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Mientras tantoEl momento de la sensación verdadera

El momento de la sensación verdadera


 

Tenía un poco abandonado el jardín. Pero créanme si les digo que durante este tiempo he estado examinando varios tipos de plantas carnívoras que medran sin piedad en el entorno balompédico. La primera de ellas, ustedes ya saben, es una especie portuguesa y tiene un comportamiento que oscila entre la corteza del alcornoque (Portugal es el primer productor mundial de corchos) y lo que los gallegos llamamos «saramagos», una planta salvaje que crece en los barrancos y que tiene una flor amarilla parecida a la caléndula y un gusto venenoso y agrio. Nada que ver con don José Saramago. La planta carnívora se llama José Mourinho y es una de las especies más emblemáticas de la flora deportiva desde hace al menos una década. Mourinho no hace jugar a sus equipos como ha demostrado en el Oporto o el Chelsea o está haciendo ahora con el Inter de Milán. El estilo de Mourinho consiste en estudiar y masticar al enemigo, no le importa el método, sino los resultados, no estima el talento, sino que emplea para ese menester a una escuela de gladiadores reclutados de las ligas mundiales. En Inglaterra fue un ídolo sin corona y un enemigo acérrimo de Sir ; en Italia acaba de demostrar al mundo que con diez jugadores se puede incluso jugar mejor que con once enmendándole la plana al gran Helenio Herrera. Ha pasado la eliminatoria contra el mejor equipo del mundo haciendo una demostración defensiva que las escuelas filosóficas estudiaran en el futuro: su defensa empieza por poner a Samuel Etóo de lateral y una jauría de perros mordiendo los tobillos a quién se atreva a merodear por los alrededores del área dónde dos estacas como Samuel y Lucio juegan en una parcela minifundista que defienden como si fuera Fort Apache. Muchos aquí y allá celebran su apuesta resultadista, y ya Florentino empieza a mover su caja de caudales para sentarle en Chamartín. Cuando acabe negociando un uno a cero contra el Almería o el Mallorca y los bostezos se oigan en La Castellana algunos se acordarán que han fichado a un entrenador que no distingue  el arte de la guerra.

 

En medio del fregado han aparecido otras plantas carnívoras como Cristiano Ronaldo: un jugador que ha llegado a una conclusión trágica en esta primavera griega: el mundo está en sus manos y el fútbol es como una galería de espejos en el que se refleja sólo su avance hasta la portería contraria. En Son Moix demostró que su dieta está basada tambiñen en el cultivo de los saramagos. Algunos economistas de la Corte empiezan a pensar que su fichaje ha salido barato. Al final, Florentino nos demostrará que fichar lo que se le antoje sigue siendo un buen negocio para el club. Allá él, allá ellos.

 

Con la expedición azulgrana camino del Sánchez Pizjuán y los relojes en hora para las nueve de mañana sábado el colocón de la Liga está asegurado en un combate a puntos entre las dos superpotencias. El Madrid de las remontadas contra un Barça que me da a mí, pese a la inusitada frescura del primer tiempo en Villarreal, que no le queda mucho aliento ya para grandes empresas.

 

En medio de este mayo a la espera de un enfrentamiento carnívoro entre Mourinho y Van Gaal, no podemos dejar pasar por alto el conflicto Norte-Sur que asola estos días Italia. La Roma, desquiciada, contra el inevitable Inter. Totti a patadas contra todos Y Mourinho de nuevo dedicando la gesta a su cielo protector. Falta eso sí analizar el comportamiento de otro eterno aspirante a la desgracia: el Atlético de Madrid más desastrado de los últimos tiempos se ha metido en dos finales de rango. A ver qué sucede con Neptuno.

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