«Si el teatro es drama y el drama es belleza, Irina Kouberskaya y Hugo Pérez han conseguido en esta insólita Bernarda cumbres de belleza turbadora». Son palabras del crítico Javier Villán sobre la versión, que «huye del naturalismo costumbrista habitual» (como señalan los responsables de la sala y compañía Tribueñe), de «La casa de Bernarda Alba». Junto al «Jardín de los cerezos», de Anton Chejov, en este caso dirigida por Kouberskaya, el repertorio de este íntimo e intenso teatro madrileño invita a volver a unas obras que en vez de agotarse parece ofrecer nuevas perspectivas sobre la existencia en cada representación