’Ors 1881-1954; Francesco Filelfo 1398-1481; F. Matthias Alexander 1869-1955; Lope de Vega 1582-1635; Cristiano Ronaldo 1985-; Leo Messi 1987-; Albert Boadella 1943-; Felipe V, Rey de España 1683-1746; Francisco Franco Bahamonde 1892-1975; Fabián Estapé 1923-2012; Luigi Boccherini 1743-1805; Thorstein Veblen 1857-1929; Gustavo Bueno 1924-2016; José Ortega y Gasset 1883-1955; Marcelino Menéndez y Pelayo 1856-1912; Francisco de Quevedo 1580-1645; Martin Luther 1483-1546; Juan Benet 1927-1993; Julián Juderías 1877-1918; Charles Lynch 1736-1796; Eduardo Comín Colomer 1908-1975; Tomás García Figueras 1892-1981; Pascual de Gayangos 1809-1897; Bartolomé José Gallardo 1776-1852; Antonio Rodríguez-Moñino 1910-1970; Manuel de Godoy, Príncipe de la Paz 1767-1851; Kurt Vonnegut 1922-2007; Max Aub 1903-1972; Pedro Almodóvar 1949-; Bernard Madoff 1938-; Gregorio Morán n. en 1947; Javier Echeverría 1948-; Ángel Álvarez de Miranda 1915-1957; Pedro Álvarez de Miranda 1953-; Mariano José de Larra 1809-1837; Doña Baldomera [Larra Wetoret] 1834-1915; Carlo Ponzi 1882-1949; Juan Eduardo Zúñiga ¿1929?-; Gabriel García Márquez 1927-2014; Albert Camus 1913-1960; Álvaro Cunqueiro 1911-1981.