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Mientras tantoEl valor de la ficción

El valor de la ficción


 

Una de las formas más interesantes en las que podemos aprender de la realidad es inventándola. Jugando con lo posible y estirando lo verosímil hasta sus límites más recónditos podemos aprender hechos nuevos sobre el mundo y proyectarlos sobre nuestra propia experiencia. Si eres como yo, un buen relato te hará pensar de formas nuevas sobre tu vida, otra gente y el mundo en general. Por eso la literatura es tan importante, ya que nos invita a dar un paso a lo desconocido y adquirir otras perspectivas sobre la sociedad, la justicia o la naturaleza humana.

 

Esta reivindicación de la ficción tiene validez también en el ámbito científico, y es de especial relevancia para la investigación en física teórica. La propuesta de una teoría o un modelo nuevo no es muy diferente a la elaboración de un relato: primero se han de imaginar los personajes y luego las situaciones a las que se enfrentan y como estas afectan a las relaciones entre ellos. Una vez que la historia está en marcha comprobaremos si resulta creíble (o narrativamente aceptable), si aun siendo ficción podría reflejar una parte de nuestro mundo (u otro mundo posible). Este ejercicio de consistencia se realiza en la mente del lector y es un factor critico a la hora de decidir si la obra es memorable y capaz de mostrarnos algo nuevo sobre nuestra realidad.

 

En ciencia también inventamos otros mundos y los sometemos a diversas pruebas de verosimilitud en mayor o menor grado (de algún modo podría decirse que mi trabajo es 30% inventar y 70% poner a prueba estos mundos). El progreso de la física (y la ciencia en general) en los últimos siglos ha consolidado una serie de principios que guían esta empresa y acotan notablemente los puntos de partida posibles. Estos principios dan lugar a la primera elección: ¿queremos proponer un mundo (una teoría, un modelo) que respete estos principios, o por el contrario buscamos algo más atrevido, algo que evada alguna de las propiedades consideradas fundamentales? Ambas opciones son validas y constituyen vías complementarias para progresar hacia una comprensión más profunda de la realidad. La aproximación más conservadora (intentar satisfacer todos los principios) nos lleva a extrapolar el mundo tal y como creemos que es, a veces con la esperanza de ver como esta descripción falla en algún punto y nos indica que hay que revisar una pieza fundamental.

 

Muchos científicos adoptan esta filosofía de manera más o menos explicita. Pero otros no tenemos la paciencia necesaria para seguir esta ruta y preferimos la opción más aventurada de imaginar otros mundos que cuestionan los principios establecidos de la física. Para ello es importante tener una buena motivación de partida, que sería el equivalente a un conflicto interesante en un relato, el germen de una buena historia. Aunque la motivación es importante, hay que recordar que muchas veces este tipo de juicios están motivados por tendencias subjetivas dentro del campo de investigación, y por ello es importante tener una mentalidad abierta.

 

En este punto, e independientemente de lo bien motivada que esté la idea, es esencial poner el nuevo mundo a prueba y contrastarlo con la realidad. Para ello hay que imaginar situaciones en las que la historia se vuelva inverosímil y no sea capaz de ajustarse a la realidad. Aquí pueden considerarse distintos grados de plausibilidad, que van desde la consistencia interna de la teoría hasta la posibilidad de reproducir distintos aspectos del universo tal y como los observamos, aunque la frontera entre consistencia interna y exactitud descriptiva es a menudo borrosa. La mayoría de las teorías nuevas fracasan en algún punto de este camino, pero algunas superan todas las pruebas disponibles y se convierten en competidores del paradigma aceptado, a la espera de que un experimento futuro pueda distinguir entre distintos candidatos.

 

Pero también hay modelos (o historias) que pese a no ser suficientemente realistas, nos enseñan a apreciar nuevos aspectos de la naturaleza y nos motivan para pensar más sobre los limites de lo real. Por ello, este proceso por el que se proponen y examinan teorías alternativas se cierra en un circulo virtuoso del que podemos extraer nuevos principios físicos o examinar las viejas ideas desde una nueva óptica, de una manera no muy distinta a como la ficción literaria nos permite iluminar algunos de los aspectos más misteriosos de la existencia humana.

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