Jesús Israel Nieves Romero, psicólogo de profesión de 36 años, empezó una serie de talleres vivenciales con varones de su comunidad a través de un espacio colectivo llamado “La otra bandita”, en Querétaro, a 200 kilómetros de la Ciudad de México.
Ahí, se lleva a cabo un intenso activismo para promover los buenos tratos hacia las infancias y juventudes; y se trabaja con varones, a través de talleres y grupos de terapia, en pro de paternidades más activas y responsables, y para ayudar a deconstruirse a quienes han generado algún tipo de violencia.
Además, Israel produce contenidos para redes sociales (tiene un podcast llamado El derecho a la ternura es un asunto de hombres y una cuenta de TikTok) en donde muestra su vida al lado de sus hijas, y aborda temas como la salud paterna, formas de crianza, masculinidades, paternidad equitativa y salud mental para padres de familia.
No siempre fue así. Israel explica que él, como han hecho otros hombres durante siglos, privilegió durante mucho tiempo su trabajo o actividades profesionales a la vida en familia, al cuidado de los otros.
Pero su vida y su concepción de sí mismo, inclusive hasta de su salud, cambió a partir de que nació su primera hija, Paula Zoé. Él considera que su forma de pensar se quebró cuando se dio cuenta de que la niña, hoy de cuatro años, va a construir sus vínculos y relaciones con otros hombres y personas, a partir del acompañamiento que le dé su padre.
Eso lo llevó a generar un intenso trabajo sobre su persona para convertirse en un papá presente, cariñoso y juguetón.
«Pensé, ¿por qué quiero vivir más? pues para estar más tiempo con mis hijas, desde ahí me implico a hacer una deconstrucción distinta y desde muchos ángulos de mi vida, y me di cuenta de que podía ir compartiendo estos elementos», dijo.
Para qué tanto trabajo
«También es un tema de cuestionar el trabajo, ¿para qué trabajo tanto? Sí, tiene que ver con un tema salarial, pero también entender que a veces los hombres cuando tienen disponibilidad no laboral o tiempo de recreación, deciden estar en otros espacios y no con sus hijos, o buscan otras chambas (empleos)».
Hoy Israel se presenta, primero, como el papá de Ximena Lucía y Paula Zoé, sus hijas de 4 meses y 4 años respectivamente; luego como el acompañante de vida de Karla, su pareja.
Para el final, deja la etiqueta profesional y la de activista en favor de los derechos humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en específico el número 3, sobre salud y bienestar, y el número 5, sobre Igualdad de género, que promueve a través de talleres y charlas en su comunidad para mejorar la salud preventiva en varones, y eliminar los estereotipos de género respecto a actividades como la crianza.
«Me presento desde otro lugar porque me di cuenta de que los hombres primero colocamos nuestras prioridades como el trabajo o el ámbito académico, para darnos un estatus de reconocimiento. Quise colocarme en el lugar de lo que implica el trabajo no remunerado, de los cuidados, que es una chamba bien fuerte que han sostenido las compañeras, mi compañera, y por lo tanto me implicaba a mí a estar en los cuidados y el desarrollo con mis hijas», dice.
Gracias a sus hijas, surgió en él el deseo de acompañarlas y amarlas de manera incondicional en cada momento de sus vidas, pero también de reconocer los machismos cotidianos que atravesaban su vida como varón. Ahora, como hombre, defiende lo que considera su derecho a experimentar y compartir la ternura de la crianza.
Algo más que un proveedor
“Los varones no podemos seguir centrando nuestro tiempo a partir de nosotros y no del otro”, asegura desde la casa que comparte con su familia.
Ser padre, explica, implica más asumir un rol de proveedor en la vida de los hijos e hijas: hay que acompañarlos en cada paso de sus vidas; priorizar su cuidado a las necesidades propias; y, sobre todo, mantener intacta la capacidad de asombro y transformación.
“Me sentí invitado a estar más implicado a estar en la vida de mi hija y me di cuenta de que no es que las mujeres tengan algo mágico o una característica biológica que les permita reconocer el llanto de los bebés. ¡Claro que no! Eso tiene que ver con los vínculos: entre más cercanía tengas con tu hijo, más lo conoces y más te conoce él. Quiero conocer a mis hijas y que mis hijas me conozcan”, dice.
