de los deberes del exilio:
[…]
no olvidar el exilio/o sea la tierra/
o sea la patria o lechita o pañuelo
donde vibrábamos/donde niñábamos
Juan Gelman, Bajo la lluvia ajena
Exilio: “Jo no existiria sense l’exili que van viure els meus pares. I trobo que és terrible, injust i lamentable que algú, per la força, hagi de deixar el seu lloc de naixement, família, amics, costums…”.
El exilio actúa sobre el organismo como un parásito, de alguna forma autodestruye, indistintamente de la fortaleza física. El siglo XX se plagó de exilios. La frase que lo activa: “Haz la maleta y corre”.
Las causas no nos interesan, porque nada ni nadie debería interponerse entre tú y tu almohada.
Una década pasó en el exilio el filólogo catalán Joan Baptista Xuriguera.
Cruzó la frontera francesa el 26 de enero de 1939, el día de la caída de Barcelona. Jueves. Ni en lunes ni en martes, de la casa no te alejes; ni en miércoles ni en jueves, de la casa no te muevas.
Dio clases en la Escola de Cecs i Mutilats de la Mà Dreta, en Caussade, en Francia.
Joan Baptista Xuriguera publicó literatura (Capses humanes). Sin embargo, la popularidad se la ganó por su martirologio de verbos: Los verbos castellanos conjugados. Los verbos castellanos y los verbos catalanes, pues todos ellos derivan del latín vulgar. Vulgaris.
Volvió a Barcelona en 1948.
Xuriguera y Avelí Artís-Gener, Tísner (Paraules d’Opòton el Vell), no se trataron, o al menos no sabemos que se trataran. Desde luego, se supieron los dos, en brazos de cada uno acabó la obra de los dos.
Literato al abordaje, con un parche en el ojo derecho, Tísner volvió a Catalunya en 1965.
Salió pitando hacia el exilio, ese lugar desconocido que hace que desaparezcas, la tierra temporal. Se subió al Ipanema, carguero que zarpó desde el puerto de Pauillac, entre Burdeos y Pointe de Grave, el 12 de junio de 1939.
Fletado por la Casa Galicia de Nueva York y las Sociedades Hispanas Confederadas de Ayuda a España, cargaba refugiados: el Open Arms atlántico.
Tísner se marchó con los recuerdos de barro de la 556 Brigada Mixta. Escenógrafo y ninotaire –torero de las viñetas gráficas–, nunca dejó de perfilar, esbozar y delinear con los dedos.
Una de las hijas de Tísner, Graziel·la Artís Mercadet (Ciudad de México, 1943), ha vuelto a Barcelona, la ciudad en la que nació y falleció su padre, la ciudad en la que pudo haber sido.
Nacer y morir.
El día en el que nos dejó Tísner, el 7 de mayo del 2000, la banda terrorista ETA asesinaba el periodista José Luis López de Lacalle.
“Un referente ético de Cataluña”, publicaron los diarios de nuestro polifacético autor.
Graziel·la no es como su padre, que se autorretrató frente a la página en blanco: “Que ningú no se sorprengui del meu fer caòtic, malfeiner de mena com soc i havent-me-les amb el reguitzell de fets no prou digerits”.
Graziel·la pajarea entre el mar y la montaña, entre la ciudad y el campo, entre la lluvia y el sol, el sol modélico del mediterráneo. Con menos años, la habríamos visto bailar el Saturday Night de Whigfield.
Animada, por ser vegana del entusiasmo paterno (“mi padre era muy divertido, muy entusiasta”); Gioconda, por una sonrisa estilizada que sorbe como una sopa; influencer, porque nada ha de envidiarle a la Güela Pepi; estaño gris y estaño blanco, reformula los conceptos, los liga para luego partirlos, se mofa del convencionalismo y acaba optando por poner la quinta marcha y dirigirse a la primera elección: hacer lo que a uno le venga en gana.
“Sempre he fet el que he volgut”.
El paraguas que sujeta en este día de lluvia fina le sirve para marcar el territorio de la calle de Aribau, por la que ya transitó su familia hace cien años, aquejados todos ellos del síndrome Barcelona: ser, més que estar.
La conversación le sugiere a Graziel·la la letra de la canción de Carlos Rivera: ‘El hubiera no existe, solo queda la continuación…’.
Futuro perfecto
Habré continuado
Habrás continuado
Habrá continuado
Habremos continuado
Habréis continuado
Habrán continuado
1
Orxateria La Valenciana
Fundada en 1910.
Helados, granizados y la mejor horchata de chufa.
En la calle de Aribau, 16, en la horchatería La Valenciana (“Tot l’any gelats i orxata”), los postres se comen por los ojos. Entrecerrados ojos.
En la pared del fondo, un cuadro de los inicios, de los canotiers y los tranvías, de cuando la horchatería se apostaba en Aribau con Gran Via de les Corts Catalanes, que en los años oscuros se llamó Avenida de José Antonio, el Ausente.
