(están las fotos después del texto, jeje)
😉
Al inicio hay un trozo del Muro de Berlín (creo que estuvimos allí un fin de semana). El hotel donde me alojo es muy silencioso, creo que solo estoy yo, el billar a la entrada. Veo una matrícula bielorrusa que coincide con las iniciales de su nombre y apellido, IB, ella nacida en el año 5189. De camino a la frontera contemplo la iglesia más fea de Polonia, luego me reconforto con la letra acrílica ж (me dijo, una noche de verano a las 22, que era un erizo). Llego al punto clave, una cola enorme, interminable, la recorro toda en ida y vuelta, cuento todos los coches, más de 333 coches, incluso un coche con matrícula de Kirguistán. Desesperante, un hombre me dice, que en Navidad, 24 horas de espera, y hoy ya lleva 6. Como, té negro. Veo humo extranjero de chimenea a lo lejos. Me meto por un camino de tierra y llego al río Buh (maravilloso nombre, hermano del Po italiano), al otro lado su país, a este Polonia. La veo, pienso. Al volver hablo con mi padre y luego me para la policía, straż graniczna, primero son dos, luego llegan refuerzos, ¿pero por qué has venido a Terespol?, porque me gustan las fronteras, y esta se parece a la de España y Portugal en Ayamonte (aunque veo que la estáis fortificando un poco, me digo a mí mismo), ¿eres un turista de fronteras?, sí, but you can not stay here!, ok, przepraszam, les doy la mano al despedirme porque nos lo hemos pasado bastante bien (con fotos incluidas) y además había pajaritos volando de un lado al otro como si fueran peces con alas, otro té, iglesia ortodoxa y el nido vacío de las cigüeñas, otro té, nada más, sin café, y al final el mismo trozo del muro al atardecer, y tambien ésto.
traduz
luz