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«Estancia de la plenitud». Poemas de Fermín Herrero

Estancia de la plenitud
Fermín Herrero

«Los poetas del siglo XIII llamaban estancia, es decir, «morada capaz
y receptáculo», al núcleo esencial de su poesía, porque este
custodiaba, junto a todos los elementos formales de la canción, aquel
joi d’amour en que ellos confiaban como único objeto de la poesía»

Giorgio Agamben

«Y el hombre
no soporta más que por instantes la plenitud divina.
Después, la vida no es sino soñar con ellos»

Friedrich Hölderlin

 

ESTE es un canto de alabanza
ya que no puede serlo de humildad
por culpa del que, en vez de limitarse
a la mirada, escribe cuanto ve,
lo que piensa que ve, lo que pretende
ver, aunque nada vea. Con los años,
en lugar de agrandarse, el mundo
se me ha ido empequeñeciendo,
ni siquiera me sirve hablar
en tercera persona. Con los años,
no mengua la alegría, se hace
más y más solitaria; no mengua
ni la belleza ni el espanto
haber vivido tanta bajeza propia,
tanto agravio en su luz despiadada.
Ni el cielo, su sentido asciende
la tierra en el color de las alondras
y sólo canto se hace, casi intangible,
levedad, alabanza.

)9(

 

 

DONDE la muerte no tiene dominio
cualquier debilidad se torna cántico.
El cierzo solo, solo, por la sierra
–sierra que vas al cielo de Fray Luis–
el cierzo solo al cielo abrumador
que da la altura y el otoño, donde
descansa el tiempo. Por un largo
camino, del invierno, el rigor;
del desamparo la tarde,
el consuelo. Para encontrar
lo que perdí, ni dicha ni miseria,
el cántico, la gratitud
del corazón. Con qué secreto
aquieta el ánimo, me llena
de absoluto, respira, me respira,
me va calmando poco a poco
hasta ponerse en mucho sosiego
y no hay mundo ni muerte,
y no ha de haber vacío sin su plenitud
.

)11(

 

 

EN el silencio, lleno. Ningún ruido
me afecta ya, cualquier deseo
atajo fácilmente, nada me pasma. Es tal
mi repelencia frente al trajinar
que ni siquiera me perturba el miedo
al desapego. Hasta del tiempo hago
una celebración, lo hago instante,
me sobrecoge. Estoy sentado en mi sillar
de piedra de Las Peñas. Aquí el silencio
se ocupa de mi soledad,
ya no lo espero pues está
para siempre. Junto al lugar
que me clarece aun antes de venir,
desde el momento en que me llama.
Nunca me voy a ir, no, no
me iré. Han de quedar estas palabras
que ven pasar el tiempo, sin ser, serán,
al afirmarse para mí, para nadie.

)13(

 

 

EL regocijo del gorrión en el alero
al aire fino, que penetra; mientras
se pone el sol. Habrase visto
semejante alborozo, un desparpajo,
de la niñez tan sólo, que da
gloria cómo se mueve y trina, cómo
disfruta al viento helado
antes de que la noche lo enmudezca.
En qué consiste su clamor a cielo
abierto, si no hay nada nuevo
bajo el sol; cómo puede guarecerme,
defenderme del tiempo, si de suyo
va, con sus canturreos. Las preguntas
me aíslan y no gano en lucidez.
A lo que llego, aunque no sea propio,
me da entusiasmo, y es bastante
con lo inseguro y engañoso
que es todo. El que contempla
no debe ir más allá. Ahora, tendiendo
el vuelo, noto cómo se aloja
en mis íntimos una vida sin vida,
donde la tarde sueña.

)15(

 

 

LOS demasiados libros, la misantropía,
el amor a uno mismo: la indecencia.
Cómo salir de ahí. Por lo menudo
y sin festejos, al calor de los ratos
vivos: que el estremecimiento esté
en lo que se reserva, en su contención.
La vida es dura y bella como dice
José Antonio Gabriel y Galán
en la primera entrada de su diario,
después de conocer su sentencia
de muerte. Porque es dura es bella.
Es bella y nos espera, siempre
a las puertas de abril, y cada cosa
en su lenguaje se desprende, nos llama
a retenerla desde su continuo
mudar. Los demasiados libros,
las horas del prodigio, agua
de manantial que va por los caminos.
El mundo es bello, y sus demonios,
estate alerta y sal a resolverte,
aunque no veas el camino, sal.
La aceptación es todo, el otro,
lo otro.

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Mi palabra de invierno y por lo austero,
agarrada a la tierra, no sé si aquí
o allá, me llena el ojo si puedo
sosegarme, ajenado, en la escasez.
Qué sencilla la nieve, en su reposo,
qué presencia de espíritu, con luz
de amanecida, lo que calla
febrero, lo que nunca alcanzaré.
Son los mismos caminos, traspasados
de infancia; en dónde estuve, qué más da,
si he vuelto al cabo, vuelvo y volveré,
si permanece en mí y en el invierno,
en su interior, me hospeda, me azulea
de lejanía. Y el rubor se aclimata
a los estragos de la edad,
a lo enigmático, a lo simple. Y eso
que cada vez entiendo menos,
veo y no veo, miro sin mirar.
Pero tengo el invierno dentro, el peso
de una vida, el tremor y el asombro,
lo que hablé con la voz de los muertos,
lo que dije en lo que callé.

