Por fin se perdió el tema o barco amoroso entre horizontes paralelos que traza la letra menuda y apretada de los exámenes: Una charca, un amor. Abrimos planta de embotellado para envasar al vacío los corazones. Más libremente corre el río de los dineros, el rico en afluentes, el de la repesca abundante, el insostenible por innavegable… Mucho solía el pájaro cabra registrar en los anales tamañas ruinas del genio joven ganando amores y perdiendo monedas por el agujero del bolsillo. Pero nunca un desastre como el de los expertos. Puntualmente, según exige su agenda policrónica, la mano de Dios paga con el cuento, moneda solvente que crea económicamente un buen número de implicaciones, las más veces entre Góngora y La morena de mi copla, que así de inteligibles quedan.