La Massana (Andorra), 4 de agosto de 2023
El escritor portugués Eduardo Pitta fue un escritor muy activo: poeta, novelista, ensayista, diarista, crítico, memorialista, además de un personaje muy notable y prestigioso, nacido en Maputo, Mozambique, en 1949 y fallecido el pasado 25 de julio en Torres Vedras, población situada en el distrito de Lisboa. En Mozambique estuvo hasta la Revolución de los Claveles. Trabajaba en un banco, y al llegar a la Península Ibérica ocupó un puesto de funcionario. Era un excelente contable. Residió en Cascais y después en Lisboa, antes de hacerlo en Torres Vedras. Estaba casado con el buen informático Jorge Neves. Algunas de las razones de su escritura, especialmente en ciertas obras de su prosa, se asentaban en el análisis de la condición homosexual, como ocurre en su ensayo Fractura y en su libro de memorias Um Rapaz a Arder (Un Muchacho Ardiendo). El Presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, definió con justeza su poesía como «culta, concisa, exacta y a veces agreste»
Eduardo Pitta y yo manteníamos una amistad fecunda, durante tiempo intermitente pero siempre leal. Lo conocí en uno de los años de la década de los 80 del siglo pasado durante la celebración de una de las ediciones, en la que ambos participábamos, de las Jornadas Internacionales de Poesía en Cuenca, organizadas impecablemente por el poeta Enrique Trogal. Enseguida saboreé su poesía, traduciéndola al español y publicándola de inmediato. Hace no mucho también saqué algunas de sus nuevas composiciones. A partir de entonces nos vimos con frecuencia, en Madrid, en Toledo, pero sobre todo en Portugal, donde yo fui becado durante algunos años por la Fundación Calouste Gulbenkian. Recuerdo que en una de esas estancias en Lisboa estuve acompañado por mi mujer, nuestros hijos, todavía muy niños, y el poeta manchego Federico Gallego Ripoll. Una tarde, todos nos acercamos a Cascais a casa de Eduardo. El momento, en la amplia terraza de su espacioso apartamento, hasta la hora de la cena preparada por una madre muy servicial, fue grandemente jocoso, en un gratísimo atardecer de verano en ese pueblo del litoral. Últimamente lo vi en Lisboa coincidiendo con dos intervenciones mías en la capital portuguesa: en un congreso sobre el español Ángel Crespo en la Casa Fernando Pessoa, y en la presentación de una de mis traducciones en el Instituto Cervantes.
El velatorio de Eduardo Pitta tuvo lugar en un lugar de lujo, dentro de la Sala de los Espejos del Palacio Foz de Lisboa, situado en la muy céntrica Plaza de los Restauradores. Pertenece a la Presidencia del Consejo de Ministros de la República de Portugal. He aquí la imagen:
Eduardo Pitta sufrió un accidente vascular cerebral el 5 de abril de 2022. Durante todo el tiempo transcurrido hasta su muerte fue atendido por el Centro de Medicina de Rehabilitación de Alcoitão, tanto internado como en estancia ambulatoria. La gravedad en sus lesiones cerebrales no permitía esperar ninguna recuperación, siendo, en los dos últimos meses que le restaban de existencia, su demencia vascular galopante. Según me confiesa su viudo Jorge Neves, «Eduardo merecía ser velado en un local no religioso y con dignidad». Querido y admirado amigo, Sit tibi terra levis.