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Mientras tantoEntierro (2) 01-07-2010

Entierro (2) 01-07-2010


Esta mañana he ido a dar el pésame a la familia de Étienne.

Me acompañaban Oumou y Zack, un amigo que viene a tomar café, de vez en cuando, a mi casa.

Hemos llegado y en la cour había varias puertas de varias casas, Oumou ha entrado en una de ellas, donde estaban las mujeres, y Zack y yo en la otra, con los hombres.





Cristine, Romaric, Étienne y Lea en mi casa



Romaric, el padre, me ha contado que estaba en la aldea y que le han avisado cuando ya estaba muerto. Ha venido en cuanto ha podido para el entierro. No hemos hablado mucho, en esas ocasiones no sé qué decir ni cómo intentar consolar a alguien que ha perdido un hijo y si es en otro idioma peor aún. Pasado un rato sin mucho más que decirnos nos hemos despedido.

Hemos entrado en la otra puerta, la otra casa, donde estaba Cristine, con Oumou y otras cuatro mujeres. Lea, la hermana pequeña de Étienne correteaba y jugaba con la ignorancia infantil de lo que supone que se le ha muerto su hermano. Me contaba Cristine que cuando ha llegado su padre ha corrido a contarle, como si fuera algo divertido, la noticia: “Étienne est mort, Étienne est mort…”. La muerte juega todos los días al lado de los niños, están acostumbrados.

Sentado al lado de Cristine me ha explicado que aunque había tenido algún episodio de asma estaba más o menos bien y que estaba jugando con los otros niños, normalmente, toda la mañana cuando a las 11 se ha desvanecido, le han llevado al hospital y ha muerto.

No me he podido enterar muy bien de cómo han ocurrido las cosas y no era cuestión de andarle pidiendo que me repitiera más despacio lo que me contaba.
Esta tarde hablaba con Juanita, una médico cubana que trabaja en Urgencias de adultos del Hospital Público de Ouahigouya, y me contaba que puede que entre que hayan llevado al niño tarde y luego hayan tenido que ir a comprar las medicinas a la farmacia, el niño haya muerto.

Me decía que se alegraba de estar con adultos y que una compañera suya, en otro hospital de Burkina, en pediatría, estuvo más de un mes de baja por depresión viendo morirse a los niños al llegar al hospital y acordarse de su hijita.

Os he contado que TODO hay que pagarlo aquí y que ni la salud, ni la educación son gratis. Pero cuesta de creer. Me cuenta Juanita que en Urgencias, donde ella está, NO HAY NADA para atender a un enfermo o un accidentado cuando llega y que, esté como esté, lo mismo desangrándose, la familia, o él mismo, tienen que ir con la receta de los medicamentos o las curas a comprarlos a la farmacia y volver con ellos para que les curen.

¿Cuesta creerlo, verdad? Pues es literalmente como os lo cuento.

Me decía Juanita que en Cuba no tienen nada, pero la salud es lo primero y es todo lo contrario que aquí. Me acordaba lo que le había costado a Obama aprobar el cambio en el sistema sanitario en EEUU y no sé si lo ha conseguido y cuando la gente se pone a criticar ‘dictaduras’ como Cuba y le parecen estupendas ‘democracias’ como Burkina.





En el cementerio todos están juntos: cristianos, musulmanes, ricos y pobres. O mejor dicho, pobres y más pobres…



Así que no me extraña que Étienne haya muerto de un ataque de asma, por más que el hospital no está a más de 10 minutos andando desde su casa. El pobre nunca llegará a comprender la complejidad de los sistemas políticos, ni siquiera cualquier otro misterio de la vida. Sólo los de la muerte.

Me he despedido de Cristine dejándole un sobre con dinero porque es lo que se acostumbra y entonces se le han saltado las lágrimas. Quizás porque pensara que si se lo hubiera dado antes su hijo podría estar aún vivo. A mí también se me han saltado las lágrimas, con el remordimiento.

He cogido la furgoneta y me he acercado al cementerio a la tumba de Étienne.

Le he dejado un caramelo para tan largo viaje. Le gustaban, como a todos los niños de Burkina.




Debajo de ese montón de tierra con unas ramas encima está el cuerpo del pequeño Étienne. Descanse en paz’

 

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