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Entrevista a Sergio González Rodríguez: “Lo perverso y la barbarie se han incrustado en México”

 

 

Sergio González Rodríguez (Ciudad de México, 1950) conoce muy bien los entresijos de la violencia en México. En 1999, mientras investigaba los feminicidios de Ciudad Juárez fue secuestrado en un taxi y agredido brutalmente con un picahielos y la culata de un revolver. Le aconsejaron que abandonara sus pesquisas. Los golpes que recibió en la cabeza le valieron una operación de urgencia en la que le extrajeron un coagulo de sangre y le dejaron varias secuelas físicas y psicológicas.

 

A pesar de un segundo ataque y de las repetidas amenazas, continuó escribiendo, investigando y publicando sin cesar. En 2002, tres años después de ser agredido, Sergio publicó Huesos en el desierto y se convirtió en uno de los referentes del periodismo de investigación latinoamericano. El libro, publicado en Anagrama, fue uno de los primeros que investigó a fondo los feminicidios de Ciudad Juárez y sirvió como modelo a Roberto Bolaño para reconstruir los asesinatos en su celebrada obra póstuma 2666, en la que el mismo Sergio aparece como personaje.

 

Después llegaron El hombre sin cabeza (2009) y Campo de guerra (Premio Anagrama 2014), sobre las decapitaciones y el papel geopolítico de México en el contexto de la guerra del narco. El nombre de Sergio González Rodríguez no paró de crecer. Sus críticas al sistema convierten cada una de sus publicaciones en lectura obligatoria para quién desee descubrir los entresijos de la narcopolítica. Hoy es considerado uno de los mayores especialistas en feminicidios, desapariciones y crimen organizado.

 

Su última obra, Los 43 de Iguala: Verdad y reto de los estudiantes desaparecidos (Anagrama), apareció justo cuando se cumple el primer aniversario de la masacre más estremecedora de las últimas décadas: la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.

 

Pregunta: A casi dos años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ¿qué ha cambiado en México?

Respuesta: Es más evidente decir qué no ha cambiado: la incapacidad gubernamental, la impunidad. No sabemos por qué ni cómo desaparecieron los 43 estudiantes: no sabemos cuál es el móvil ni el destino de sus cuerpos. Mucho menos sabemos a ciencia cierta quién los mató. La investigación de las autoridades  ha sido reprobada por el grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

 

P: Todo o casi todo lo que llega de México al extranjero es aterrador y perverso.

R: Lo perverso y la barbarie se han incrustado entrelíneas de la normalidad en México, pero esta es una tendencia general en el mundo que sólo la hipocresía impide comprender. Se llama ultra-capitalismo, máquinas de guerra, democracias procedimentales (formales), políticas que gestionan efectos y no combaten causas, propaganda y control de daños mediáticos, estado de excepción, corrupción, etcétera.

 

P: -¿Cuándo sucedió el proceso de degradación institucional del que hablas en tu libro?

R: Todo empezó con el engaño institucional de quien operó los cambios: el tratado de Libre comercio firmado con Estados Unidos en 1994. México se quería convertir en un país del primer mundo. De ahí derivó el Plan México, de ahí derivó la guerra con el narco que destruyó el país, de ahí derivó la política criminal consistente en que los grupos criminales se pelearan entre sí.  Todo empieza, también, por la demanda del mayor mercado consumidor de drogas del mundo, que se llama Estados Unidos de América. El resultado es una máquina de generar violencia. Hoy, como resultado de todo ello, en México persiste un Estado a-legal, es decir, está fuera y contra de la ley, funciona por sus disfuncionalidades; en tal marco, se han impuesto los intereses de «seguridad nacional» de los Estados Unidos, y en su nombre y bajo su dirección y adiestramiento, creció la política de contra-insurgencia en Guerrero, donde se anudan los intereses estadounidenses y sus agencias de inteligencia en torno de las drogas y el tráfico de armas. Mi libro proporciona la información debida para demostrarlo.

 

P: ¿Está México peor con Peña Nieto que con Calderón?

R: Si medimos la realidad en relación a las promesas de los políticos de ahora en relación a los de ayer, estamos peor: Peña Nieto prometió una transformación del país que no ha cumplido; y Calderón consumó una guerra contra el tráfico de drogas que causó 120.000 personas muertas o desaparecidas. La violencia y la inseguridad han proseguido sin tendencia de cambio, excepto en el manejo engañoso de las cifras oficiales al respecto.