Le gusta la horchata a doña Graziel·la, vanidosa en cuanto sus años no le hacen justicia. Que la tutee: “Me haces sentir mal si me tratas de usted”.
Le aseguro que su juventud está a prueba de bombas. Que, en el fondo, aterrizada en Barcelona, lo que plantea en su vida es la doble juventud, algo en lo que se consagró Ana María Matute, la niña del pelo blanco.
En la novela Paraíso inhabitado, de Matute, Adriana se enamora del niño ruso Gavrila, nimbado de luz.
Graziel·la se enamoró de un niño yugoslavo, de la Yugoslavia de Tito.
Para los jóvenes de la primera mitad del siglo XX, la Revolución Rusa atraía con sus luces de posición que señalaban la utopía.
“Si tengo un hijo le llamaré Ivo”, se dijo, envarando las palabras.
Puesto que es una mujer de deseos que arden como las velas de las palmatorias, se hizo realidad.
Tres hijos: Alexis, Ivo y Ximena, estos dos últimos “cuates” (mellizos). Cada uno de ellos, a su vez, con la parejita: niño y niña, equilibrando la familia en cualidad de género.
Ivo está casado con Maricel, la biznieta del president de la Generalitat de Catalunya Lluís Companys.
En las navidades del 2023, Graziel·la, la hija de Tísner, se desprendió de los adjetivos, de los señuelos, bajó de los picos nevados y de las altas montañas (el Mundo de los Gigantes de Matute). Decidió cortar con México. El México de los zapoteca que descendían de los jaguares y que no se escondían en el ramaje de los árboles, sino en las nubes de azúcar.
Graziel·la se despidió de los mariachis, con sus trompetas chapadas en plata.
Arrancó las hojas del calendario para no ver su futuro cierto.
Se pidió los últimos tacos, con jitomate y epazote, las jotas y las zetas en zafarrancho de combate, picantes hasta clavar la bayoneta en la garganta.
Cenó con la muerte para honrar a los suyos.
En el Panteón Español de México descansa el abuelo, el padre de su padre.
El padre de la madre, trabajador textil, había emigrado a Lyon, en Francia, donde tuvo a Lluïsa, que nació francesa siendo barcelonesa, aunque viviera en México.
Con el agave azul del tequila y con el maguey del mezcal se emborracha la Virgen de Guadalupe, y la Virgen encomendó sus pasos.
Graziel·la Artís decidió grabar su propia versión de estudio de Ocean.
Y cambiar de aires a los 80 años.
“Sempre he volgut viure a la vora del mar”.
Desde hace unos meses reside en Arenys de Mar, a unos cuarenta kilómetros de Barcelona.
Ella vio la inmensidad azul, el planeta azul, cuando cumplió los siete años. En la localidad de Tecolutla, junto al manglar de vaniquita El Pirata, en el océano Atlántico.
“El mar me fascina”.
Pocos saben que el mar la atraería tanto como para correr rallies con su padre: “Jo era la copilota. Anàvem de costa a costa”, de Acapulco a Veracruz, de mar a mar, de azul a azul, los abismos de los cielos y del mar, como cantaba Rubén Darío.
“Vam arribar a meta els primers i ens va rebre la televisió i em van entrevistar. No sabien que havíem arribat els primers perquè ens vam perdre pel camí”.
Tísner dedicó la Guia inútil de Barcelona (1967) a sus cinco hijos: Mireia, Graziel·la, Glòria, Raimon y Mònica.
“Ja coneixeu la trampa del llibre que teniu a les mans; són les impressions del retrobament, les descobertes i les redescobertes, l’agredolç, els alts i baixos en aparença contradictoris, el punt i el contrapunt i el respirar a fons, altra vegada, aquest humit airet mediterrani”.
Ana María Matute, en Paraíso inhabitado: “Me he dado cuenta de que lo mejor de algo que se espera es estar esperándolo”.
Pretérito pluscuamperfecto
Hubiera esperado
Hubieras esperado
Hubiera esperado
Hubiéramos esperado
Hubierais esperado
Hubieran esperado
2
Arc de Sant Agustí
“Los muertos siempre condicionan nuestra vida”, dice en la tele el escritor Sergio del Molino, autor de Los alemanes.
Los muertos nunca se van del todo. Los ángeles de la guarda no dejan de ser las alas de nuestros muertos que nos cuidan, nos protegen.
Los padres de Graziel·la, Lluïsa y Tísner, que se conocieron en México, yacen en el aire y en las aguas de las capas profundas del balneario Senillers, en la Baixa Cerdanya, cerca de Andorra. Allí se esparcieron sus cenizas.
Los dos murieron en el mismo año, en el 2000, con una diferencia de cinco meses: el padre, en mayo; la madre, en septiembre.
Su espíritu impregna la resina de los bosques catalanes, el de Gresolet y el de Merlí.
