Recientemente una campaña en las redes sociales volvió a generar una polémica por sus implicaciones éticas. Una petición firmada por más de 20.000 personas solicitaba el uso compasivo de un medicamento experimental (brincidofovir) para tratar el adenovirus que amenazaba con matar a un niño estadounidense de siete años.
En un principio la compañía que lo fabrica, Chimerix, se negó a proporcionarle la medicación alegando que eso podría frenar su posterior aprobación por la FDA (la agencia estadounidense del medicamento), lo que perjudicaría a muchos más pacientes.
Sin embargo, una exitosa campaña en los medios de comunicación y sobre todo en las redes sociales (que convirtieron al hashtag #savejosh en trending topic y lograron casi 30.000 “me gusta” en Facebook), llevaron a la farmacéutica a cambiar de opinión. Chimerix anunció que el niño sería el primer participante en un ensayo clínico sobre el uso pediátrico del brincidofovir (hasta ahora sólo se había probado en adultos), que fue autorizado con una inusual rapidez por la FDA.
Expertos en bioética critican que una campaña de este tipo y el recurso a la compasión de los internautas puede acabar con la equidad del sistema, ya que se da preferencia a unos pacientes sobre otros.
En España se ha producido recientemente un caso que, en principio, podría equipararse a este. La campaña “Médula para Mateo” recorrió las redes sociales y contó con el apoyo de numerosas caras conocidas. De nuevo la red se llenó de mensajes de apoyo bajo la etiqueta #MxM y los medios recogieron imágenes del pequeño Mateo y declaraciones de sus familiares. Esta enorme repercusión fue criticada por la Organización Nacional de Transplantes. El pasado mes de enero Sanidad publicó una orden que determina que “la promoción y publicidad de la donación u obtención de tejidos se realizará en todo caso de forma general, sin buscar beneficio para personas concretas, debiendo evitar los llamamientos colectivos para la donación en favor de un paciente concreto”.
Afortunadamente la historia también tuvo final feliz y Mateo encontró un donante (por supuesto anónimo y que nunca sabrá quién era el destinatario de esa donación). Pero también ha tenido otro efecto positivo: se ha dado a conocer la importancia de la donación, en qué consiste y muchas personas que a lo mejor nunca se habían planteado ser donantes han decidido dar el paso.
Por un familiar o un amigo todos haríamos todo lo posible por salvarlo pero lo que está en juego aquí es el bien común no el bien particular. Por tanto, las instituciones encargadas de tomar decisiones en el ámbito de la salud deben primar el interés general y ser ecuánimes, una labor en la que pueden interferir de alguna manera campañas de este tipo.