 

P: ¿Puede el Gobierno mexicano controlar a los alcaldes y gobernadores vinculados con el crimen organizado? Da la impresión de que ni puede ni quiere.

R: No sólo puede, sino que debe: es su obligación de acuerdo con los principios constitucionales. Dejemos a un lado la idea oficialista de que la presencia del crimen organizado en México es un fenómeno esporádico y excepcional: infesta a las instituciones burocráticas y políticas, al sistema bancario y financiero y muchas otras cosas más.

 

P: ¿Cree que las protestas seguirán o serán olvidadas?

R: Las protestas seguirán mientras el gobierno sea incapaz de efectuar una investigación a fondo sobre la masacre de Iguala.

 

P: Usted investigó los feminicidios en Ciudad Juárez, considerada una de las ciudades más peligrosas del mundo. Hoy en día, ocurren incluso más feminicidios en el Estado de México, el estado de rodea a la capital por el norte. ¿Qué semejanzas ve entre un caso y el otro?

R: El patrón criminológico de Juárez y el Estado de México es semejante: Crimen organizado coludido con poder económico-político, ineficacia, corrupción, impunidad. Las autoridades no quieren ni saben investigar. Más del noventa por ciento de las detenciones que se dan en México, se efectúan en flagrancia, o en flagrancia equiparada. Es decir, la cultura de la investigación en el país es casi nula.

 

P: Usted ha sufrido amenazas y agresiones por sus investigaciones en Ciudad Juárez. ¿No teme volver a sufrirlas?

R: El deber contiene al miedo. Y esto es en memoria de los muertos y las víctimas de abusos y violencia. En particular, el centenar de los compañeros periodistas muertos o desaparecidos en estos años en México.

 

P: Dice Jorge Zepeda Paterson que la indignación es la asignatura pendiente de los mexicanos. La prensa sin embargo asegura que las protestas han crecido mucho este último año ¿Cree que hay más indignación o se trata de una moda efímera?

R: Si alguien dice que la indignación en México es una asignatura pendiente, más vale que se dé una vuelta por el país para enterarse al respecto. La indignación, por lo demás, tiene otros rostros: hartazgo, desconfianza, sospecha…

 

P: Ni en el caso de Ayotzinapa, ni en el de la fuga del Chapo, ni en los recientes asesinatos de la colonia Narvarte hay nada claro. ¿De qué manera circula la verdad en México? Según Villoro «casi siempre, los hechos se conocen a través de los evanescentes recursos del rumor».

R: La versión oficial es la forma más exquisita del rumor en México. Cuando las explicaciones de la vida pública tienden a traducir conspiraciones criminales y las verdades sencillas se evaporan, se debe a un mal de origen: el poder funciona con un pie en la legalidad y otro fuera de ella, mientras simula obediencia a la ley.

 

P: Hablando del multihomicidio de la colonia Narvarte -en julio de 2015 fueron asesinadas cinco personas en un departamento céntrico del DF, entre ellas un reportero de Veracruz amenazado), muchos sospechan que el periodista Rubén Espinosa fue asesinado por sus críticas al gobernador de Veracruz, Javier Duarte. De confirmarse estaríamos hablando de crímen político. Sin embargo la versión oficial de las autoridades señala que el motivo del asesinato pudo ser la cocaína que portaba una de las acompañantes.  ¿Qué cree que sucedió realmente?

R: Lo único que observo en la versión oficial de las autoridades sobre dicho caso, es un conjunto de rumores contradictorios, lagunas e inconsistencias disfrazadas de «averiguaciones previas», que, para colmo, carecen de ahondamiento en la línea de investigación sobre algún probable móvil político. ¿O tendremos que conformarnos con el criterio que emplearon las autoridades? Estas siempre tratan de normalizar la violencia, victimizar a las víctimas, degradarles, dañarles moralmente y destruir su reputación. ¿Cómo es posible que las autoridades victimen dos veces a las víctimas?

 

P: Este verano se ha fugado el Chapo Gúzman -considerado el narcotraficante más poderoso del mundo- del penal de máxima seguridad del Altiplano. ¿Cree que le dejaron marchar?

