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El turista accidental

“Small is beautiful” (Lo pequeño es bello) rezaba una campaña promocional de perfume a mediados del siglo pasado. Si la campaña la hubiera diseñado un científico seguro que transformaba el eslogan en “Lo pequeño es lo más resistente”.

 

El 20 de Abril  de 1967 alunizó en el Mar de las Tormentas la sonda Surveyor III. Excavó un agujero en el suelo lunar y tomó más de 6.000 fotografías de su superficie. Terminado el trabajo, la sonda quedó abandonada a su suerte. Tres años más tarde, en 1970, el Apolo XII (la segunda misión tripulada que lanzó la NASA con destino a la Luna) se posó con éxito cerca de la Surveyor III.

 

Pete Conrad y Alan Bean, dos de sus tripulantes que al igual que Neil Armstrong y Buzz Aldrin entraron con letras de oro en la Historia por haber pisado la superficie de la Luna, se dirigieron hasta la Surveyor, desmontaron alguna de sus piezas (entre ellas la cámara fotográfica) y debidamente embaladas en condiciones de absoluta esterilidad las trajeron de vuelta a la Tierra. Otro pequeño paso para el hombre, pero de nuevo grande para la Humanidad.

 

Tras una ausencia de tres años, el análisis del material que trajo el Apolo XII reveló que en las piezas de la Surveyor III habitaban microbios en perfectas condiciones. Unos ejemplares de Streptococcus mitis, un microbio común en la Tierra, que habían resistido el viaje hasta la Luna, y las condiciones extremas de falta de agua, nutrientes, atmósfera, frío extremo y radiación maligna de sus obligadas vacaciones hasta que fueron devueltos sanos y salvos a su hábitat natural: la Tierra. Contra todo pronóstico regresaron tras su largo y no previsto viaje espacial, y quién sabe si no perpetuaron su especie en esa tierra ignota.

 

En el mundo microbiano Streptococcus mitis no es un super-héroe, ni se le ha dado tampoco ese tratamiento tras su experiencia espacial. Se trata de una bacteria vulgar. Ahora bien, si estos microbios fueron capaces de sobrevivir en la Luna, quién puede asegurar que no haya miles o millones de ellos repartidos por el Universo al viajar como polizones en las otras sondas que hemos mandado los terrícolas para explorar el espacio.

 

Y quién nos dice que no hayan encontrado un microclima adecuado para que evolucionen hacia otras formas de vida más desarrolladas o…

 

Eduardo Costas, catedrático de Biología

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