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Mientras tantoEl sexo de los mercados

El sexo de los mercados

El sexo de Lucía   el blog de Lucilob

 

Me leen… Sí, decidme si queréis que me está entrando complejo egomaníaco a lo de Pérez Reverte, pero es que cuando a un periodista alguien le dice “leí tu artículo”, literalmente, se nos hace el culo Pepsi-Cola. Se nos cae la babita. Y nos sale una sonrisa casi tan grande como la que se aprecia en nuestras caras cuando un medio tiene a bien pagarnos… Rara avis en estos tiempos.

 

Pues a mí me acaban de decir esta mañana “sé quién eres porque leo tu blog”. Qué fuerte, he pensado, y me he acordado de aquella anécdota en la que fui, resoluta, a vender mis ideas a un periódico con el que no colaboraba. Estaba yo, toda seria, con el director del medio, proponiéndole temas sesudos de investigación (porque a mí lo que me mola es el periodismo de tirarte al barro, ese de ir haciendo amigos), y después de exponerle varios temas me mira el jefe super serio y me dice: “Soy lector de tu blog y lo que me interesa es que nos escribas una sección semanal de sexo”. Me quedé medio aturdida entre el esfuerzo, vano, de haber ido gestando ideas y la vergüenza de que un directivo me dijese que leía este blog, del que no me avergüenzo en absoluto, no se confundan, pero en el que a veces escribo unas burradas…

 

Pues eso, que me leéis… y no os lo agradezco lo suficiente, soletes. Y tengo muy abandonado esta excelente plataforma de aprendizaje y comunicación, pero ya os lo he dicho otras veces: o escribo o follo, las dos cosas a la vez no se puede. Y últimamente estoy a follar, por eso ando desaparecida (el con quién os lo contaré en sucesivos posts, que tiene miga la cosa).

 

Pero hoy quería hablaros de un colectivo que al igual que los guarriporters no conviene llevar a vuestras camas: los brokers, traders y demás frikis de mercados financieros… ¿Que por qué? Pues porque para frikis ya estáis vosotros (todos lo somos un poco, ¿no?), así que ¿para qué complicaros el sexo, algo que debe ser placentero y gozoso, con un tipo que se va a pasar el rato (diría la hora, pero eso es como creer que Rajoy es heterosexual) mirando la pantallita de su smartphone, tablet, pc o lo que lleve encima?

 

¿Que por qué lo sé? Hombre, por experiencia.

 

El otro día fui a una rueda de prensa convocada por un broker. Estábamos dos chicas, porque este sector, como el ganadero, es básicamente masculino y nos frotábamos las manos pensando en cuánto hombre había allí reunido. Uno, que era monín, me hacía gestos, que yo no sabía si era un rictus o era yo, que como soy miope, no apreciaba del todo la gestual. Total, que al final de la cena nos fuimos a tomar algo todos juntos. Bien es cierto que hasta entonces la conversación había versado básicamente sobre el análisis chartista, las ventajas del stop loss y si el yen seguiría a la baja. Yo intentaba hacer como que me enteraba, por algo llevo 13 años en prensa económica pensaba, pero no entendía nada de lo que él se empeñaba en explicarme y lo único que podía pensar era en echar un polvo con aquel chico que parecía ser un fan de Warren Buffet. Total, que cuando me empezó a hablar del movimiento “hombro-cabeza-hombro” le dije que eso parecía una invitación a un buen polvo, y que por qué no nos íbamos a su casa a probar la postura.

 

Aceptó el órdago y aunque yo iba con mis reservas porque camino de casa él seguía diciéndome que no se fiaba de los fundamentales de Inditex, pensaba: “hombre, se callará ya con el puto análisis fundamental cuando tenga la boca ocupada, digo yo”.

 

Joder. Pues no. Le costó quitarse la camisa (todos llevaban uniforme broker, léase traje chaqueta oscuro y camisa, a ser posible, azul), de puro nervioso que estaba cuando me vio en bragas (y porque son muchas horas delante del ordenador haciendo Trading y muy pocas viviendo de verdad, hombreya) y cuando ya estábamos en faena, “anda, déjate de cabeza hombro y méteme ya la polla que tengo ganas de tí”, de repente se quedó rígido. Todo él, no el miembro, quiero decir. Y dando un salto, salió de la habitación gritando: “Diosssss, el soporte, el soporte de la divisa… Que no había puesto los stop y Nueva York está a punto de cerrar”.

 

Y allí me dejó, abierta de piernas, con el chichi al fresco que cantaría Extremoduro, preguntándome sobre los husos horarios y cagándome en su puta madre.

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