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El mito liberal y la movilidad social

 

Leo a un famoso tuitero, economista, escritor, gestor de un “hegde fund”: «Existe una razón por la que en Nueva York hay una estatua de la libertad. Que no es una estatua de la igualdad». Es Daniel Lacalle y cita a Charles Krauthammer, un señor al que no conozco pero que ha ganado el Premio Pulitzer. Inmediatamente me viene a la cabeza La sonrisa americana. Una meditación sobre el imperio estadounidense, de Xavier Mas de Xaxàs, un periodista que fue corresponsal en Nueva York para La Vanguardia: “La estatua de la Libertad, vestida con las faldas de Marilyn Monroe, es, por tanto, la madre de la sociedad estadounidense, pieza central de un matriarcado que no regala nada, pero donde puedes conseguirlo casi todo si respetas las reglas que hacen de la libertad un bien material”. 

 

La cultura del logro, del esfuerzo, el sueño americano, la tierra de las oportunidades, el «puedes llegar donde te propongas»… La libertad como bien supremo que todo lo hace posible y la igualdad como mal a batir porque sólo nos lleva a la mediocridad, porque niega la esencia de cada uno de nosotros y nuestras infinitas posibilidades, nos adocena, nos convierte en rebaño…

 

Ésa es la ideología que parece comenzar a reinar en España. Recordemos la Ley Wert, que se supone inspirada en los mejores principios liberales, conservadores o neocon. No sé. Ya es que me lío. Me quedo con “de derechas de toda la vida”. Parece que “liberal” se va a convertir en un eufemismo. En realidad, ya lo es y de signo contrario a uno y a otro lado del Atlántico. Aquí oculta “derecha”. En EE.UU., “izquierda”. ¿Qué opinan?

 

Acordémonos también de quienes quieren un PP que baje los impuestos; que deje, sin complejos o con menos todavía de los que muestra, sanidad y educación en manos del mercado; que reduzca las prestaciones sociales para que la gente se busque la vida, para que no se apoltrone. Un PP mucho más “tea party”, el responsable del cierre de la Administración americana, que, como comenta Juan Torres López, quieren Gobierno, claro que sí, aunque digan que no, pero sólo para ellos. Un PP mucho más Margaret Thatcher, que le dé igual -menos todavía- el aumento de la conflictividad social o de la pobreza que denunciaba esta semana Cáritas en un informe que coincidía en el tiempo con el que constataba el crecimiento del número de millonarios en nuestro país “pese a la crisis” dicen algunos, cuando se debe, precisamente, a ésta. No nos engañaron: ya nos dijeron en 2007 y en 2008 que toda crisis es una oportunidad. El dinero no se ha volatilizado, sólo ha cambiado de manos. Y ha habido quien ha estado listo para pillarlo.

 

Lo que creo que los liberales españoles quieren es que España se parezca a EE.UU. o al Reino Unido. Son todos muy anglófilos. Argumentan que ésas son sociedades mucho más libres porque el Estado, de tan pequeño que lo han dejado -para lo que quieren, insisto-, no se mete en la vida de la gente. Pero creo que las tienen un poco mitificadas. O eso o es que buscan lo que buscan: la reproducción social, que todo se quede como está, que no haya movilidad, que el Estado no la promueva, que no la favorezca.

 

Sobreestiman las capacidades del individuo. Y la propia libertad de la que goza, que es escasa, mucho más reducida de la que nos gustaría.

 

“Libertad de elegir” es su tótem. ¿Pero cuántas opciones nos da la vida? A algunos, afortunados ellos, millones. A otros, ninguna. ¿Y quién se ocupa de quienes no tienen elección?

 

Sí, todo esto es un gran juicio de intenciones, pero nace de un análisis con que Bloomberg abría su página web hace unos días. Nos nos vamos a extender mucho. Sólo queremos que vean el gráfico. Es una maravilla y habla por sí solo.

 

Lo primero que nos ha descubierto es la existencia de “la curva del Gran Gatsby”, que mide la correlación entre la movilidad generacional y la desigualdad de los ingresos en los países desarrollados. Fue diseñada por un economista que ha trabajado en la Administración americana y da clases en Princeton, como Paul Krugman. Se llama Alan Krueger.

 

De acuerdo con esa escala, Estados Unidos muestra una estructura social rígida, y está yendo a peor en los últimos años, lo que no casa con eso de que la estadounidense es una sociedad basada en el logro, en el mérito. Y lo mismo sucede con el Reino Unido. En definitiva, en Estados Unidos, los hijos de los ricos están predestinados a ser ricos cuando se hacen mayores y los hijos de los pobres, a ser pobres durante el resto de su vida. No es el mérito el que manda, sino la herencia. Y no hablamos de la económica: la inmaterial es mucho más importante. 

 

En cambio, en los países “socialdemócratas”, aunque cada vez lo sean menos, no sufren un determinismo tan acusado. 

 

Pero vemos, además, que el gráfico no sólo muestra el grado de movilidad social que experimenta cada sociedad, sino también el grado de desigualdad. Justo los países en los que mejor funciona el ascensor social son los más igualitarios, al menos en la variable de los ingresos. 

 

La curva hace depender la movilidad social del grado de desigualdad que muestren los salarios. De todas maneras, como podemos intuir, no es sólo cuestión de los ingresos de que disponga la familia, tiene que ser cuestión de lo que proporcione el Estado para reducir las diferencias que inocula el mercado de trabajo en la estructura social. Al Estado le compete igualar. Sí. A no ser que queramos volver a ser una sociedad estamental. En cierto modo, comenzamos a parecernos a una. Hoy, parece ser, no se podría escribir un Gran Gatsby.

 

¿Y qué sucede en España? Bloomberg no nos mete en su escala. Pero el gráfico del artículo de la Wikipedia sobre la curva de Gatsby, sí. Y nuestra situación se parece más a la de Estados Unidos que a la de los países nórdicos. ¿A quién queremos emular de verdad? Puede que todavía estemos a tiempo para cambiar de rumbo. Porque parece que la libertad que nos promete EE.UU. no es tal.

 

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