Se habían exiliado siendo solteros. En México se casaron. Allí tuvieron a los hijos, en el orden natural de las cosas: Mireia (1942), bióloga, a quien le gustaría visitar las casas mexicanas en las que residió en esa diáspora de los pueblos íberos –la familia nunca poseyó una casa en propiedad–; Graziel·la (1943), formal y mosqueta, dueña de una infancia muuuy feliz; Glòria (1946), antropóloga, fascinada por las culturas de Oaxaca, que decidió anclarse en México y no partir; Raimon, Rai (1947), maestro, y Mònica (1957), artista y joyera de cautivadoras abstracciones de resina blanca.
Cuando los padres, Lluïsa y Tísner, pusieron punto final a su estancia en México, empaquetaron lo imprescindible –un baúl de libros– y recalaron en Barcelona, en enero de 1966.
Se trajeron a Glòria, Mònica y Rai, y los dos últimos se han pegado a la terra de Molins de Rei y de Sant Hilari de Sacalm, respectivamente.
Cuando los padres, Lluïsa y Tísner, recalaron en Barcelona, se hospedaron en un pis vell de la calle de l’Arc de Sant Agustí, en el Raval que ya narró el escritor Domènec de Bellmunt.
Hoy, l’Arc de Sant Agustí se ha encogido: va de la tienda Mobile Corner (“Reparació · accesoris · sim cards”) a la tienda Rambla Mòbils (“Venda de mòbils · accesoris · reparación”). Entremedias, el bar bodega Montse, que pretende seguir siéndolo. De los avisos en la pizarra: “En terraza se paga por adelantado” y “No restaurante” y “No se cargan móviles por falta de enchufes” y “No credit card, only cash” y “Aquí no se fía” y “WC solo para clientes”.
En la parròquia de la Immaculada Concepció i Sant Lorenzo Ruiz, la “pontificia y real hermandad de nuestro padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la esperanza macarena en Barcelona”.
Ante tu cruz, Señor Jesús,
permanecemos en silencio,
con el corazón en suspenso.
La poesía tapiza la calle con el musgo del amor: “Una mente débil se queja de todo. Una mente fuerte acepta, analiza y resuelve”.
Cuando Tísner y Lluïsa se estabilizaron, se fueron a vivir al tercero tercera de un piso en el chaflán de la calle del Comte Borrell con Floridablanca.
Vuelvo a la pregunta: “Com era el pare?”.
Vuelve a responder: “Muy divertido, muy divertido. Le recuerdo dibujando durante horas delante del restirador, la mesa de delineante. Horas viendo cómo dibujaba. Él era dibujante y publicista y periodista y ninotaire. Y escenógrafo, inauguró el Canal 4”.
La guerra del 36 le había dejado tocado, aunque hizo un esfuerzo por no guardar rencor, por sobreponerse, eso que los terapeutas Gestalt llaman resiliencia, bienestar y sensoriomotriz, que no sé lo que es.
Graziel·la: “Mis padres quedaron marcados por la guerra. Pero nos explicaban sus experiencias quitándole hierro”.
Tísner estuvo en el frente, en la 556 brigada mixta, que no era la 556, sino la 123, de la División XXVII:
“Si aleshores hagués tingut una visió més realista, hauria escrit un franc reportatge, però en comptes de servir-me d’una tècnica que més o menys dominava amb diversa fortuna, vaig voler fer una novel·la”.
En la novela, cambia nombres, fechas y unidades.
Simone de Beauvoir, en La ceremonia del adiós: “La violencia revolucionaria es un medio moral porque los trabajadores se convierten en sujetos de su historia”.
Posiblemente, ni Simone ni Sartre tenían ni idea de lo que era la violencia, cuajada de sangre.
La hija de Tísner: “He leído la obra de mi padre, pero no me acuerdo de todo. Yo le leía mientras escribía a máquina, por pura curiosidad”.
Condicional simple
Curiosearía
Curiosearías
Curiosearía
Curiosearíamos
Curiosearíais
Curiosearían
3
Elisava
Pensamiento crítico. Visión exploratoria. Sociedad inclusiva.
La Facultad de Diseño e Ingeniería Elisava, en las Ramblas, se ubica en el sitio exacto, como pensada de antemano muchos siglos atrás, siglos a. R. (antes de las Ramblas).
En la escuela se ultiman “propuestas de señalética” en soportes diversos, ya sean camisetas o tablas de skate.
A Graziel·la le encanta pasear por las Ramblas. Y le encanta el diseño, las coordenadas de una butaca o las marcas de corte de una frontera, “la única tierra disponible para los pobres”, según Nathaniel Hawkeye.
Sus tres hijos, Alexis, Ivo y Ximena, se dedican al diseño.
Ella habría seguido los mismos pasos si no fuera porque el destino le tenía reservada una misión mayor.
Nos remontamos varias décadas.
“Mis padres eran muy liberales, en realidad nosotros hacíamos lo que queríamos”, se refresca el gaznate Graziel·la, que vuelve a beber una horchata pequeña. “Mi madre, que había nacido en Francia, hablaba catalán en casa. Solo nos hablaba en francés cuando estaba enfadada. Ella quiso que nuestra educación fuera francesa”.
