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El puente Billinghurst, el último asalto

A nadie le sonará este extraño nombre, pero el Puente Billinghurst -en el futuro Puente Continental- es la pieza final -o inicial- de un rompecabezas que terminará con lo que queda del Amazonas y con la esperanza de una Otramérica propia y no esquilmada. La torpeza humana ha hecho que se atrase su inauguración, pero los constructores aseguran -con la boca pequeña- que en mayo estará terminada esta estructura colgante de 722 metros sobre el río Madre de Dios.

 

No es casual la fecha porque Alan García quiere cortar la cinta de inauguración durante su ya agonizante mandato en Perú. No parece fácil que se cumplan las fechas, ya aplazadas en diversas ocasiones, pero tampoco parece posible poner freno a la última pieza de la Carretera Intercontinental del Sur, que unirá el Acre brasileño con el Pacífico peruano. Una carretera y un puente diseñados no para que crucen de ribera los paisanos de la provincia peruana de Madre de Dios, sino para el transporte pesado de mercancías.

 

El puente Billinghurst es la constatación de que la Iniciativa  para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) no es una broma, sino una realidad, que la Amazonía ya está vendida y que los megaproyectos económicos basados en materias primas (agrícolas, minerales, energéticas) han ganado la batalla. El IIRSA es tan poderoso que hasta el rebelde Evo Morales ha firmado un acuerdo para conectar su país a esta carretera Intercontinental.

 

Cuando el puente Billinghurst se inaugure nadie hará esta lectura en los medios convencionales. Cuando el puente Billinghurst esté en funcionamiento algo habrá dejado de funcionar el Otramérica, será la última pieza de una carretera soñada por las multinacionales y por el gobierno imperial de Brasil y será la primera pieza de este último asalto.

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