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En el aniversario de la muerte de Brando

 

Se lee en el periódico sobre el Nuevo Periodismo y nombres como Talese, Wolfe o Capote. Luego se pasa la página y aparece una diatriba habitual (no cesa) contra Mourinho que es el nuevo periodismo del siglo veintiuno, el cual empezó con Tómbola y Chábeli abandonando el plató de Canal Nou. A uno un preboste de esta corriente le dio una clase magistral y ahora se le representa, no entonces sino ahora, como si aquel día en Pradillo hubiera hablado Chimo Rovira. Este nuevo periodismo no tiene requisitos. Se apoya en frases hechas, tópicos, rumores e invenciones, e incluso ahora en poitrines generosas que llegan desde Brasil. Talese dedica (o dedicaba) días enteros y hasta meses febriles a un artículo (Capote empleó cinco semanas sólo para la redacción de un retrato de Marlon Brando tras una entrevista), y hoy no pierde el autor un segundo para presentarse a sí mismo como noticia, como personaje, sin nada en la libreta, ni siquiera en la nevera. Hay demanda de voceros mientras enflaquece el ya viejo periodismo, sobre todo el deportivo, caído en lobby frío desde una literatura candente. Uno guarda dos imágenes futboleras, un poco de aviones ahora que van y vienen del Mundial, que es un capricho de mirar por la ventana, como quien mira un cuadro, para luego perderse. Una es la de Casillas: bandolera, camiseta, bañador y chanclas. Y en contraposición está la de los jugadores de Tahití (que no les da para competir, ni falta que hace), con su hermosa camisa hawaiana de tonos rojos y blancos, el bronceado exótico, bajando por la escalera del avión como unos Beatles de los Mares del Sur. Uno siempre ha sido más de los de Liverpool que de ‘Los Chunguitos’, pero no se va a ir por ahí. Quizá sí por lo de celebrar los goles de su equipo, que en eso podía aprovechar Íker, el gran portero que fue, y preguntar qué se siente, y quizá así responderse porque tantos aficionados le han hecho trending topic pidiendo que se vaya del Madrid. Puede que el problema sea ese: el sentir, que no es facultad de todos los seres vivos, y lo que haya en su lugar sea la fotosíntesis, que es la conversión de materia inórgánica en orgánica a través de la luz, cuya función aquí la hace ese nuevo periodismo que transforma la realidad en un cuento para que, en este caso, perdure el culto a la divinidad de Móstoles. Se ha dicho que no se iba a ir por ahí pero no se puede, como entonces no se podía elegir a Villa pudiendo tener a Benzema. Es esta una vieja querencia de uno, la de lo extranjero, que es un poco ponerse una camisa hawaiana (o, si se puede, como Brando, comprarse una isla y que les den a todos) para ver los partidos de la santa selección, si es que no se prefiere leer en esos atardeceres, por ejemplo, ‘El coqueto Aerodinámico Rocanrol Color Caramelo de Ron’.

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