)19(

 

 

ALETEAN, en medio de la helada,
las hojas del bambú, junto al arroyo,
lecho seco, de cantos, que alguien
esparció. No hay carrizos ni espadañas
y es sin remedio escueto el parquecillo
de las afueras. No tiene defensa
alguna, ni edificios ni muros. El viento,
en vano, balancea las matas
de bambú. De por sí muy sufridas,
su resistencia, en este descampado,
me ampara en lo que más eleva,
es ánimo de no se sabe qué. Un aire
friísimo, helador, que deja
un cielo luminoso en donde hallar
también aliento, por lo solo.
Las hojas tienen lo ligero
y la delicadeza de lo endeble;
en lo pulido, las pitonas,
la duración. Por mucho que me abriguen,
están en lo que están. Del guijarro,
lecho seco, lo del guijarro.
Y del bambú, lo del bambú.

)21(

 

 

AMOR: reconocer. La búsqueda.
Gozar al despojarse. Y aceptar
el cobijo. Y acoger. Darse.
Llevar al otro siempre, siempre.
Y nunca: no adueñarse, ni obligar.
Comprender el silencio, comprender
la soledad del que nos vive.
Sus sombras comprender,
y lo sombrío. Amor:
tener al desprenderse.

)25(

 


COMO en aquella foto de Walser, de espaldas,
junto a una cerca de madera,
subiendo por la cuesta. Ni siquiera
se ven sus huellas en la nieve,
como si pasease al margen, fuera
de esta vida tan loca, en los días
del sanatorio de Herisau. Así,
en la nieve ni huella, una sombra
sin nadie en la raíz del habla,
como si pasase lejos
de tanto frecuentar las cercanías.
Sólo el que dice «no» se salva
del que adula y de sí mismo, se libra
de los fastos y honores: componendas; es
en vez de estar y, cuando está,
está. Como es sentencia de los dioses,
en el campo nevado, allí, Robert Walser,
il miglior paseante, está, tendido
para nunca jamás en medio de la pureza.

)27(

 

 

 

 

Fermín Herrero (1963). Es natural de Ausejo de la Sierra (Soria), en la comarca de Tierras altas. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza, en los últimos años ha sido profesor de lengua castellana y literatura en diversos institutos, hasta su jubilación.

Es autor de una dilatada obra poética reconocida con numerosos premios –entre otros los premios de poesía Hiperión, Gil de Biedma, Jaén, Fray Luis de León o Ciudad de Salamanca– así como el premio de la Crítica de 2014 –en Castilla y León–; el Premio de las Letras de Castilla y León –al conjunto de su obra– en 2015; y el Premio de la Crítica en 2016 –en el ámbito nacional–.

Ha colaborado como crítico en revistas literarias y de pensamiento como Archipiélago, El Ciervo o Turia, y actualmente lo hace en La Sombra del Ciprés, el suplemento de cultura de El Norte de Castilla, y en la edición de Castilla y León del diario ABC.

En los poemas de Fermín Herrero –donde con frecuencia se encuentran algunas viejas palabras castellanas que han ido cayendo en el olvido– se nombra un mundo de cuya desaparición está siendo testigo atento el poeta, también los últimos días de una civilización campesina a punto de extinguirse, que suele tener como fondo el paisaje, la naturaleza y el campo sorianos, convertidos para el autor en una suerte de refugio íntimo desde el que contemplar el mundo.

 

Ha publicado, entre otros, los siguientes poemarios:

· Anagnórisis
Ed. Diputación de Soria, 1994. (Premio Gerardo Diego de poesía, 1994).

· Echarse al monte
Poesía Hiperión. Madrid, 1997. (XII Premio de Poesía Hiperión).

· Un lugar habitable
Poesía Hiperión. Madrid, 2000.

· El tiempo de los usureros
Poesía Hiperión. Madrid, 2003.

· Endechas del consuelo
Ed. Junta de Castilla y León, 2006. (Premio Fray Luis de León de poesía, 2006).

· Tierras altas
Poesía Hiperión. Madrid, 2006.

· La lengua de las campanas
Ed. Obra Cultural Caja de Ahorros de Ávila, 2006.

· De la letra menuda 
Cálamo poesía, 2010.

· Tempero
Poesía Hiperión. Madrid, 2011. (Premio Alfons El Magnànim «Valencia», 2011).

· De atardecida cielos
Los versos de Cordelia. Madrid, 2012. (XV Premio de Poesía Ciudad de Salamanca).

· Furtivo de los días
Amargord ediciones, 2014.

· La gratitud
Visor de poesía, 2014. (XXIV Premio de Poesía Gil de Biedma; Premio de la Crítica de Castilla y León, 2014).

· Sin ir más lejos
Poesía Hiperión. Madrid, 2016. (Premio Jaén, y Premio Nacional de la Crítica, 2016).

· Fuera de encuadre
Los versos de Cordelia. Madrid, 2017.

· Nunca será bastante (Poemas casi de amor)
La Garúa poesía. Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, 2019.

· Húrgura
Editorial Páramo. Valladolid, 2020.

· En la tierra desolada
Poesía Hiperión. Madrid, 2021.

 

… / …

 

Los poemas para esta entrega de «la nube habitada» están incluidos en su reciente libro
Estancia de la plenitud, editado por Pre-textos en septiembre de 2023.

Más información en la página de la editorial, siguiendo este enlace:

Pre-Textos. «Estancia de la plenitud».

La fotografía que acompaña a los poemas es de fernando fuentes, colaborador habitual en la nube habitada, desde enero de 2021.

 

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