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Elitismo estulto en la Guinea del general

 

Se trata, evidentemente, del general Obiang, un simple porteador que luego fue encargado de niños de escuela al que llevaron a España para ser formado como oficial del ejército del país de negros  que luego se llamó Guinea Ecuatorial, formación en la que finalizó en los últimos puestos.

 

Hemos de decir que la familia de Obiang tiene dineros y otros bienes en varios sitios del mundo entero, como aquellos millones en el banco Riggs, más otros bienes contantes en Europa, y este año hizo la última jugada. Hemos de decir que desde que Guinea aumentó su caudal dinerario como resultado de la venta de petróleo y gas, los de la familia Obiang hicieron el juramento de enriquecer a cuantos individuos de raza blanca se cruzaran en su camino, mientras los negros que constituyen la población de Guinea ni se forman, ni comen ni pueden beber agua potable, ni pueden curarse, salvo que día y noche proclamaran, perdiendo la dignidad si es necesario, la inmortalidad del nefando ser que les ha tocado adorar, el mismo.

 

Pues sí, al día de hoy no hay agua potable en las casas de Malabo y de Bata, las dos ciudades principales de Guinea, y como fruto del juramento antes mencionado, el general ha querido reunir a los pudientes del Mundo Árabe para fotografiarse y ser aplaudido entre ellos. No es la primera vez que organiza una cumbre sacada de sus ignaras mangas. Pues esta vez, con las ganas de codear con los árabes y mostrar su opulencia, Obiang, para agasajarlos y que no sufran las estrecheces reservadas a los guineanos, tuvo la brillosa  idea de alquilar un barco de lujo para este cometido. Brutal. Sólo una mente contaminada por el 44jjd9!!!&5 que le carcome puede concebir una idea de este tamaño.

 

No vamos a regodearnos en el hecho de que casi nadie acudió a la llamada del general Obiang, y que no por ello dejará de malgastar el dinero que corresponde a los guineanos. Lo que hemos de decir es que ningún colectivo, constituido por gente formada o no, ha movilizado a la población para afearle al general esta última afrenta. Lo probable es que los que actualmente viven en Guinea no crean que lo sea. Y hasta que lo sepan, seguirán como ahora, ayudándole a hacer más ricos a los que más tienen.

 

Barcelona, 22 de noviembre de 2016

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