Zapatero ha llevado a nuestro país internacionalmente a la mayor pérdida de credibilidad del último medio siglo(sí, incluso los postreros gobiernos del franquismo tenían más credibilidad económica que el actual) y las medidas de días pasados son un intento de restañar, aún parcialmente, esa sangría en nuestra reputación. La pasividad y avestrucismo de Zapatero pasmaba a los dirigentes europeos que, impotentes ante el voluntarismo pueril de nuestro Presidente, debieron decir a Obama que le diera un toque y lo devolviera a la realidad. En círculos del exterior se ha respirado un tanto con los ajustes recientes aunque siga habiendo críticas sobre la nociva tardanza en tomarlos y artículos sobre nuestra delicada situación. Ayer, domingo, el New York Times en portada( y van…) hablaba del problema del empleo en nuestra agricultura. La impresión es que ahora ya, !por fin!, hasta el gobierno, o parte de él, se ha dado cuenta de que no se puede seguir soñando y que nuestra crisis no va a terminar mañana. Aunque nuestras autoridades sigan afirmando, parece que ilusamente, que pasado mañana sí.
En Europa, donde la preocupación cundió antes que en nosotros, el problema es existencial. El optimismo y triunfalismo sobre el futuro de la Unión Europea se esfumaron por completo. Se ha cruzado al otro extremo. Se cuestiona el euro-hay quien asegura que Sarkozy se ha planteado sacar a Europa del mismo-y surgen los demonios del pasado. La crisis griega ha reavivado viejos resentimientos especialmente entre Grecia y Alemania pero el malestar va más allá.
Al escarbar en el marasmo heleno se han descubierto dos cosas, la situación era mucho peor de lo que se pensaba y las autoridades de Atenas venían sistematica y clamorosamente ocultando a Bruselas el tamaño de su deficit. Directivos y una parte inmensa de la opinión pública alemana, grandes financiadores de la Union Europea, han empezado a preguntarse con cólera por qué debían ellos pagar las alegrías de unos fulleros, que se jubilan a los 53 años y que vienen viviendo por encima de sus posibilidades a costa de otros. En Grecia han surgido acusaciones sobre la arrogancia germana, su afán de dominar y se le ha enlazado con su pasado nazi. Que Europa conozca que la evasión de impuestos es, junto al fútbol, el deporte más extendido entre los griegos y que, en las manifestaciones de la calle, en momentos en que se pide la ayuda capitalista para el país se envuelva al Partenón con pancartas con la hoz y el martillo no ponen muy bien al país mediterráneo a los ojos de los acredores del norte. A nosotros no se nos mete totalmente en el mismo saco que a Grecia pero, en aras de resumir, se nos cita con ella y Portugal como los enfermos europeos(Irlanda habría sanado al no mencionarla) y en Alemania, por ejemplo, la preocupación es obvia porque España es deudora de 320,000 millones de dolares a bancos teutones.
En el replanteamiento europeo, ¿ que pasó por cierto con la Presidencia española y su supuestamente rutilante liderazgo?, hay consecuencias de todo tipo. Los que están llamando a la puerta, por ejemplo, tendrán que esperar.