Federico Rey es profesional del teatro y cine colombiano, maestro de adultos y de la infancia. Él transmite la capacidad del arte dramático para intuir el presente, al que da forma canalizando el deseo compartido de los participantes en sus proyectos artísticos y educativos.
Entrevista realizada en Bogotá el 25 de abril de 2019.
¿Por qué publico la entrevista más de un año después de realizarla? No tengo una explicación racional y pido disculpas a Federico. Tal vez no la publiqué en 2019 por mi «agotamiento tecnológico» con las pantallas, ediciones de fotos y vídeos… O tal vez la publico ahora, en la segunda mitad de 2020, cuando Colombia más necesita el trabajo de artistas como Federico Rey.
Desde hace dos años el país se sume en una lenta espiral de violencia destruyendo paulatinamente los acuerdos de paz con las FARC, aumentando la tensión en bastantes territorios que se cubren de bandas ilegales de toda índole dominando a la población por la fuerza y controlando los diferentes mercados ilegales vigentes. El descenso del precio de materias primas debilita las estructuras productivas nacionales y reduce la recaudación del Estado. La crisis diplomática con Venezuela y los más de un millón de inmigrantes venezolanos en Colombia afectó a la economía colombiana. La crisis actual de la pandemia es una estocada peligrosa. Mas la crisis profunda de Colombia es la ausencia de una visión clara y pactada del país que sus ciudadanos quieren construir.
La educación y la cultura deberían ser el espacio y la luz de la casa común de todos los ciudadanos. Es función del Estado respetar las identidades locales, darles la educación adecuada para su pervivencia y diálogo con el resto del mundo, facilitar a toda la infancia el medio para desarrollar su máximo potencial y alcanzar una sociedad lo menos desigual posible (única salida para la prosperidad del país). Lamentablemente hay 1.600.000 colombianos de 3 a 16 años fuera del sistema educativo. Y continúa el reclutamiento de niños y niñas para integrarlos a bandas delictivas.
Federico trabaja en el teatro para y con la infancia desde hace años. Ha estudiado en profundidad los personajes e historias que suelen aparecer en los espectáculos para esas edades. Él ha propuesto estrategias, temas y procesos de aprendizaje que respetan la inteligencia del niño y le abre horizontes, estímulos, experiencias nuevas y positivas.
Afirma que el teatro crea una distancia, o distanciamiento, que permite vernos como individuos y colectivos hechos de escucha y atención. Por eso el teatro es tan necesario en la etapa inicial de nuestras vidas, pues ayuda a configurarnos un criterio del mundo a través de procesos orgánicos de participación. Por eso propugna la inclusión del teatro como realidad transversal en la educación obligatoria.
Uno de los proyectos que más huella le dejaron fue el que hizo hace años con infancia ex-combatiente de 7 a 17 años. Ahí se dio cuenta de la importancia del trabajo participativo desde edades tempranas para tejer relaciones con «el otro»: la empatía contigo me da forma a mí. Sin experiencias de participación y colaboración con nuestros pares en la infancia y juventud, crecemos aislados y mudos.
Tal vez por eso en 2019 estrenó en Bogotá el espectáculo «El ruido de los huesos que crujen» de la dramaturga canadiense Suzanne Lebeau. Trata de una niña y un niño africanos secuestrados por bandas criminales para que ejerzan la violencia. Una historia común en muchas partes del mundo, una reflexión sobre nuestro papel en la sociedad como agentes activos de los hechos que acontecen y perjudican a los más débiles.
Vi el magnífico espectáculo «El ruido de los huesos que crujen» en 2019. Una puesta en escena sencilla, austera, directa, clara, eficaz. Si consigue llegar a la infancia y juventud (la distribuición suele ser un cuello de botella que ahoga muchos buenos espectáculos) tendrá un éxito seguro. Aquí les dejo fotos e información sobre el espectáculo.