Los partidarios de la energía nuclear ganaban terreno en todos los continentes. La subida del precio del petróleo, nuestra enorme dependencia de fuentes de aprovisionamiento problemáticas -si hubiese revueltas en Arabia saudita la situación podría ser catastrófica-y el hecho de que la nuclear sea una energía limpia que no poluciona la atmósfera han hecho que muchos gobiernos apuesten por esta fuente de aprovisionamiento. Los sustos de Estados Unidos en 1979(central Three miles Island) y de Chernobil en 1986 empezaban a ser olvidados.
El embate del tsunami en Japón el pasado viernes reabre todo el tema. Ecologistas y enemigos de lo nuclear cobran nuevos bríos. La polémica brota con fuerza de nuevo. Las características del caso japonés aportan, en principio, agua a su molino.
Japón es la tercera potencia nuclear del mundo, el 35% de la energía que consume procede de esa fuente, cuenta con unas 56 centrales nucleares y es una nación enormemente desarrollada. Parecía que allí, por las precauciones tomadas, no podía pasar nada.
Sin embargo, pasó. El terremoto no afectó gravemente al par de centrales dañadas, el tsunami sí. Los sistemas de refrigeración no han respondido como se esperaba. La normal inquietud de la población-la población nipona parece menos excitada que algún enviado especial español-es alimentada en aquel país por algo especial, Japón sufrió dos bombas atómicas en las postrimerías de la Guerra Mundial. Se critica, además, al gobierno por no reaccionar con celeridad. Periódicos de tirada millonaria como el “Yomiuri” o el “Asahi Shinbum” se quejan, sin lanzar aún venablos, de la lentitud del gobierno. No falta quien culpe seriamente a la compañía propietaria, Tepco, por construir una central en una zona rematadamente sísmica.
La polémica está sobre la mesa y se extenderá a todo el mundo. A las crónicas y comentarios alarmados, en Francia, Cohn Bendit pide el abandono de lo nuclear, se oponen ya los de los que opinan que hay un excesivo alarmismo. Arguyen estos que a pesar de que se ha producido una situación extrema, terremoto de magnitud 8´9 seguido de un espectacular tsunami, lo que no parece previsible en Europa, la caparazón interior de los reactores ha resistido. Un científico americano, el Dr. J. Oehmen asegura que ha leído tres páginas de un informe en el que se ha apoyado la cadena CNN y que en cada párrafo había como mínimo un error alarmista.
La cuestión no es baladí. Las escenas terribles de Chernobil, 25 años después de la tragedia, aflorarán ahora. Por otra parte, hay lobbies poderosos, con miles de millones en juego, en los dos bandos. En los partidarios de la energía nuclear y en los que están contentos con la situación actual.
La opinión pública, por su parte, es receptiva al peligro renacido. No es fácil convencerla de que todas las muertes por emergencias nucleares de la historia son infinitamente inferiores a las causadas por un único terremoto de los medianamente relevantes. Lo nuclear impone.
Mientras, ahora sin titulares, Guedaffi sigue barriendo a sus opositores.Cuando Occidente vuelva a mirar hacia Libia será tarde.