Desde hace poco más de una semana el ajedrez está en boca de mucha gente, incluso para aquellos no tiene el más mínimo interés por este deporte-ciencia se han visto sorprendidos al escuchar la palabra “Parlamento” y “ajedrez” dentro de la misma noticia y, si además aunamos la palabra “unanimidad” sonará todavía más extraño. Así es, no es nada común que en el Congreso de Diputados se apruebe algo por unanimidad y es el ajedrez una de esas excepciones. Hace unos días se acordó que el ajedrez sea una asignatura en los colegios y muchos medios como la televisión, los periódicos e internet se han hecho eco de esta noticia. El mundo del ajedrez debe estar entusiasmado y de enhorabuena ante esta noticia, pero también el mundo de la enseñanza, ya que esta medida solo puede traer beneficios.
Concentración, capacidad de análisis, autocrítica, voluntad, trabajo en equipo, intercambio de opiniones, abstracción y razonamiento son unas de las muchas virtudes que tiene este juego milenario y si se logra mejorar a los alumnos en estos puntos, es claro que el beneficio será no solo en el ámbito deportivo (en este caso mejora del juego), sino que, de forma transversal estarán mejorando en su capacidad de estudio y obtendrán mejores notas.
¿Por qué el ajedrez ayuda a mejorar las notas de los estudiantes que lo practican?
El ajedrez es cálculo, es concentración, es razonamiento, es asociación de ideas que, aunque aparentemente no tiene conexión se logra conectar y crear una idea nueva. Dicho esto y si por ejemplo tomamos a los alumnos de una clase de matemáticas y hacemos que estos niños mejoren en los puntos anteriores, es lógico pensar que este nuevo proceso de pensamiento inducido por el estudio del ajedrez, les ayudará a sacar mejores notas. Hay estudios científicos que sustentan esta afirmación tanto que llegan a la conclusión de que los alumnos ajedrecistas mejoran en un 25% el rendimiento en matemáticas y en un 16% en comprensión lectora.
¿A qué edad es recomendable empezar a enseñar a los niños a jugar?
En este punto los expertos no llegan a ponerse de acuerdo, hay quienes afirman que a partir de los cinco años es recomendable empezar a enseñarles a jugar al ajedrez pero, hay quienes afirman que puede ser un poco antes. A edades tan tempranas es obvio que el ajedrez que se debe enseñar, poco o nada tiene que ver con una partida seria ni con aperturas y finales, sino, la forma de enseñarles debe ser por medio de juegos y actividades donde los niños se disfracen –de peones, reinas y torres– y se muevan saltando sobre un tablero gigante. A esas edades no se puede ni se les debe condicionar con rígidas reglas. Un niño disfrazado de alfil puede aprender desde muy pequeño el concepto de diagonal, lo mismo sucede con una niña pequeña que su pieza favorita sea la torre y, sin darse cuenta está aprendiendo los conceptos básicos de geometría.
Está claro que positiva decisión que tomaron los políticos debe ser entendida correctamente. Se quiere fomentar el ajedrez como herramienta pedagógica, como método transversal de enseñanza, de ninguna manera se pretende crear una fábrica de campeones. Si en un futuro, uno de estos pequeños alumnos logra destacar y desea ser un gran competidor, hay sitios donde se le enseñará a competir (Club de ajedrez, entrenadores, torneos, etcétera) pero, desde luego no en la escuela ya que esta decisión no nace con esa intención. Hay que formar personas, no campeones.
¿Serviría el parchís de igual manera en los colegios?.
No. Si se parte de la premisa de que el azar y la suerte no existe en el ajedrez, cosa que si ocurre en otros juegos como el parchis, las cartas, el dominó, etcétera, es fácil darse cuenta que el niño ajedrecista se enfrenta a una situación donde no puede buscar culpables o atribuir un error a la mala suerte. Es él y él es el responsable de lo que hace.
¿Qué sucederá ahora con la decisión de los políticos?.
A partir de este punto hay muchos cabos que atar como puede ser el número de horas que se impartirán por semana, bajo que método y qué puntos se incluirán en el temario, ¿es mejor dar las clases por la mañana o por la tarde?, ¿cómo se debe evaluar?. El paso importante está dado, los políticos han apostado por el ajedrez y su introducción en las aulas, dejando a un lado las “clases extraescolares de ajedrez” e incluyéndolo en el horario lectivo, a partir de ahí, habrá que ver la forma de hacerlo.
Un hecho relevante y que anima al optimismo es que, en muchos colegios se daban clases de ajedrez y el grado de satisfacción tanto de los profesores, como de los alumnos como de los padres de los alumnos es muy alto. Como norma general, el 70% de los alumnos se matriculan en un nuevo curso de ajedrez después del primero. Los padres por su parte también hablan favorablemente, especialmente los que tienen niños inquietos ya que logran que toda esa energía se canalice de otra manera y puedan estar quietos y concentrados.
En definitiva, tanto los ajedrecistas como los colegios pueden estar de enhorabuena, la primera piedra de la que esperamos sea una sólida construcción está puesta, solo falta la voluntad de seguir queriendo construir.
Mikel Iker Menchero Pérez