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El pez linterna mágica

 

 

 

El pez era una silueta de tangram ampliada en fotocopia. El rosario de texto es Letraset primorosamente aplicado letra a letra. Alejandro, el montador de la imprenta de Prudencio Ibáñez, (que tan exquisitamente nos trataba para hacer posibles todas nuestras fantasías gráficas), dijo que lo de los peces ya le parecía demasiado.

 

A cambio, solicitamos a Prudencio que nos dejase ir a trabajar un fin de semana, en la mesa de luz de Alejandro, para que el lunes se encontrase con la tarea hecha; pues además había que montar un tortuoso sumario, que era todo un palimpsesto. Prudencio nos dejó las llaves de su negocio, y allí nos sentimos por una tarde los dueños de una imprenta rodeados de rotativas, linotipias, y viejas Minerva, esas perfectas máquinas alemanas de impresión, que parecen lujosos Mercedes del tiempo de Hitler.

 

Los cuadratines grises que rodean a la silueta negra, tan piscícola como letrada, son las huellas grasas que dejaron con el paso de los años los trozos de papel cello, que se usaron para pegar – a suvez- trozos de papel blanco alrededor del pescadito chinesco. Como el destino de este montaje era convertirse en fotolito negro, todo lo que fuera blanco o transparente pasaría desapercibido tanto en el acetato, como en la plancha. El  tiempo ha resultado -pues- ser el coautor del trabajo gráfico que aquí se presenta. Y también Alf Arm, que le puso una leyenda enigmática al pescaíto, con el título de su artículo que éste ilustraba.

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