29 de marzo de 1940
Debes reconocer que las magníficas promesas de la ciencia futura te aterran y de buen grado las verías abortadas. No a causa de que la ciencia cree mortíferos armamentos (siempre se encontrará la defensa equivalente; y, en cualquier caso no es que la ‘matanza’ de los hombres te desagrade; venimos al mundo para morir), sino porque la ciencia podrá proporcionar un día tales medios de control sobre la vida interior (‘sinceruty test’, esterilización, etc) o sucedáneos del propio individuo (‘robots’’) o intervenciones en la actividad interior y física individual (inoculación de esperma artificial, clasificación de las aptitudes, control estadístico de los gestos a lo Taylor, etc.) que la vida ya no valdrá la pena de ser vivida. La conclusión típica de las novelas de anticipaciones, en efecto, tras una descripción del mecanismo controladísimo de aquella vida, un ‘climax’ de estar hasta los cojones que hace que las masas se desencadenen matándose y enloqueciendo, con tal de escapar de la pesadilla. En suma, morir (sea por espada, sea por rayo mortal) no es nada; vivir científicamente parece espantoso. Un consuelo es el pensamiento del 25 de octubre del 38
Yo escribo diarios desde el año 2012. Y ahora que leo ‘El oficio de vivir’, el diario de Pavese y los comparo me parece que los míos no puede ser más frivolones y superficiales. Pavese pertenece al club selecto de los poetas suicidas, ¿pero qué otra cosa podría hacer con este aspecto, de pelazo y gafotas encendiendo la pipa? (Tiene aspecto también de torero antiguo que muere joven, ahora que caigo)
Yo a Cesare Pavese, de haber podido, le hubiera recomendado que hiciera ejercicio por su Piamonte, en lugar de autocitarse y analizar sus poesías demasiado. Una cosa que me gusta de sus diarios es que habla de sí en tercera persona, pero con minúsculas y se dice, ánimo, pavese y cosas así, esto yo me lo copio y me digo: vamos pepe, ánimo, vamos…
En un epígrafe de unas oposiciones que estudié había que hablar de la visión negativa que a veces se tiene de la ciencia en la sociedad, de conocerlo entonces, hubiera colocado este texto. Cuesta trabajo imaginar una percepción de la ciencia más negativa que la que destila Pavese un día de marzo de 1940, cuando la ciencia tiene también sus cosas buenas, pavese.