Les matriculó en el Liceo Franco-Mexicano, que desde 1937 “brinda educación de excelencia académica, bilingüe y bicultural”.
Desde los 15 años, Graziel·la daba clases particulares a los niños con dificultades en sus casas.
Finalizados los estudios, la institución la contrató para impartir en el cours de fin d’études a los chicos menos favorecidos que pugnaban por no quedar en la cola del sistema.
Así empezó.
Más de cincuenta años después, ahí seguía, siempre en primaria, dotando de cifras y letras las cabecitas desbordadas de imaginación.
En esos años, organizó la biblioteca-mediateca del centro, así como la de la sucursal, la Escuela Molière Liceo Franco Mexicano, en la localidad de Cuernavaca, donde estudió Sofía, nieta de Graziel·la.
Frecuentaba el Orfeó Català de Mèxic. Tísner reorganizó la Agrupació Catalana d’Art Dramàtic. Sus hijas bailaban en el esbart.
En 1964, Graziel·la se casó con el administrador de empresas Albert Pi-Sunyer,
hermano de August y de Antònia, Tona,
hijos del bioquímico Cèsar Pi-Sunyer,
hermano del economista Pere Pi-Sunyer,
hijos a su vez del fisiólogo August Pi i Sunyer,
hermano del ingeniero Carles Pi i Sunyer,
quien fuera alcalde de Barcelona en 1934, el año de la Revolución de Asturias, y en 1936, el año de A las barricadas,
hijos los dos, a su vez, del médico Jaume Pi i Sunyer.
Graziel·la se jubiló durante la pandemia.
Y soltó amarras.
En diciembre del 2023, voló a Barcelona, ciudad que ya había visitado por primera vez en 1966. “Entonces era una ciudad más íntima, menos impersonal”, dice.
De tanto en tanto se deja caer por la Granja Viader, la casa del Cacaolat, en Ciutat Vella.
A su madre, Lluïsa, le agradaba este sitio, sobre todo iba en los días de invierno, cuando en el invierno hacía frío.
Graziel·la rumia ponerse a escribir de nuevo.
Solo ha contado un cuento y le vino por necesidad.
En enero del 2020, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, auspició un sorteo multitudinario con seis millones de cupones: “Gran sorteo especial Batalla de Puebla · 158 años de la Victoria. Premio Mayor, avión presidencial”.
El premio, el Boeing 787, Dreamliner, cuya gama opera en la aerolínea mexicana, Aeroméxico.
“Mandé un cuento sobre el sorteo a la revista Letras Libres”.
Se titula El cachito: “Casi repuesto de la emoción, se topó con la realidad: ¿dónde estacionará el avión? Ni siquiera cuenta con un lugar de estacionamiento en el modesto departamento de Mixcoac…, y en la calle, imposible, ¡no cabe!”.
Presente de imperativo
Cuenta
Contad
4
Ramblas
La contaminación es lineal y sin umbral, según los expertos.
El exilio es una condición, según el poeta Tomás Segovia (“cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra”).
El barcelonés Tísner se exilió en México, adonde llegó con oficio y sin beneficio.
Su padre, el dramaturgo Avel·lí Artís i Balaguer, fundó la Col·lecció Catalònia, en la que también se editó al historiador Pere Bosch i Gimpera (Història de Catalunya) y al lingüista Antoni Rovira i Virgili (La collita tardana).
Avel·lí murió en el exilio, revestido de la moral del exilio, con su fundamentalidad y sus principios.
Las Ramblas barcelonesas han superado exilios, rebeliones, pecados, estallidos, contaminaciones y regencias. En esta caldera se han fundido los personajes de la realeza y de la plebe, el cortacésped de los mejores impostores y caravanas de hombres y mujeres.
Graziel·la ronda por las Ramblas, le gusta pasear.
“Veo a la gente, me gusta cruzarme con extraños”.
Camina y bebe agua de uno de los cuatro caños de la Font de Canaletes.
Prueba las chapatas de La Torna, la parada del Mercat de la Boqueria.
Admira el cartel del Gran Teatre del Liceu en el que se anuncia la ópera del compositor Hèctor Parra. Orgía, “amor y sexo al servicio de una destrucción sádica”.
“¿Por qué has venido a Barcelona?”, le salgo al paso.
Graziel·la se acaricia el cabello, caído en la cubierta del peinado, y se refugia como una mademoiselle prolongada por su propio eco, garbosa y honorable: “Me quiero muchísimo México, pero siempre me ha llamado la atención venir a Catalunya, me gusta tanto tanto… Teniendo dos nietos aquí y tres hermanos, pues… –Y enmohece el semblante, acordándose de los informes anuales de Reporteros Sin Fronteras, con el crespón negro: en el 2022, y por cuarto año consecutivo, México es el país más peligroso y más mortífero del mundo para los periodistas. Graziel·la constata–: La situación en México no está muy bien, la inseguridad es horrible”.
Simplificando: “Me hacía ilusión venir”.
