A principio de los 70 del siglo XX, estando en el poder el que había sido elegido para ser el primer presidente de Guinea, que pasó a llamarse Único Milagro de Guinea Ecuatorial, Honorable y Gran Camarada, Presidente Vitalicio Masié Nguema Biyogo, se fusiló en Bata a 102 personas, entre ellas una chica de 16 años, acusadas de… Bueno, en tiempo de Macias bastaba con que todos hubieran apoyado su destitución para que corrieran la misma suerte, pero no fue el caso. La fuente por la que podemos acceder a tan terrible hecho es un panfleto diabólico titulado El baile de los malditos, que, de un modo imperdonable, venía a ser tanto un sumario como una burda justificación del fusilamiento de 102 personas, rematadas acto seguido con un tiro de gracia y enterradas en una fosa común cavada por famélicos presos. Hasta ahora, que nos conste, no se ha reabierto el proceso, y pedir alguna reparación y simplemente porque desde que Guinea se hizo independiente no ha nacido nadie con un alto sentido de la dignidad para exigirlo. Hay todavía opositores vivos, enfrentados al régimen de Obiang, aun sea de manera aparente, que están relacionados con el infame informe a los que no vamos a mencionar ahora, ya se reconocerán cuando alguien les haga leer esto.
Obiang lleva toda una vida en el poder, y hay personas que de manera formal se enfrentan políticamente a él, aunque con las dificultades por ser Guinea un país en el que no se ha sembrado nada, y en el que pesan las condiciones anteriormente citadas. No auguramos ningún cambio hasta más allá de otros 40 años, afirmación que no tiene nada que ver con nuestra determinación de que esta no siga siendo la realidad. El motivo del recuerdo de estas personas fusiladas y enterradas en una fosa común, sin ninguna reclamación posterior de ningún grupo de guineanos, es que estos días el régimen de Obiang Nguema ha amenazado, a través de un fiscal de un inexistente sistema judicial, con condenar a muerte a 147 personas por delitos que ellos inventaron sobre la marcha, relacionados con la integridad territorial del país. Es decir, ha amenazado con fusilar otra vez, pero un mayor número. Nosotros, que hemos reiterado nuestra profunda estupefacción ante el hecho de que guineanos constituidos en partidos insistan en acompañar a Obiang en la escenificación de una democracia formal, esfuerzo del régimen que no logra sus objetivos, estamos sorprendidos por el silencio, ahora, de estos actores políticos. Y es que no tiene cabida en un sistema democrático el proceso a unos guineanos con acusaciones tan profundamente peregrinas. O estamos en democracia, y así que podemos organizar elecciones en las que ganen los más votados, o este país se ha ido hundiéndose en el más profundo lodo de ignominia ante su interesada mirada. No se comprende que las actuales formaciones guineanas, reconociéndose democráticas y de la oposición, hagan planes para presentarse en coaliciones, pero estén ahora callados ante la amenaza del régimen de fusilar a 147 personas. No encontramos ninguna justificación. Ya siendo una auténtica ignominia que se hayan atrevido a manifestar sus intenciones, sería la consumación del caos que dieran otros pasos para llevarlo a cabo. Estamos en el punto en que la misma Historia expondrá ante todos, unos por recurrente maldad, otros por acompañamiento interesado, los resultados de sus hechos.
Barcelona, 15 de febrero de 2018