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Mientras tantoEstado de manta y peli

Estado de manta y peli


Parece que a los de Podemos les están atacando las sedes. En Cartagena han tirado un cóctel molotov y pintarrajeado las paredes. Hay algunas imágenes y grabaciones confusas, como la aparición de unos fascistas en un mitin de Pablo Iglesias en Coslada, a los que el propio Iglesias se enfrentó. Se comenta que hubo gente que vio previamente, a Iglesias y a los fascistas, ensayando en el lugar la puesta en escena. Que eran fascistas actores, como el propio Iglesias, a quien ya vimos en el cementerio improvisar de forma ridícula un compungimiento repentino tras advertir unas cámaras.

Yo no sé si todo esto es verdad. Cómo puede saberlo un ciudadano desinformado, desorientado ante la profusión de medios y de tendencias cambiantes, a quién casi no le queda más remedio que guiarse por los augurios, como en la antigüedad, o tirar por en medio y decidirse por una facción «informativa» para rechazar todas las demás.

El escepticismo es otra alternativa, pero ese escepticismo no juega ningún partido, no participa, sólo es espectador o ni siquiera eso, porque al escéptico suele interesarle lo que va a él, no aquellas cosas a las que tiene que ir. Yo últimamente no voy a ninguna parte, como la mayoría. A las diez o a las once estamos todos bien metiditos en casa no nos vayamos a aglomerar. Es como si todos los días lloviera. Cuando llueve en Madrid la gente no sale de casa los días de fiesta. Manta y peli. Así que se podría decir que no estamos bajo un estado de alarma sino bajo un estado de manta y peli que nos convierte en escépticos, aunque no lo seamos, aunque despotriquemos en bata donde no se juega ningún partido.

Y el partido es feo. Los partidos ahora son horribles. Los partidos se juegan con piedras, por ejemplo, o con mentiras y engaños descuidados, desmañados, porque no importa que se descubran. Ya inventan otros que sirven para tapar los anteriores. Si Pablo Iglesias dice que unos fascistas les han increpado, aunque alguien haya descubierto que es un teatro, y se sepa, los votantes de Pablo Iglesias apoyarán, por encima de la realidad, a Pablo Iglesias. En lo de Cartagena, una de las líneas de investigación de la policía es que hayan sido los mismos de Podemos los autores del ataque. Y yo no sé si esto o aquello es verdad o no.

El colmo de la desinformación es un ataque a una sede de Podemos, precisamente, en Asturias, donde dicen que los atacantes han dejado sus mensajes e insultos por dentro de la sede, perfectamente escritos con letra, en cuartillas y folios, pegados con celo. De ser así, a Podemos, en este caso, no les atacan tirando piedras, pintando con grafitis, rompiendo cristales o rociando con botes de pintura las paredes o las puertas y ventanas de sus sedes, sino que entran en ellas, debe de ser que pidiendo permiso y recibiéndolo:

—Buenas tardes, ¿podemos pasar a pegar en su cristalera unos insultos?

—Sí se puede.

—Gracias, muy amables.

No sé si es el escepticismo, pero sea lo que sea (la idiocia podría ser mismamente), bajo su techo de manta y peli, asistimos a la subversión paulatina de todos los usos y principios, no sólo morales sino también racionales. Parece que se nos está muriendo la democracia o lo que sea eso ahí fuera, mientras de los partidos políticos, de uno en este caso, se dice que se autoinfligen ataques o que podría haber llegado ya a decorarse la sede por dentro como en los colegios pegan los dibujos de los niños en las ventanas, para luego decir que (y convencer de que) les atacan. Lo cual es igual de malo que si fuese mentira.

 

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