La someto a un test de preguntas rápidas, test hot, trend y challenge:
—¿Rincón preferido de Barcelona?
—Todos.
—¿Por dónde callejeas?
—El Gòtic, el Port, las Ramblas…
—¿Ya has visitado la Sagrada Família?
—No soy muy de Gaudí.
La maestra Graziel·la Artís ha acampado en Arenys de Mar, junto al mar inmenso de su niñez, la reniñez del poeta Gonzalo Rojas.
Su catalán suena mejor con la aliteración: “Tenia l’obsessió de venir i viure a la vora del mar”.
—¿Qué haces ahora?
—Tejo. Hago crucigramas, me he aficionado a los juegos del teléfono móvil. Y me he matriculado en el grado online de Diseño y creación digitales, en la Universitat Oberta de Catalunya.
Tísner colaboraba en La Vanguardia con sus “mots encreuats”: “1. Horitzontal. Volis sense batre les ales. Sense cessació ni intermissió, perpetu”.
—El diseño…, ¿algo que tenías pendiente?
—Sí. Siempre me ha encantado, ya lo había estudiado en la Escuela de Diseño y Decoración, en México. Ya te digo, mis tres hijos son diseñadores. Ahora estoy escribiendo un artículo para la asignatura Historia, teoría y crítica del diseño, un artículo sobre la evolución de las sillas a lo largo de la historia.
—¿Sigues la política?
—Me da urticaria la política.
—¿Cómo ves el futuro?
—Si sabe comportarse, la humanidad pervivirá.
Del filósofo Paul Ricoeur (La mémoire, l’histoire, l’oubli): “La utopía es la lucha en el presente por el sentido del futuro”.
Presente
Lucho
Luchas
Lucha
Luchamos
Lucháis
Luchan
5
Las Golondrinas
Exilio: “La impotencia de no poder retornar a la tierra que te vio nacer”.
“Esta es la vez que más estoy disfrutando en Barcelona”.
Plantígrado de manos que podrían ser manazas, pero que, singularmente, palpan, tocan y sienten con la cesura de las brocas avellanadoras. Enderezado como la batuta de Rubinstein, convexo desde la ingle hasta el mentón, prominente y excelso, un mogote con apariencia humana.
Alexis Pi-Suñer (Ciudad de México, 1967) anda contento por las calles de Barcelona porque ya no anda, monta en bici.
“Esta es la vez que más estoy disfrutando en Barcelona porque me he sacado el carné del Bicing y voy directo hasta el mar”.
El mar ejerce una atracción insondable en el hijo de Graziel·la, el nieto de Tísner, el biznieto de August Pi i Sunyer.
“Será que los Pi i Sunyer de hace dos siglos ya eran navegantes”, dice con el café con leche en los labios, dos cantos carnosos.
Será.
Al mar se acerca Alexis cada vez que tiene una oportunidad. Lleva un mes en Barcelona, donde espera quedarse muchos meses más. Él lo cuenta: “La primera vez que vine a la ciudad tenía dos añitos; mis abuelos, Tísner y Lluïsa, querían conocerme. Luego he vuelto en una docena de ocasiones. Siempre he soñado con vivir aquí. Cuando en México oía hablar de Barcelona yo me imaginaba que esto era Disneylandia”.
Alexis recuerda con simpatía a su abuelo, Avel·lí Artís, Tísner: “Cariñoso, bromista, todo un personaje: pintor, escultor y político, cualidades bien definidas. Los taxistas le reconocían, acaso por el parche en el ojo que se tuvo que poner por un problema ocular”.
Recuerda a su abuela, Lluïsa: “Muy amorosa”.
Los dos, Tísner y Lluïsa, salieron pitando de Barcelona y los dos llegaron a México a bordo de sendos barcos repletos de refugiados. En el caso de Tísner, el Ipanema; en el caso de Lluïsa, el Mexique.
Los dos volvieron a Barcelona, en otro buque, el Satrústegui.
Los dos se quedaron definitivamente, desexiliados.
“Los dos vivieron la guerra como una gran tragedia. Yo mamé el dolor del exilio. La impotencia de no poder retornar a la tierra que te vio nacer”.
El exilio ha marcado a la familia Artís/Pi-Suñer, en cada una de sus letras, en cada una de sus significantes, en cada uno de los certificados del exilio.
El padre de Tísner, Avel·lí Artís, tuvo que exiliarse. Murió en México.
También se fue la hermana de Tísner, Rosa, casada con el poeta Pere Calders, a quien conoció Alexis: “Muy agudo, con una mirada penetrante detrás de unas lentes grandes”.
La abuela paterna de Alexis, Trinidad Trini Llorens, cruzó los Pirineos a pie, en el 39, en la diáspora republicana. Tuvo a su hijo Albert en Perpiñán. Nació a los once meses, dos más de lo debido. El cuerpo, que es sabio, retuvo el feto hasta que se vio a salvo.
