En esta región, como en la Turena, las vicisitudes de la atmósfera rigen la vida comercial. Vinateros, propietarios, comerciantes en madera, toneleros, posaderos, marineros, todos están a la espera de un rayo de sol; tiemblan al acostarse ante la idea de encontrarse a la mañana siguiente con que ha helado durante la noche; temen la lluvia, el viento y la sequía, y quieren agua, calor y nubes a capricho. Hay un duelo constante entre el cielo y los intereses terrenales. El barómetro entristece, anima y alegra alternativamente sus fisonomías.
La Meteorología es un oficio bien digno, incluso un arte, tal y como refería Juncal al Búfalo sobre los limpiabotas. Como ciencia es una rama de la Física, que recibió su primer gran impulso con la aparición del barómetro de Torricelli. Además de los habitantes de esa región, otros gremios muy preocupados con el tiempo son el de los cofrades y los que organizamos partidos de fútbol que se juegan al aire libre.
La relación de Francia con el barómetro es muy intensa. Fue el francés Pascal quien pidió a su cuñado que subiera al Puy de Dômme con un barómetro de Torricelli y comprobara que allí la presión era menor, pues había menos atmósfera sobre nuestras cabeza ejerciendo fuerza. No en vano, la unidad de presión en el sistema internacional es el Pascal (Pa)
La wikipedia define a Pascal como matemático, físico, filósofo, teólogo católico y apologista francés. Un tío bastante completo. Kant es otro filósofo del que todo el mundo conoce alguna anécdota sobre la importancia que le daba a la puntualidad, al tiempo cronológico. Algo menos conocida es su afición al tiempo meteorológico y en el prólogo de su primera Crítica dice cuando Torricelli hizo que el aire soportara un peso que él sabía igual a una columna de agua que le era conocida…
Queden pues todos, Balzac, Pascal y su cuñado, Kant y Torricelli hermanados por el barómetro