Hoy 1 de agosto comienza el ramadán, el mes de ayuno para los musulmanes. A lo largo de él los creyentes han de privarse, desde la salida del sol hasta la puesta del mismo, de comer, practicar el acto sexual, etc. El precepto, que junto a la oración, la visita a la Meca, etc. es uno de los cinco básicos del Corán, es muy seguido en las comunidades islámicas. Incluso en las que viven en ambientes en que otras religiones son predominantes. En Francia, por ejemplo, se cree que es observado por un 70% de la población islámica con un porcentaje curiosamente superior entre hombres que entre mujeres. Permanece estable desde hace años.
Bastantes islamistas han proclamado que hacer la guerra es incompatible con el ramadán. La prohibición, con todo es discutible; ha habido guerras entre musulmanes en esa fecha sagrada y, en alguna ocasión, los islamistas han atacado a infieles en esos días. Ahora bien, eso no impide que un número no despreciable de muslumanes considere una afrenta que los cristianos ataquen a musulmanes en esas jornadas sin respetar que están en un mes de sacrificio. Es una claro ejemplo de la ley del embudo. De forma parecida bastantes sectores del mundo musulmán se yerguen encolerizados si un periódico occcidental publica unas caricaturas de Mahoma sin detenerse a pensar que otro diario occidental, o ese mismo, ha ridiculizado sangrientamente en cualquier otro momento cercano a Jesuscristo, la Virgen María o cualquier signo de la religión cristiana.
El hecho es que esta demonización del infiel por no respetar el ramadán funciona ampliamente, pocos creadores de opinión islámicos se atreven a pregonar que «los cristianos están bombardeando tal zona musulmana durante el ramadán, pero es algo que nosotros hemos hecho intermitentemente a lo largo de los siglos», y esto plantea problemas a la actual campaña de Libia. Las fuerzas de la OTAN han eliminado la aviación de Gadfi y diezmado a su ejército, pero no lo han domeñado.
El líder de los rebeldes libios ha sido asesinado hace escasos días, lo que es un golpe para los que quieren desalojar al dictador. Nuevas dificultades para la coalición occidental. Gadafi,i si recibe bombas en el ramadán, pofrá seguir pregonando en la televisión, que aún controla a pesar de los ataques, que los «cristianos continúan con su cruzada contra los creyentes sin respetar algo tan elemental como las fechas que estableció el profeta como de oración, ayuno y sacrificio». Muchos libios verán en ello una blasfemia y bastantes musulmanes de otros países también.