Albert es el padre de Alexis. Sus dos hermanitos, August y Antònia, pasaron a Francia tras una caminata agotadora. Seguramente el fotógrafo Robert Capa les enfocó con su Leica de 35 milímetros.
Trini, casada con César Pi i Sunyer, sobrino de Carles Pi i Sunyer, nunca más volvió a residir en Catalunya.
El bisabuelo de Alexis, August Pi i Sunyer, se exilió en México con toda la familia, con sus hijos Jaume y Cèsar; el otro hermano, Pere, se exilió en Venezuela.
Jaume Pi-Sunyer se alejaría luego hasta Nueva York, con sus hijos, Jaume August, Xavier y Berta.
Carles Pi i Sunyer, el hermano del bisabuelo de Alexis, se exilió en Inglaterra, y de ahí saltó a Venezuela. Alexis se detiene frente a la placa colocada en la casa de las Ramblas en la que vino al mundo: “En aquesta casa nasqué el dia 29 de febrer de 1888 Carles Pi i Sunyer, escriptor i polític que fou alcalde de Barcelona, conseller de la Generalitat de Catalunya i ministre de la República”.
Santiago Pi i Sunyer, hermano de Carles y de August, se exilió en Bolivia.
Podríamos seguir y el exilio se convertiría en un carrito de la compra de Caprabo en el que cargar con los nombres y los apellidos de la catalanidad, aquello que quería extirpar el dictador Francisco Franco. Los “indeseables”, que ya predijo el periodista Luis de Sirval en sus artículos de crónica parlamentaria, en Huellas de las constituyentes: “El indeseable puede ser persona honrada, lo es a menudo, pero a la autoridad no le gusta”.
(La autoridad acabaría asesinando a Luis de Sirval).
Sigue Alexis, que ha indagado en el pasado familiar: “No es de extrañar que la condena del franquismo a mi familia, según las actas del juicio que he podido leer, fuese la de ‘sanción de pérdida total de bienes, inhabilitación absoluta perpetua y extrañamiento perpetuo del territorio nacional’” (expediente número 2316 del Tribunal de Responsabilidades Políticas de Barcelona).
Alexis, el hijo de Graziel·la, el nieto de Tísner, solicitó la nacionalidad española, aprovechando la aprobación de la Ley de Memoria Histórica promulgada por el presidente de España José Luis Rodríguez Zapatero (ley 52/2007, de 26 de diciembre).
Presume de alcurnia.
En su despacho cuelgan la medalla y la placa de la Creu de Sant Jordi que la Generalitat de Catalunya concedió a su abuelo César, el hijo de August.
“Para mí, el hecho de volver a Barcelona es una especie de reparación histórica, de justicia histórica, de cerrar el ciclo, de reencuentro con los orígenes, de recuperación de la memoria, de reconocer y valorar lo que los nuestros tuvieron que sufrir. De alguna manera, mis hijos, Sofía y Marcelo, ocupan ahora el sitio que sus ancestros dejaron vacantes”.
Quizá Alexis Pi-Suñer ya no se vuelva más a México y establezca su residencia por aquí cerquita.
“He encontrado trabajo de carpintero en Mallorca, como mestre d’aixa de los llaüts, las barcas de pesca”.
Alexis estudió diseño industrial, especialidad carpintería de madera. En su taller monta los muebles que luego vende en la boutique Soleado, abierta con su esposa, Sandra, nieta de Victorino López Linares: “Su abuelo, de Burgos, emigró a la Argentina antes de la guerra, a la aventura, buscando mejor fortuna”.
Muebles como burós de noche, mesas altas, cajoneras, divanes, libreritos, biombos…, hechos con las maderas de los chechenes y los ayacahuites, árboles mexicanos.
Alexis se escapa a la playa, al Port, a la Rambla de Mar, con Las Golondrinas.
Cree que la mejor manera de conectar Mallorca con Barcelona es por mar.
En México, el huracán Otis dejó fuera de servicio el Citlalli, el nombre con el que botó su propio barquito de vela. Para los aztecas, Citlalli representaba la diosa de los vientos.
“Lo voy a carenar, voy a cruzar el océano y me lo voy a traer al Mediterráneo”.
Gerundio
Trayendo
6
Hotel Arts Barcelona
Exilio: “Verte forzado a irte”.
Antístenes era un cínico.
En sus opúsculos, diálogos y discursos, dijo: “La felicidad no puede perderse cuando ya se ha conseguido”.
Así que los felices, que en sí formarían una escuela socrática, serán felices para el resto de sus días, pese a la muerte de los cooperantes de World Central Kitchen, pese a las bacterias verdes y pese a los derrames de fuel.
Antístenes asoma la patita a partir de la página 159 de El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder.
Sofía se llama Sofía por El mundo de Sofía, uno de los primeros bestsellers escandinavos (1991).
