«Este Papa solo habla de los pobres y cuando dice sus sermones la plaza se llena de turistas de países como Argentina. ¡Esa gente no tiene dinero! Cuando Ratzinger era Papa, los alemanes llegaban en buses, organizados ¡Y gastaban! Ahora todos quieren descuento». ( vendedor de chucherías de la Plaza San Pedro, declarando para Rolling Stone magazine, 13 de febrero de 2014)
En la última edición de la revista Rolling Stone, llega el Papa Francisco. Tiene un parecido extraño con el amigo de Mafalda: Felipe. Francisco posa en la carátula con una sonrisa que parece decirnos: esperen nomás. Resulta extraño verlo en una revista que suele colocar en portada a promotores del matrimonio homosexual y las drogas blandas. En el artículo, el Padre Bergoglio es reconocido como lo mejor que le ha pasado al Vaticano en tiempos de Ratzinger y la pedofilia.
¿Cambiará la iglesia? A los católicos más liberales (esos que algún Papa reprimido o facho ya habría excomulgado hace cien años) la idea nos fascina. «Mah ¿Quién soy yo para juzgarlos?», dice Francisco, y de pronto los jefes conservadores, los tiranos que comen del miedo de sus feligreses al Infierno, se quedan pasmados. «¿Quién soy yo para juzgarlos?» es, tal vez, la pregunta más radical que ha soltado un Papa en el último siglo, transmitida al mundo entero por Twitter y Facebook.
Francisco no solo les ha quitado autoridad a los curas que lo atacaron en los medios de Estados Unidos por su sermón contra los ricos. No solo ha ordenado una encuesta entre los sacerdotes del mundo para recibir más opiniones sobre el celibato y la homosexualidad. Además, en un giro radical, el Papa ha rescatado al padre Gustavo Gutiérrez de la jaula donde lo puso Juan Pablo II –por comunista– para invitarlo a conversar en los salones del Vaticano. Al parecer, ahora todos tenemos permiso para criticar la desigualdad social. (Por favor, fijarse en la viñeta al final de esta nota. Es de Juan Acevedo, insigne historietista sudamericano. Creo que la posición del Vaticano en el Tercer Mundo, se puede reflejar muy bien en esta crítica a los amarres con la aristocracia latinoamericana. Con la venia española de Don Franco el Ibérico, claro está) Nunca debió extrañarnos que las masas hispanas huyeran del catolicismo y llenaran los templos de los Testigos de Jehová, quienes ofrecían –además de la salvación– el trámite de la visa a los Estados Unidos.
El Papa rocanrol está viejo y tiene problemas de salud. Sin embargo, en unos pocos meses, ha demostrado el poder que tiene un solo hombre cuando actúa sin maldad y con convicción. No esperen que de un día para otro la Iglesia Católica se convierta en la más cool de la religiones, pero al parecer ése es el camino. Aleluya, amén.
pd: Agradecimiento a mi amigo Amadeo Gonzales, quien con su arenga «rocanrol» fue el inspirador de esta humilde crónica.