Decía Ramón Gómez de la Serna que no es posible entender la segunda mitad del siglo XIX en España sin asumir el triunfo de la cursilería. Lo cursi, relacionado a veces con lo kitsch o lo camp, se refiere a la presunción de elegancia y refinamiento sin tenerlos, a todo lo que, queriendo aparentar delicadeza, resulta pretencioso y de mal gusto. Un mal gusto que tuvo que ver con las aspiraciones de cierta clase media baja o baja a copiar las actitudes de la burguesía adinerada y la aristocracia, que vieron lo cursi como un intento inadmisible de romper las normas de clase. Dicen que el conservador Francisco Silvela llegó a vincular la cursilería con la revolución. Para comprender mejor el papel –a menudo mal entendido– de la cursilería en la vida social, cultural y política española de aquella época, CentroCentro presenta hasta el 8 de octubre la exposición Elogio de lo cursi. La muestra, comisariada por Sergio Rubira, reúne una selección de más de 100 piezas de la cultura popular, procedentes de diversas colecciones públicas y privadas, que trazan una genealogía de la cursilería desde la aparición de la palabra en español a comienzos del siglo XIX, hasta el XX
Dónde: CentroCentro, Madrid, España
Cuándo: Hasta el 8 de octubre