“Mi padre me contó que iba en moto y se encontró en la carretera con un ejemplar del libro tirado. Se lo llevó a mi madre, que estaba embarazada de mí, y les gustó el nombre de Sofía”, dice la nieta de Graziel·la, la Sofía Pi-Suñer de no ficción (Cuernavaca, Morelos, México, 1998), con el color del estilo figurativo de Bacon, los ojos de Horus y un nervioso vaivén de brazos por quererlo hacer todo a la vez, la zumba de una avispa velutina.
Desde el 1 de enero del 2022 reside en Barcelona, ciudad en la que se ha instalado.
Vino para unas prácticas en el Hotel Arts Barcelona, “un Ritz-Carlton, un lugar divertidísimo con alrededor de quinientas habitaciones”.
Se quedó dos años, y esos dos años se han convertido, a su vez, en un propósito de estancia “ilimitada”: “Muchos me preguntan si me voy a quedar en Barcelona para siempre, pero siempre es una palabra muy fuerte, si ni siquiera sé lo que voy a cenar hoy. De momento sé que aquí estoy contenta”.
Con Antístenes todo el mundo es feliz ☺
Sofía, la nieta de Graziel·la, bisnieta de Tísner, dice: “Yo soy un producto de la guerra civil española” (1936-1939).
El exilio de sus predecesores no la determina: “El exilio es verte forzado a irte”.
Siente que se cierra el círculo volviendo a Catalunya, “el lugar de donde vino mi familia”.
Allí, en México, a escasos metros de la pirámide del Tepozteco, degustaba canelones y crema catalana en las comilonas de los numerosos primos Pi-Sunyer.
Aquí, en Barcelona, ha creado un blog, El mundo de Sof: “Cada historia tiene un porqué detrás del qué”.
Los porqués de Sofía, Sof. Su mundo:
Porque le gusta viajar (“todo viajero es turista al fin y al cabo”).
Porque se cuestiona (“la filosofía es eso, cuestionarse”).
Porque se ha enamorado de la ciudad (“no hay dos Barcelonas iguales”).
Porque tiene ese no sé qué que qué sé yo.
Porque se pierde por las calles y siente que muchas pirámides caben en ella.
Porque le hechiza el catalán (“procuro hablarlo, lo aprendí en casa con mi abuela”).
Porque le inspira la activista Carlota Bruna, la mejor influencer después de su abuela (“el activismo es la vía”).
Porque hace yoga por las mañanas.
Porque antes del yoga, se levanta temprano para ver salir el sol y practicar el paddle surf.
Porque dibuja como Tísner dibujaba. De él se ha traído una acuarela, regalo de su tía abuela Mònica. No tiene nombre, y corresponde a las ruinas de la muralla romana en la plaza de Ramon Berenguer el Gran, y aparece también en el libro Guia inútil de Barcelona.
Su abuela, Graziel·la, libertaria, le dice: “Que nada te detenga”.
Su padre, Alexis, ebanista, le dice: “Sé feliz”.
Su madre, Sandra, artesana: le dice: “Ve”.
Su hermano, Marcelo, sociólogo, le dice: “Estudia”.
“No sé lo que haré, pero este es el lugar de mi familia”.
Futuro imperfecto
Haré
Harás
Hará
Haremos
Haréis
Harán
7
Taquería Los Güeros
Exilio: “La gran tontería de España, perder a gente válida que podría haber hecho cosas chulas. Su tontería, la gran injusticia”.
Para Marcelo, el exilio es una cagada. Un pinche mafufo chachaloco.
El exilio no solo nos acomete desde los pódcasts subidos a iVoox. Está bien presente, a día de hoy, en tres cuartas partes del orbe.
Recurso que forma parte del kit de herramientas para medios de comunicación, a cargo de International Journalists’ Network: “Tanto si tu redacción se ve obligada a exiliarse como si lanza una nueva iniciativa desde cero fuera del país sobre el que informa, establecer y gestionar un medio de comunicación en el exilio puede ser una tarea desalentadora”.
Para un chico de su edad, excesiva relación con el exilio tiene Marcelo Pi-Suñer (Tepoztlán, Morelos, México, 2002).
Es el tataranieto del hermano de Carles Pi i Sunyer, quien fuera dos veces alcalde de Barcelona: 1. en 1934, entre las alcaldías del médico Excm. Sr. Jaume Aiguader y el teniente coronel Excm. Sr. José Martínez; y 2. en 1936/1937, entre el abogado Excm. Sr. Ramon Coll y el comerciante Excm. Sr. Hilari Salvadó.
“Un alcalde de Barcelona debe aprovechar el potencial cultural y científico de quienes residen en la ciudad”, aconseja Marcelo, imberbe, con hambre canina para la controversia, lector de Le Monde y cómodo en el trilingüismo: tanto dirá guey como no tinc por como “L’après-midi d’un faune”.
Lo de la identidad no lo lleva bastante bien: hijo de mexicano y de argentina con ascendencia italiana y española, afrancesado desde la cuna y con un pie en España/Catalunya, que han ido a la greña hasta hace poquito.
De pequeño, hablaba tímidamente el catalán con su abuela y con su padre, el ebanista Alexis, el del mar, aquel que “es uno y muchos mares y abismo y resplandor y azar y viento” (Borges).