R: El sistema de seguridad pública en México funciona tan mal que cualquiera puede armar un plan de fuga de un penal de alta seguridad si tiene recursos suficientes. El Chapo podría hacer dos túneles si quiere. En México, si tienes mucho dinero, puedes hacer todo lo que quieras.

 

P: En Guatemala han conseguido cambiar el Gobierno y encarcelar a su presidente a base de protestas y apoyo internacional, pero en México todo ha permanecido estático pese a los escándalos y los crímenes. ¿Hace falta la intervención internacional para cambiar el Gobierno de México?

R: El cambio de un gobierno por otro, nada dice en sí mismo: de nuevo, habría que esperar avances, no sólo cambios. La percepción de cambio es engañosa, se deben preferir los hechos tangibles.

 

P: Muchos escritores mexicanos han observado con optimismo el ascenso de la nueva izquierda ciudadana en Europa (hablo de la griega Syriza o la española Podemos)  y apuestan porque suceda algo similar en México. ¿Cree que es posible que un nuevo partido de izquierda ciudadana ganase las elecciones?

R: Todo es posible en estos tiempos de política cuya participación se basa en percepciones emotivas, propaganda, manipulación y operaciones mediáticas y en redes sociales. En México, el elemento crítico y racional suele estar ausente, por lo que cualquiera puede llegar al poder.

 

P: Hablemos de usted. ¿Cómo fue su infancia?

R: Fue una infancia feliz, a pesar de la muerte de mi madre cuando tenía ocho años. Crecí con mis hermanos, leyendo mucho, inventando cosas, cantando. Mi papá me enseñó a tocar guitarra y a los 12 años fundé un grupo de rock con mi hermano. Fue un grupo que tuvo mucho impacto en los setenta, el grupo Enigma, considerado entre los veinticinco grupos de rock más importantes de Latinoamérica. Búscalo en Youtube. Me volé el oído de tanto tocar. Pero aún toco el bajo eléctrico.

 

P: ¿Cuándo comenzaste a escribir?

R: Cuando tuve que dejar de lado el rock (porque no podíamos vivir de ello, porque nos agredían, porque mi corazón no era suficientemente fuerte), me puse a estudiar y a escribir. El presente se disolvió, las posibilidades de futuro desaparecieron, el país se degradó. Cuando tratas de sobrevivir no te das cuenta de esto, pero está sucediendo, la magnitud del daño es imposible de medir, solo lo sientes cuando te inunda. Pasaron muchos años hasta que logré distinguir este proceso de degradación.

 

P: ¿Se siente más cómodo escribiendo novela o periodismo?

R: La literatura y el periodismo son para mí dos caras de la misma moneda.

 

P: ¿A qué periodistas mexicanos admira?

R: A Elena Poniatowska, Lydia Cacho, Juan Villoro, Javier Valdez Cárdenas…

 

P: ¿Y novelistas?

R: A Sergio Pitol, Fernando del Paso, Margo Glantz, Verónica Gerber.

 

P: ¿Qué se siente al ser un personaje de Bolaño?

R: Fue un tipo muy interesante. Le ayudé a documentar su novela sobre las muertas de Juárez (que por cierto, rebautizó como Santa Teresa). Durante esos años él nunca viajó a Juárez ni a México para documentarse. Nos comunicábamos por email. En el 2003 le visité en Blanes y  me dijo que había decidido incluirme como personaje. Seis meses después murió. Tenía el hígado destrozado, quién lo diría, cuando le vi estaba perfectamente o eso aparentaba. Cuando leí ‘2666’ me quedé bloqueado, tenía que parar a cada rato, tardé muchos meses en poder leerlo. Era horroroso, incluso para mí que lo había vivido. Bolaño escribió una obra maestra absoluta.

 

P: Dijo Bolaño que con usted se iría a una guerra si hiciera falta. ¿Usted con quién iría?

R: ¿Otra vez a la guerra? I prefer not to.


P: ¿Sueles celebrar “el grito” de la independencia mexicana?

R: Claro, en una cena familiar con comida mexicana. Todo rito patrio es una convención bienvenida: la memoria obliga.

 

P: ¿Ha pensado alguna vez en marcharse de México?

R: No, me perdería lo mejor de la película.

 

P: ¿Aconsejaría a un extranjero visitar o vivir en México?

R: Desde luego, basta que tomen precauciones mínimas. La van a pasar muy bien.

 

P: ¿Qué le hace feliz de México?

R: Sus mujeres. Son fuente de sentido.

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