“Ser padre implica una transformación, seguir evolucionando, seguirme sorprendiendo. Una de las enormes riquezas que me dio la vida son mis dos hijas. Mi amor no tiene fronteras. Sé que puedo amar a unas niñas sólo porque las quiero, no hay otra explicación”, señala.
Corresponsabilidad de los hombres
ONU Mujeres y UNICEF en México lanzaron en junio pasado la campaña Por más #PaternidadesPresentes junto con el Instituto de Desarrollo de Masculinidades Antihegemónicas, y el gobierno de la Ciudad de México. El objetivo es visibilizar y sensibilizar las ausencias paternas en México y América Latina.
«Necesitamos nuevas formas de ser hombres y de ser papás, que garanticen que las paternidades se ejercen desde la corresponsabilidad de los hombres y que se entienda que la tarea de la crianza de los niños y niñas no es exclusiva de las mujeres», explica Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía revelan que, en México, los hombres, incluyendo a los padres, dedican 11,5 horas semanales al cuidado de niños y niñas; mientras que las mujeres destinan 24,1 horas a la semana, es decir, más del doble. Además, las mujeres aportan 2,7 veces más valor económico que los hombres por el trabajo doméstico y de cuidados en el hogar.
A nivel global, solo 6% de los hombres (incluyendo padres) que no participan en el mercado laboral, se dedican al trabajo de cuidados en el hogar, en comparación con 42% de las mujeres.
De acuerdo con ambas agencias de la ONU en el país, el que los hombres se involucren en las tareas del hogar permite reorganizar el trabajo entre mujeres y hombres, y generar un mayor bienestar en las familias.
Además, la participación de los padres en la crianza y los cuidados tiene un impacto positivo en el bienestar de sus hijas e hijos, en sus hogares, pero también en su propia salud y realización como personas.
«Favorece una crianza respetuosa, reduce las posibilidades de situaciones de violencia contra las mujeres y las niñas, y promueve la formación de masculinidades corresponsables, igualitarias y no violentas en los niños desde temprana edad», señalaron ONU Mujeres y UNICEF.
La campaña Por más #PaternidadesPresentes arrancó el Día del Padre, que se conmemoró en México el pasado 19 de junio, específicamente en la avenida política y geográficamente más importante del país: Paseo de la Reforma.
En esta vialidad, que atraviesa del poniente al norte la capital del país, se encuentran algunos de los monumentos más representativos de la urbe como el Ángel de la Independencia, la Diana Cazadora, el Monumento a la Fuente de Petróleos, y el Senado de la República; también ocurren las principales manifestaciones y protestas políticas en la Ciudad de México.
Cada domingo, miles de ciclistas toman la avenida y, durante unas horas, desplazan a los automóviles en lo que se conoce como el Paseo Ciclista Muévete en Bici. Ahí fue donde se lanzó la campaña.
Tareas pendientes
Luis Fernando Carrera, representante de Unicef en México, explicó que existen tres tareas pendientes que, como sociedad y Estado, México debe llevar a cabo para avanzar hacia la igualdad de género y hacia paternidades presentes.
La primera, señala, es social: se trata de superar los roles y estereotipos de género que hacen ver que sólo es tarea de las mujeres el cuidado y la crianza de los hijos, mientras que los hombres se mantienen ausentes.
En segundo lugar, son necesarias mejores políticas laborales puesto que las que existen actualmente, impiden que los hombres asuman con responsabilidad su paternidad; por ejemplo, las licencias de paternidad que son muy cortas o no se usan. También hay barreras de empresas e instituciones que desincentivan que los hombres se involucren activamente en la crianza de sus hijos
«Para avanzar hacia la igualdad de género, es esencial que los hombres nos involucremos activamente en una paternidad positiva que involucre ser activos en la crianza, el cuidado y el respeto de nuestros hijos e hijas», dice.
Se trata de promover que los varones asuman un papel más activo en actividades elementales de cuidado como vestir a sus hijos e hijas, bañarles, darles de comer, jugar con ellos y ellas, cuidarles durante las enfermedades, así como combatir los roles y estereotipos de género
También generar, a través del cuidado, los vínculos cariñosos y de confianza en la familia, y de ejercer una paternidad cercana, responsable y sin estereotipos de género. Como dirían los activistas queretanos, restaurar el derecho a la ternura.
Reportaje producido por Teresita Moreno para Noticias ONU