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El regreso


Para mi amigo Manolo Galófaro

Dicen que han visto a Baquetti en Madrid. ¿Tantos años después? Nadie está muy seguro. Baquetti —si era él— gastaba barba cerrada y empujaba la sillita de paseo de un niño pequeño. Bien podría haber sido otro.

Por el barrio dicen que han visto a Baquetti. (¿Pero no vivía ahora en Nueva York?). O a uno con sus mismos andares, su misma complexión ancha y fuerte, quizá más “embarnecido”, como habría dicho Colodrillo. Iba tarareando una canción de los Killing Joke —¿We have joy?—, y en el aire simulaba un redoble de esa batería que ya no toca desde hace años. ¡Sin duda era él!

Pero en las manos —dicen otros— no sostenía una bolsa llena de pegamento, y por eso era imposible que se la llevara a la boca para inhalar muy fuerte dos, tres, cuatro veces, y tampoco podía mirarte luego con ojos extraviados, ni, al darse cuenta de que eras tú, prorrumpir en una carcajada salvaje, intentando que sonara a broma de Satán.

No, la mirada de Baquetti, cuentan quienes afirman haberle visto, era menos fiera, y él parecía confundido, sin que ello se debiera a ninguna sustancia más euforizante que la memoria. (Dicen que ahora es adicto al pasado). Tal vez le despistaba buscar por las calles del barrio, sin encontrarlos, los viejos bares —El Montecillo…— y las bodeguitas de Martín de los Heros y Benito Gutiérrez donde compraba las litronas.

Dicen que han visto a Baquetti en Madrid. Han pasado muchos años, y el barrio de las promesas y las amenazas ha desaparecido: los billares, las chicas, los minis de cerveza, los fachas con sus puños americanos, los inquietantes punkis de Los Porrones —Baquetti uno de ellos— y un mod imprudente llamado Aguirre, más las escapadas al parque del Oeste, los rumores de una fiesta que alguien iba a montar en su casa y las noticias del último atentado… Y en medio del barrio, el colegio.

¡Dicen que al lado de Baquetti caminaba Colodrillo! No puede ser… Pero algunos insisten: iban juntos otra vez, bajo y fornido Baquetti, su amigo un alfeñique, ya con muy poco pelo. Quienes les vieron tomarse unas cañas en Manolo, y les siguieron en su triunfal salida nocturna, cuentan que Baquetti reía con su terrible carcajada infernal y Colodrillo apuntaba cosas en una libreta.

¿Pasa el tiempo en balde? ¿Qué sentido tienen los recuerdos? Y lo de ahora… ¿valdrá lo mismo que lo de ayer? Con cerveza y muchas risas combate Baquetti la nostalgia. Pero en cuanto se queda solo, regresa a Décima Víctima (“no merece la pena buscar lo perdido”), regresa a Psychedelic Furs (“you didn’t leave me anything that I can understand”).

Dicen que Baquetti —si es que era él— ya se ha vuelto a Nueva York. Que se ha marchado con pena, aunque sabiendo que ese, ahora, es su sitio. Lo que deja en el barrio, ¿es tan solo el pasado o hay algo más? Y si regresara para siempre, ¿cómo sería aquí su nueva vida?


NOTA: Las canciones que se mencionan en este texto son:
– De Killing Joke, «We have joy»: https://youtu.be/1CY8dQUMLnY
– De Décima Víctima, «Fe en ti mismo»: https://youtu.be/xfkKQpkRK7U
– De Psychedelic Furs, «All of this and nothing»: https://youtu.be/VMl3QhOyNZM

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