Joseph Cornell es uno de esos artistas inagotables del que se descubren nuevos aspectos cadas vez que uno se asoma a sus maravillosas cajas, teatros de la imaginación y la memoria. Cercano al surrealismo, en su casa de Nueva York elaboraba sus cajas, en las que introducía objetos y grabados. Desarrolló todo un universo de símbolos personales. Creó el arte de pensar en cajas. Sus miniaturas encerradas transformaban objetos cotidianos en obras de arte. Objetos desde la astronomía, el arte, la literatura, el cine, en especial su amor por la cultura europea y el renacimiento italiano. Un hombre que fue calificado por el New York Times como «un poeta de la luz; un arquitecto de habitaciones con memoria fracturada y un conocedor de estrellas, celestial y de otra manera».