En el 2015 viajó por primera vez a Catalunya. Con su padre se acomodó en Falset (Tarragona).
Allí se empezó a cuestionar la identidad, eso que canta Siniestro Total, los roqueros que nunca mueren: ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿adónde vamos?
Marcelo es un sociólogo egresado de La Sorbona que viene de una familia tan antigua como el siglo XIX y que va camino de representar en la Tierra los ideales, los manifiestos y los denuestos de la intelectualidad catalana que se vio desbordada por el ímpetu revolucionario.
A todo esto, Marcelo, que desde septiembre del 2023 convive en Barcelona con su hermana (roomies), ha entrado como becario en la Fundació Carles Pi i Sunyer d’estudis autonòmics i locals (“Observatori de govern local”).
Recordemos: el becario es el tataranieto del hermano de quien da nombre a la Fundació.
“Yo me encargo del análisis de las políticas públicas locales. La Fundació la crearon en 1986 los sobrinos de mi tatarabuelo August”.
Todo queda en familia.
También está en contacto con sus primos lejaaanos de Nueva York, la descendencia de la rama Jaume Pi i Sunyer, el hijo de August, que engrosó el exilio norteamericano.
Ahora mismo Marcelo trabaja para recuperar el legado de los Pi i Sunyer/Pi-Suñer (“unos y otros escribían los apellidos de diversas maneras, con eñe o con ene y con i griega”).
Para ello se ha juntado con la prima hermana de su abuelo Albert, Maria Teresa Pi-Sunyer, biznieta del president de la Generalitat de Catalunya Francesc Macià (su padre, el conseller de Cultura y Educació con Josep Tarradellas, Pere Pi-Sunyer, se casó con la nieta de Macià, Teresa Peyri i Macià).
Se quieren traer de México parte de la biblioteca familiar que nutrió de volúmenes únicos el químico César Pi-Sunyer, su bisabuelo. Y depositarla en la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya.
En la cartera lleva un ejemplar de La novel·la del besavi, de August Pi i Sunyer, el primer libro publicado en la Col·lecció Catalònia que dirigió el padre del “gran artista” Tísner, Avel·lí Artís i Balaguer.
“Fíjate qué curioso. August publicó con el padre de Tísner, no sabía que la hija de Tísner [Graziel·la] se casaría con el nieto de August [Albert]”.
No tiene deudas Marcelo Pi-Suñer, el hermano de Sofía, el hijo de Alexis, el nieto de Graziel·la, el biznieto de César, el tataranieto de August Pi i Sunyer, hermano del dos veces alcalde.
“Mi generación no tiene deudas con el pasado, pero sí que creo que Barcelona siempre ha sido mi sitio. Quizá sí que hay algo de justicia poética en el hecho de que hayamos vuelto los descendientes de quienes se vieron forzados a irse”, acaba, y con sumo cuidado se guarda en el maletín La novel·la del besavi.
En esta Guía útil de Barcelona, Marcelo incluiría el paseo de Sant Joan.
No el paseo de Sant Joan, sino la esquina de Sant Joan con la calle de Aragó.
Exactamente, el número 359 de Aragó.
“Voy mucho a la taquería Los Güeros y me tomo unos tacos de carnitas”.
Pretérito anterior
Me hube exiliado
Te hubiste exiliado
Se hubo exiliado
Nos hubimos exiliado
Os hubisteis exiliado
Se hubieron exiliado
Primero se fueron de Barcelona quienes yacen bajo tierra y a quienes la tierra les es leve.
Pasaron los años, aaaños completos, menstruales, enumerados, cobrados en décadas completas, monstruosas, geológicas.
Pasaron los años y llegaron a Barcelona los hijos de Tísner –llegó Graziel·la–, los nietos de Tísner –llegó Alexis– y los biznietos de Tísner –llegaron Sofía y Marcelo.
Se reencontró la familia con su pasado.
Con ochenta años de tiempo de descuento.
Más fuertes que nunca.
Antònia Pi-Suñer, Tona, la tía de Alexis, doctora en Historia, escribió en un artículo: “Els fills dels exiliats hem fet nostre l’exili dels nostres pares sense que sigui, ben bé, el nostre”.
Lo mismo vale para los nietos de los exiliados. Y para los biznietos.
Juan Gelman, poeta: “El exilio es una vaca que puede dar leche envenenada”.
El exilio es una mierda.
Es un mierdas.
Un sticks and stones may break my bones.
Una pendejada.
Una gilipollez.
Una imbecilidad.
Una hijoputada, como dijo El Sargento de Hierro.
Algo que da cringe.
Fucked.
Facha.
Me cago en la p*** ****e del exilio.
Desgraciado.
Mamón.
Huevón.
Pordiosero.
Estúpido.
Joputa.
Maldita cabronada.
Me cago en el exilio.
Asquerosidad de mierda.
El exilio es una mierda.
Y es una aventura, un viaje inesperado.
De ida y de vuelta.