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El remolino acusador

El primer hecho diferencial de verdad –sin entrar en el debate de género y en esas malas pasadas de la genética que hace que de dos padres blancos salga un niño negro sin ningún factor ornamental añadido- es el hecho de ser zurdo, zocato (que de por sí ya suena a insulto).

            Esta particularidad del ser humano sume en la duda a los progenitores en numerosas ocasiones en la fase de crecimiento de sus cachorros y dificulta, a veces de manera grave, los procesos de adaptación. Observan con atención con qué mano coge de manera natural los objetos
–por ejemplo el peine o la pelota-, los cubiertos, la tendencia que muestra a cortar la comida cuando comienza a utilizar el cuchillo, por dónde empieza a vestirse…

Aparentemente, como lo natural es que el ser humano utilice preferentemente su mano derecha para ejecutar las acciones, la tendencia es que los procesos de aprendizaje se realicen en esta dirección. Los chavales zurdos son obligados a corregir su instinto y, por lo tanto, se muestran en principio como más torpes, lo que llena de preocupación a papá y a mamá pensando en que a su nene le pasa algo. Entonces, para algunos comienza un lento peregrinar –alguno acaba en el psicólogo- y un estigma que les señala desde pequeño.

De hecho, se utiliza la palabra diestro para destacar una habilidad, mientras que siniestro ya sabemos que está dotado de connotaciones negativas. Y eso en todas las culturas: los mandarines consideran lo zurdo como lo impropio, los árabes como algo sucio, impuro, los asiáticos podían repudiar a su mujer si descubrían que eran zurdas, o los noruegos utilizan el vocablo para definir algo poco satisfactorio.

En definitiva, un castigo divino. Afortunadamente la sociedad se ha vuelto algo más tolerante, e incluso ya existen tiendas especializadas en vender objetos para el uso preferente de la mano izquierda. Pero en cualquier caso, un consejo para navegantes, que en esto –como en otros asuntos- el séptimo de caballería de la genética también nos da pistas para no llevarnos a error.

Miren con atención los remolinos de la cabeza de su bebé, si esos que se forman en la nuca. Si se organizan de derecha a izquierda, es decir, el pelo se enreda siguiendo el sentido de las agujas del reloj, no tenga dudas, el peque casi seguro es diestro. Si por el contrario, el remolino se dirige de izquierda a derecha, tiene una alta probabilidad de ser zurdo y ya sabe, a potenciar las habilidades con este parte del cuerpo.

 

Victoria López-Rodas

                                                                                                          Eduardo Costas

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