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Escuela erranteescuela errante

escuela errante

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Presentación de la escuela:


Viñetas como lupas. Una conversación entre El Roto y Miguel Brieva, y con el público

 

Taller:

Buscando a Hamlet, a cargo de Miguel del Arco

 

 

Desde que fundamos fronterad pensamos que era necesario volver a prestar atención, escuchar más y opinar menos, ofrecer datos e historias rigurosas bien contadas en vez de alimentar el ruido, la confusión y el sinsentido. Pensamos que el periodismo es necesario para orientarse en medio del caos, de las noticias que lo parecen y que a menudo no lo son. Y consideramos también que el periodismo narrativo, ese que a veces practicamos con mejor o peor fortuna, es una de las formas acaso más útiles de intentar contar la complejidad del mundo que nos rodea, en medio de una velocidad constante que potencia el vértigo, la banalidad, y que apenas nos permite entender lo que está ocurriendo. El malestar de la cultura adquiere en esta época asombrosa de internet nuevas formas de perplejidad, alienación y extravío.

 

Porque se nos quedó pequeña la revista nos lanzamos a editar libros y ebooks. Los libros de fronterad ya están ahí, intentado atraer la atención de lectores cómplices que quieran, como nosotros, seguir haciéndose preguntas sin una ideología que tranquilice, que ofrezca un prontuario de respuestas políticas, económicas, filosóficas, éticas que nos permitan avanzar en medio de este carrusel de anuncios luminosos, que en su deslumbrante estela se parece con demasiada frecuencia a una ardiente oscuridad.

 

Abrimos ahora esta escuela errante, que quiere ser otra forma de cultivar el arte de escuchar. Es una escuela que, como su nombre indica, no tiene sede. Y se propone impartir enseñanzas inútiles, las más necesarias.

 

Cuando crecemos perdemos la capacidad de dibujar sin miedo, de actuar sin miedo, de pensar sin miedo. De hacer preguntas sin miedo. De hablar sin miedo. Esta escuela no pretende forjar un nuevo curriculum académico. No desdeña la academia, pero sí sus momias, sus repeticiones y saberes orientados cada vez más a la cuenta de resultados, a la rentabilidad. Al precio, no al valor. Aprender de nuevo la diferencia entre valor y precio podría ser una de las asignaturas que impartiremos. Buscamos maestros y alumnos dispuestos a aprender lo que ni siquiera sospechaban. Compartir saberes, aventurarse en lo desconocido.

 

La escuela errante quiere alumnos dispuestos a aprender disciplinas, géneros, estilos, pensamientos que nos ayuden a leer mejor el mundo, a entender la gramática del teatro, a mirar un cuadro, a descifrar el secreto de un poema, a dibujar como cuando no teníamos más pretensión que dibujar lo que veíamos y, por lo tanto, lo que sentíamos. Pero también a separar, o a integrar mejor, los sentimientos y las razones, la percepción y los argumentos. La lógica, la retórica, y la emoción.

 

La escuela errante ofrecerá cursos a medida, en todo tipo de ámbitos, en anfiteatros y bajo los árboles, en sótanos de librerías y en iglesias abandonadas, a bordo de una furgoneta y en el estudio de un fotógrafo, en una reserva de primates y en una galería de arte, en un aula y en un museo, en un palomar y en una carpintería.

 

Buscamos alumnos que quieran compartir la aventura periodística y vital de fronterad, una revista que pretende, en su ambiciosa ingenuidad, volver a cultivar las artes y las ciencias, la razón y la sensibilidad, ciudadanos del renacimiento en la época de la perplejidad, el miedo, la confusión, y las grandes esperanzas. La escuela errante es, como fronterad, una invitación para las inmensas minorías. 

 

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